Entrada la noche del 11 de marzo de 2008, el entonces ministro de Economía, Martín Lousteau, anunció la puesta en marcha del sistema de retenciones móviles para las exportaciones agropecuarias, que desató una extrema crisis entre el campo y el gobierno nacional conducido por Cristina Kirchner. Aquel fue un momento bisagra para la política argentina, que muchos asocian con el inicio de la grieta.

Para Córdoba, aquel conflicto significó también el rompimiento definitivo de la relación entre el kirchnerismo PJ cordobés que lideraban José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti.

Distantes. En marzo de 2008, cuando se inició el conflicto con el campo, Juan Schiaretti llevará menos de 100 días de su primera gestión. Junto a José Manuel de la Sota, entonces líder del PJ local, decidieron apoyar al sector agropecuario. (La Voz / Archivo)
Distantes. En marzo de 2008, cuando se inició el conflicto con el campo, Juan Schiaretti llevará menos de 100 días de su primera gestión. Junto a José Manuel de la Sota, entonces líder del PJ local, decidieron apoyar al sector agropecuario. (La Voz / Archivo)

“A partir de la evolución que están teniendo en el ámbito internacional el precio de los alimentos y en la voluntad de dotar a las distintas actividades del sector de un marco de previsibilidad es que se anuncia un esquema de retenciones móviles para la soja, el girasol, el maíz y el trigo y todos sus productores derivados para los próximos cuatro años”, anunció Lousteau, quien llevaba poco más de tres meses al frente de la cartera económica y era en aquel momento una de las jóvenes promesas dentro de lo que se denominó la Concertación Plural (alianza entre radicalismo y el kirchnerismo).

El reclamo del campo

La medida se aplicó durante el boom de los precios internacionales de los commodities y fundamentalmente de la soja, que en aquel entonces se negociaba a 600 dólares la tonelada. Las entidades del campo se alzaron pocas horas después del anuncio y emprendieron un lockout con cortes de rutas en todo el país.

Cristina Kirchner ignoró las primeras quejas de los ruralistas. “No me voy a someter a ninguna extorsión”, dijo ante la decisión del campo de prolongar “por tiempo indeterminado” el cese de comercialización y los piquetes.

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La Presidenta endureció sus discursos y el kirchnerismo organizó movilizaciones para defender las retenciones y contrastar con la protesta rural hasta que, el 3 de abril, los presidentes de las entidades rurales decidieron suspender el lockout por 30 días. Entonces, se inició una etapa de conversaciones. Los contactos no sirvieron para generar puntos de encuentro y el 25 de abril Lousteau presentó su renuncia.

Días después, el agro retomó las protestas y Cristina Kirchner apeló al apoyo del Congreso: por cadena nacional anunció el envío del proyecto para convalidar políticamente la creación de las retenciones móviles.

El conflicto se extendió por 128 días, hasta la histórica votación en el Senado donde el “no positivo” del entonces vicepresidente, el radical mendocino Julio Cobos, le puso fin a la iniciativa. Fueron días de extrema tensión en la Argentina que incluso incluyeron enfrentamientos entre ruralistas y sectores afines al gobierno nacional.

Poco después, Alberto Fernández renunció a la jefatura de Gabinete, cargo que desempeñó desde la asunción de Néstor Kirchner. Según explicó, lo hizo para darle “oxígeno” al gobierno de Cristina Kirchner que debía afrontar nuevos desafíos tras la derrota en el Congreso. El tiempo demostró que la relación entre Cristina y Alberto nunca se recompuso por completo y parte de esas tensiones son que desataron la crisis en la coalición de gobierno que no logra acomodarse de cara a la carrera presidencial 2023.

El de las retenciones se volvió un tema de extrema sensibilidad. Recientemente el presidente Fernández desestimó la posibilidad de subir ese tributo, como reclamaba el kirchnerismo.

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