Por estos días, termina la temporada más fuerte de los festivales en Córdoba, que de unos años a esta parte se han convertido en grandes atractivos turísticos para la provincia y en una enorme industria cultural en sí misma.

La ausencia en 2021 por las restricciones que trajo el Covid-19 fue sin lugar a dudas un duro golpe para las economías de cada región: estos eventos mueven millones de pesos y generan miles de puestos de trabajo, tanto directos como indirectos.

Por todo esto, había una sensación de que los festivales tenían que “salir a cómo dé lugar”: otro año sin que se realizaran podía ser catastrófico.

Más allá de las cuestiones artísticas y simbólicas de cada uno de los eventos (algunos más nuevos y otros con una larguísima tradición), la experiencia del espectador en el regreso presencial tuvo varias complicaciones que los hacen quedar en deuda en este esperado regreso.

Retiro de entradas

El primer punto para marcar: es inadmisible que con todos los avances en el manejo online que trajo la pandemia, todavía haya festivales que continúan trabajando con entradas físicas para ingresar.

Este fue el caso de Cosquín Rock, cuyos tickets se comercializaban por el sistema Edenentradas. El retiro de las entradas físicas fue un verdadero dolor de cabeza para el festival y, sobre todo, para los espectadores de otras provincias, quienes llegaron a Córdoba el mismo día del evento.

Larguísimas filas con varias horas de demora se registraron tanto en el local de Edén como en las inmediaciones del predio en Santa María de Punilla.

José Palazzo, cara visible del evento, reconoce que hubo un colapso y lo atribuye a varios motivos. “Es cierto que con la pandemia cambió el hábito de venta y ahora es todo online. Antes el público iba a cada punto de venta, compraba y retiraba en el momento”, advierte el productor.

Fue un tormento canjear entradas para Cosquín Rock. (Javier Ferreyra)
Fue un tormento canjear entradas para Cosquín Rock. (Javier Ferreyra)

Además, agrega que el agravante fue que hubo una gran cantidad de venta en los últimos días previos al evento y contratiempos el mismo sábado. “Teníamos nueve mil operaciones para canjear, lo que equivale a 15 mil entradas, aproximadamente. Y ese día tuvimos tres cortes grandes de internet que hicieron todo más complicado”, explica.

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Más allá de los atendibles contratiempos, una de las soluciones podría haber sido habilitar el sistema de envío a domicilio de los tickets, algo por lo que hubieran optado una gran cantidad de compradores, incluso pagando un recargo como el que se cobra en la mayoría de los casos. Con tal de no pasar por esas interminables filas bajo el sol y tener que perderse una parte importante de la programación, muchos lo hubieran elegido.

Mirando el futuro

A pesar que el sistema de Edén cuenta con ese servicio de envío a domicilio, esta vez no se utilizó, aunque según Palazzo será una fija en el futuro. ¿Y la entrada con código QR desde el celular, como se utiliza en tantos festivales? El gran problema es la inversión tecnológica que trae aparejada.

“Se requiere una gran cantidad de ‘pistolitas’ para leer los códigos. En este momento no podemos hacerle frente a esa inversión, pero está claro que vamos hacia eso. Seguramente haya un mix de ambos sistemas el año próximo”, adelanta el productor.

Alertados por esta situación, la dinámica cambió para el enorme show de La Renga del pasado sábado en el mismo predio y en el que según cifras oficiales asistieron 55 mil personas: se dispusieron muchos más puntos de retiro en otras provincias, y la gran mayoría llegó con su entrada en mano, según Palazzo.

De todas formas, hubo otra disposición con más bocas de retiro ubicadas ahora en el playón donde se realiza habitualmente la Fiesta de la Avicultura. “Si funciona bien, lo aplicaremos para el Cosquín Rock del año que viene”, aclara el productor.

El gran inconveniente que se generó en el show de La Renga tuvo que ver con la salida del público, ya que las vías para descongestionar el predio fueron muy limitadas. Según testimonios de los presentes, hubo amontonamientos y situaciones peligrosas.

