¡Peligro, supernova cercana!

Sin embargo, si hay que tener miedo a algo, es a otro tipo de explosiones cósmicas, las supernovas. Resulta difícil de imaginar, pero son así: una estrella que acaba brillando como 100.000 millones de estrellas.

¿Qué es lo que lleva a morir de esta forma tan catastrófica? Para entenderlo debemos tener en cuenta que la vida de una estrella es una lucha continua contra su propia gravedad que tiende a concentrar toda la masa en el centro. La única forma de impedirlo es usar la energía liberada por el horno nuclear central, que convierte el hidrógeno en helio. ¿Pero qué sucede cuando agota el hidrógeno? En el caso del Sol morirá lentamente y sin demasiada alharaca, pero las estrellas con mucha más masa la situación es totalmente diferente: acabado el hidrógeno, el núcleo se contrae lo suficiente para aumentar la temperatura y comenzar la combustión del helio, que forma carbono.

Cuando el tanque de combustible de helio se acerca a la reserva, el núcleo vuelve a contraerse para aumentar su temperatura hasta que llega a producirse la fusión del carbono y helio en oxígeno, además de otros elementos como el sodio, magnesio… Terminado el carbono del núcleo, vuelta a empezar: el núcleo se contrae y le toca el turno al oxígeno, que produce silicio y azufre. De este modo la estrella va adquiriendo la característica estructura de capas de cebolla: un núcleo denso formado de átomos pesados recubierto por capas sucesivas de oxígeno, carbono, helio e hidrógeno.

En el momento en que comienza la fusión del silicio para producir hierro la suerte de la estrella está echada. Este viaje dura solo un día y termina con una espectacular explosión que nuestra galaxia presencia cada 50 años: la supernova. El núcleo de la estrella colapsa de forma brutal: para hacernos una idea imaginemos la Tierra comprimiéndose al tamaño de Madrid o Barcelona en menos de un segundo. Este desplome hace que las capas exteriores salgan disparadas hacia afuera a miles de kilómetros por segundo y provocando un brillo tal que la estrella emite, en unas pocas semanas, tanta energía como el Sol en sus últimos 4 500 millones de años de existencia.

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El peligro que comporta es la radiación X y gamma que conlleva semejante explosión y que si sucede demasiado cerca, a menos de un centenar de años-luz, algo que sucede, en promedio, cada 240 millones de años. Si eso sucediera hoy en día, los rayos gamma provocarían la ruptura de las moléculas de nitrógeno y oxígeno de la parte más alta de la atmósfera, convirtiéndolos en óxidos de nitrógeno, que destruirían la capa de ozono. Y no hace falta decir lo que pasaría en la superficie de la tierra si nos quedásemos sin capa de ozono…

¿Tenemos candidatos cerca? Sin duda. La que más papeletas tiene es Betelgeuse, sitada a la peligrosa distancia de 197 años-luz. Pero podemos estar tranquilos: los astrónomos estiman que estallará dentro de unos cuantos centenares de millones de años. Esperemos que no se equivoquen.

 

Referencias:

Cohen, R. (2010) Chasing the Sun, Random House

Gehrels, N.; et al. (2003). «Ozone Depletion from Nearby Supernovae». The Astrophysical Journal. 585 (2): 1169–1176.  doi:10.1086/346127.

 

 

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