Por supuesto, esto sucede de vez en cuando, espontáneamente, y ha ocurrido muchas veces de forma independiente en la historia evolutiva reciente de las rosas. Y cuando ha pasado, el ser humano ha preferido las que tienen la mayor cantidad de pétalos.
De este modo, gracias a la selección artificial, el rasgo se ha ido heredando y potenciando cada vez más. Y del mismo modo que hemos seleccionado las zanahorias más naranjas o las ovejas con más lana, hemos pasado de tener rosas silvestres con cinco pétalos pequeños, a miles de variedades de rosas domésticas con entre 10 y más de 100 pétalos.
REFERENCIAS:
Bendahmane, M., Dubois, A., et al. 2013. Genetics and genomics of flower initiation and development in roses. Journal of Experimental Botany, 64(4), 847-857. DOI: 10.1093/jxb/ers387
Dubois, A., Raymond, O., et al. 2010. Tinkering with the C-Function: A Molecular Frame for the Selection of Double Flowers in Cultivated Roses. PLoS ONE, 5(2), e9288. DOI: 10.1371/journal.pone.0009288
Pérez Morales, C. 1999. Morfología de espermatófitos. Ed. Celarayn.
Tan, J., Wang, J., et al. 2017. Genetic relationships and evolution of old Chinese garden roses based on SSRs and chromosome diversity. Scientific Reports, 7(1), 15437. DOI: 10.1038/s41598-017-15815-6