El paso de Coldplay por Argentina será recordado por años. A días del cierre de su histórica saga de 10 conciertos en el estadio de River, la huella que dejó impresa la banda durante su estadía en Buenos Aires es contundente.

Desde la última semana de octubre –cuando los británicos se instalaron en el país– hasta hoy, el cuarteto se convirtió en parte de la agenda pública del mismo modo en el que antes lo hicieron artistas como The Rolling Stones, U2, Madonna o Guns ‘N’ Roses, sólo por citar algunos nombres de peso específico en la industria musical de las últimas tres décadas.

Ya sea por la buena onda general de su cantante para hacia los fans, por las distintas anécdotas surgidas en este quinto periplo argentino o por casualidades como el hecho de que Camila Homs haya coincidido en River con la presentación sorpresa de Tini Stoessel, en estos últimos días hubo Coldplay para todos y todas.

Cada dato resonante vinculado a esta inolvidable seguidilla de conciertos ha dado lugar a comentarios, a análisis, a historias de vida y a todo tipo de contenido relacionado con la banda y su vínculo con un país que ya los hizo parte de su idiosincrasia. (Incluso conjeturas sobre una posible fiesta privada sin celulares protagonizada por un “mirón” Chris Martin.) Sin embargo, nada de eso sería posible sin un hecho fundamental: Coldplay lo da todo en un show que ostenta un imaginario visual imposible de pasar por alto.

Experiencia completa: entretenimiento ATP

La viralización de todo lo relativo al grupo tiene que ver con los imponentes récords de asistencia conseguidos (seis estadios de Wembley, 10 canchas de River, por caso). Pero no hay dudas de que esos hitos de convocatoria están amparados en la aventura artística y tecnológica en la que se ha embarcado la banda desde hace más de una década.

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Sin dudas, el show del Music of the Spheres World Tour es irresistible para una amplia gama de público: desde los más pequeños hasta los más grandes; desde los fanáticos dispuestos a todo hasta quienes llegaron hasta aquí por el envión de la tendencia. ¿Cuál es el secreto para vender tantas entradas? Probablemente, hacer un espectáculo que todos quieran ir a ver.

Eso es lo que ha conseguido finalmente Coldplay, que, más allá de su repertorio de por sí imbatible, propone a sus seguidores (y no tanto) vivir una experiencia de entretenimiento completa.

Por caso, el youtuber porteño Sir Chandler, especializado en viajes y turismo, hizo un video de su paso por River junto con su familia. En ese registro se pueden ver las pulseras, las pantallas, la extensa plataforma hasta el escenario del medio, el despliegue de colores en forma de luces, láser y fuegos artificiales y una lista de canciones que acompaña el flash con la épica que Chris Martin y los suyos han sabido construir.

Todo eso en el marco de un estadio lleno, con más de 60 mil personas conectadas con lo que está sucediendo en ese momento y lugar indicados. ¿Cómo no querer estar ahí?

La cancha de River durante uno de los shows de Coldplay. (Twitter/@flying_high1986).
La cancha de River durante uno de los shows de Coldplay. (Twitter/@flying_high1986).

El estadio como lienzo, el público como escenografía

En su reseña del primer show de los británicos en Buenos Aires, Marcelo Fernández Bitar señala el poder del “boca en boca” que ha generado la banda en sus sucesivas visitas en 2007, en 2010, en 2016 y en 2017. Las anteriores a esta gira, ambas en La Plata, ya habían mostrado la innovación que suponen las pulseras LED. Pero fue el paso del tiempo, potenciado por el factor pospandemia y el éxito del más reciente álbum de la banda, lo que terminó de acomodar todo para el récord de sold outs.

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Para quien haya estado en River, es fácil entenderlo todo. La experiencia Coldplay no defrauda. La adrenalina que produce un estadio iluminado por las manos del público habilita una emoción que no se vive todos los días. La sensación de ser parte de algo más grande que uno mismo se impone ante la contundencia de lo propuesto por la producción. A veces, un espectáculo puede convertirse en mucho más que eso.

En esa senda, las tribunas y los fans se convierten en parte esencial del plan por su potencia a nivel visual. En paralelo, la banda deja que el protagonismo sea compartido para que la comunión sea completa y la música vale tanto como lo que provoca todo ese universo originado a partir de ella. De repente, lo que sucede a nivel escenográfico es tanto o más llamativo que lo que puede verse en el escenario o en las pantallas. Una cancha de fútbol en medio de un concierto multitudinario puede ser, también, un lienzo sobre el cual pintar una obra maestra.

Recital de Coldplay en River (Clarin)
Recital de Coldplay en River (Clarin)

Como sucedió meses atrás con Rosalía, la llegada de Coldplay al país con su más reciente gira vuelve a poner patas para arriba lo que entendemos por un show musical en este momento de la historia. Aunque lo de la española tuvo carácter vanguardista y sabor a ciencia ficción, la opulencia de los británicos confirma el síntoma de época: los conciertos de música en vivo ya no son sólo eso y es momento de abrazar ese viento de cambio.

En ese contexto, el Music of the Spheres World Tour es una muestra cabal de las posibilidades y de los retrocesos de nuestra era hiperconectada, pero también es un recordatorio expreso de aquello que sostiene todo ese andamiaje viral. Nada, ni siquiera la más fulgurante estrella pop, puede escaparle a la fugacidad si no deja una huella profunda en la vivencia personal de quienes hacen que la rueda siga girando.

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