El Congreso renovó su composición e ingresó, oficialmente, en la dimensión desconocida. En un escenario de fragmentación absoluta, las dos cámaras, en un solo movimiento -la jura de los nuevos legisladores-, brindaron un anticipo de las dificultades que arrastrará Javier Milei para garantizar su gobernabilidad. En especial en Diputados, donde La Libertad Avanza estrenó su traje de oficialismo y designó a Martín Menem como presidente de la Cámara, pero le costó caro. Allí, las juras fueron solo un dato de color en la marisma de turbulentas negociaciones que involucraron al peronismo y el PRO, por un lado, y a las esquirlas del centrismo de Juntos por el Cambio que busca disputarle protagonismo al macrismo. Si bien era solo una disputa formal sobre el mecanismo para definir la composición de las comisiones, fue un anticipo cabal de la dinámica fraccionada y caótica que deberá encarar el nuevo oficialismo.

«Cambió la lógica, vamos a tener que enterrar todos nuestros libritos a partir de ahora», suspiraba un avezado diputado cambiemita mientras observaba pasar, temprano a la mañana, a los nuevos legisladores que se preparaban para jurar en la sesión preparatoria de la Cámara de Diputados. El pasillo que llevaba al recinto era, por aquellas horas, un patio de recreo escolar, con legisladores que se abrazaban, presentaban, y boyaban, perdidos, hasta encontrar el baño o la puerta de la presidencia de la Cámara. Los más desorientados eran los 38 diputados electos de LLA, muchos de los cuales estaban recorriendo el Palacio Legislativo por segunda vez en su vida. La mayoría, además, apenas si conocía a sus compañeros de bancada y eran las caras famosas -como Lilia Lemoine o Marcela Pagano- las que tenían que oficiar de maestras de ceremonia, introduciendo y presentando. «A Fernando Iglesias vamos a tener que sumarle ahora a Lilia», ironizaban, a unos metros, diputados peronistas.

Por todos lados se repetía la misma dinámica: los veteranos presentaban a los nuevos y, café de por medio, terminaban de cerrar los detalles de la composición de los flamantes bloques. En una esquina, Agustín Domingo -que responde a Alberto Weretilneck– conversaba con los diputados que responden al neuquino Rolando Figueroa y los misioneros de Oscar Herrera Ahuad, buscando terminar de darle forma a Innovación Federal: el interbloque provincial que buscará liderar, por separado de Unión por la Patria y de lo que fue la bancada de Juntos por el Cambio, las negociaciones con Milei. Se le habían sumado, en la última semana, los tres salteños que responden a Gustavo Sáenz, que ya se habían despedido de sus antiguos aliados en UxP.

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El peronismo, mientras tanto, se iba encerrando de reunión en reunión. La noche anterior habían terminado de definir, tras un extenso encuentro de cuatro horas, que Germán Martínez continuaría siendo el titular de la bancada. Se sostendría la unidad de un bloque: nada de interbloques, como reclamaba el jujeño Guillermo Snopek, ni de monobloques, como especulaba el santafesino Roberto Mirabella. La fuga de los tres salteños había sido un golpe, pero UxP continuaba teniendo la primera minoría -ahora con 101 bancas- y pretendía conservar este volumen hasta que se definiera, al menos, la composición de las comisiones. «Somos el 40 por ciento de la cámara, así que nos corresponde el 40 por ciento de las presidencias y el 40 por ciento de las comisiones», afirmó, tajante, una de las espadas peronistas.

El ex interbloque de JxC, mientras tanto, había resuelto sus internas 48 horas antes. La UCR, después de amargar con romperse, logró mantenerse unida bajo la presidencia del cordobés Rodrigo de Loredo. Sabían que tendrían 35 diputados, y nada más: no había estrategia unificada, ya que había todo un sector -el encabezado por De Loredo- que pretendía garantizar la gobernabilidad de Milei, mientras que había otro -el liderado por Facundo Manes– que no quería saber nada con eso. El PRO, mientras tanto, había reconfirmado su unidad y el liderazgo de Cristian Ritondo, aunque en un escenario de mayor incertidumbre. «El formato que nos trajo hasta acá hoy no va a ser el mismo en unos meses», aseguraba, jocoso, uno de los larretistas que había amagado con romper hace unas semanas.

Internas a cielo abierto

LLA aprobó su primer test de gobernabilidad sin grandes problemas: la designación de Martín Menem se aprobó por unanimidad (solo la izquierda se abstuvo). «Se necesita más libertad para vivir más dignamente», declaró, ya desde el estrado, en un discurso cien por ciento libertario, en el que habló de la necesidad de un ajuste en el Congreso. «Les pido que me ayuden para cumplir el mandato para el que los ciudadanos nos eligieron. Que Dios bendiga nuestra patria y que las fuerzas del cielo bendigan nuestras acciones», finalizó, entre los aplausos y chiflidos de los palcos, entre los que se encontraba Karina Milei, en un primer plano, pero también gran parte de la familia Menem, como su prima Zulemita y su padre Eduardo (ex senador nacional que lo está asesorando en el funcionamiento de la cámara).

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Después se definieron las vicepresidencias y tampoco hubo grandes problemas. Fue resultado de un acuerdo entre los principales bloques: la vicepresidencia primera fue para Cecilia Moreau (UxP), la segunda para Julio Cobos (UCR), y la tercera para el PRO. Los inconvenientes llegaron, sin embargo, al momento de definir cuál sería el mecanismo para definir la composición de las comisiones. En varias reuniones bilaterales que Menem había encabezado con Germán Martínez y Cristian Ritondo se había definido que se haría por bloque y por sistema D’Hondt, pero al momento de discutirlo en el recinto el panorama cambió.

Juan Manuel López tiró la primera piedra, pero la estrategia elegida formaba parte de una alianza tentativa que están tejiendo, por estas horas, el radicalismo junto a la Coalición Cívica y Cambio Federal, el bloque liderado por Miguel Ángel Pichetto y Emilio Monzó. El interbloque no tiene aún forma -tendría 50 diputados-, pero anticipándose a su creación, este sector planteó que la composición de las comisiones tendría que ser por bloques o por «grupos de bloques». «Usted tiene la flexibilidad, presidente, para armarlo como quiera», deslizó López. Empezaron los gritos: ni el PRO -que tiene la segunda minoría con 38 diputados- ni UxP -que tiene la primera minoría- querían saber nada de «grupos de bloques» que podrían disputarles más sillas en las comisiones.

«Nosotros habíamos llegado a otro acuerdo, presidente», le recordó Martínez. «Tiene que ser proporcional, tiene que ser por bloque», coincidió, en voz más baja, el propio Ritondo. En un momento, buscando exponer este alineamiento UxP-PRO, Pichetto y el resto de la alianza cambiemita no-PRO propuso someterlo a votación. Los gritos se elevaron y, en el medio, estaba Martín Menem, sin saber cómo resolver la situación. «No es un buen comienzo, presidente», le advirtió Martínez y le pidió ir a un cuarto intermedio para resolver la situación.

Finalmente, luego del griterío y el cuarto intermedio, se avanzó con lo que se había acordado previamente entre Ritondo, Martínez y Menem -que, entre los tres, concentraban las dos terceras partes de la cámara-, es decir: las comisiones se conformarían por sistema D’Hondt y partir de los bloques confirmados. «Martín se equivocó, tendría que haber aprovechado esta sesión para consolidar una nueva mayoría y no sumó a ni uno solo, porque el peronismo no le va a votar nada», refunfuñó uno de los cambiemitas. A unos metros, un compañero de bloque agregó: «A Menem se lo comieron vivo».

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Las juras

Antes de que comenzaran las discusiones, los 130 nuevos diputados que asumían sus bancas tuvieron que jurar. Y, como suele ocurrir, muchos optaron por tunear sus discursos. Varios optaron jurar por «los 30 mil desparecidos» o por «Néstor y Cristina», otros eligieron a «los héroes de Malvinas» o -un hit libertario- «la libertad de todos los pueblos». Hubo una diputada de LLA, Nadia Márquez, una pastora evangélica, que juró «invocando la protección de Dios» y que, agitando el pañuelo celeste que tenía atado a una muñeca, gritó: «Sí a la vida».

Unos de los momentos más tensos se vivió cuando juró Juan Marino. «Por el pueblo de la Nación, que va a sufrir la agresión de la motosierra y a 40 años de democracia», sostuvo el diputado de UxP, que llevaba una remera roja que decía «Nunca Más». Desde los palcos donde estaban los invitados de los libertarios sonaban chiflidos y gritos: una constante molesta que se repetiría en varias ocasiones.

En la Cámara alta

En un escenario más ordenado que la Cámara de Diputados, el Senado de la Nación también renovó su composición. Sin la presencia de Cristina Fernández de Kirchner -que, por el viaje de Alberto Fernández a Brasil, estaba a cargo del Ejecutivo-, juraron los 24 nuevos senadores elegidos en los comicios del 22 de octubre. Entre ellos estaban los siete senadores con los que La Libertad Avanza inaugurará bloque propio: será una minoría endeble, representativa de menos del 10 por ciento de la cámara, que obligará a la nueva presidenta del Senado, Victoria Villarruel, a negociar con todos los bloques -incluso el peronista- para poder sacar leyes.

El trámite formal duró un par de horas y, más allá de las juras, contó con un emotivo homenaje al fallecido senador fueguino Matías Rodríguez.

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