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Esta salida tumultuosa fue un problema en el Cosquín Rock durante varios años, algo que se solucionó sobre todo con el egreso escalonado del público por la decisión de armar la grilla con artistas convocantes en horarios más tempraneros. Claro que eso no sucedió en el caso de La Renga, cuando todos quisieron salir a al finalizar el show y por el único lugar habilitado.

Una de las grandes dificultades con las que un espectador puede toparse en un festival es cuando le urge recurrir a un baño. Una necesidad básica que muchas veces puede quedar insatisfecha.

Si bien en el caso de Cosquín Rock este año creció notablemente la cantidad de baños químicos dispuestos, tanto en el anfiteatro José Hernández de Jesús María como en la plaza Próspero Molina de Cosquín, las largas filas siguen siendo un problema recurrente.

La espera “eterna” se hizo muy visible durante las jornadas más concurridas de ambos festivales de folklore y en la exitosa primera edición del Cosquín Cuarteto, que reunió a los principales artistas del género y agotó entradas dos días antes del comienzo.

“Tenemos muchas cosas para mejorar, y esa es una”, reconoce Maxi Marinaro, principal productor del evento, cuya marca fue registrada con ese nombre y ya tiene planes de expansión con ediciones en La Rioja y en Buenos Aires, y hasta el sueño de una “internacional”. Al notar el gran déficit, en la segunda jornada se sumaron 50 baños químicos, aunque por momentos tampoco fueron suficientes.

“La plaza está muy bien preparada para formato teatro. Pero al sacar las butacas, hay que contemplar más detalles”, agrega. Y luego confirma que el convenio con el municipio de Cosquín se firmó por cinco años con la opción de renovar por tres más. “Fue algo histórico y un orgullo para Córdoba que llegara tanta gente de otras provincias”, dice. Los números y la calidad de la propuesta artística lo avalan.

Otro de los dolores de cabeza que tiene que afrontar un asistente a los festivales es el momento de comer y beber. Las enormes demoras, sobre todo en las horas pico, siguen siendo un problema sin solución a la vista.

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Las conservadoras van cargadas en su mayoría de fernet y agua saborizada (José Hernández)
Las conservadoras van cargadas en su mayoría de fernet y agua saborizada (José Hernández)

En esos casos, el tip para el espectador es tratar de consumir temprano, incluso antes de tener hambre, con lo que se ahorra las largas filas para comprar los tickets. ¿Y las cargas virtuales como “precompra” que se realizan en otros eventos, por ejemplo, de Buenos Aires? El gran obstáculo aquí es la conectividad en varios de los predios.

En el caso de Cosquín Rock, Palazzo apunta que se realizó una gran inversión con una de las empresas más importantes de telefonía e internet, pero así y todo hubo cortes y problemas, lo que imposibilitaría optar por un sistema más moderno.

A favor de este festival, este año se dispusieron más puestos de comida con diferentes opciones y hasta se permitió el ingreso de frutas. Eso sí, los precios de algunos productos provocaron varias quejas, ya que si a un gasto promedio de tres mil pesos para comer y beber le sumamos la entrada y el traslado, estamos hablando de casi 10 mil pesos para pasar un día en el festival.

El Festival Bum bum usó un sistema de lectores digitales para el ingreso
El Festival Bum bum usó un sistema de lectores digitales para el ingreso

En el novedoso Festival Bum Bum, encabezado por La Mona y motorizado por su hijo Carli Jiménez, se implementó un sistema de tickets similar al del Lollapalooza. Si bien agilizó las transacciones, tuvo el problema de que al suspenderse la segunda jornada por la tormenta, una importante parte del público se quedó con tickets en su poder. El canje por el dinero se realizó solamente el lunes posterior y en un horario limitado, algo que no favoreció a que se resolviera la cuestión.

Mientras tanto, en Jesús María, la querida conservadora sigue siendo la gran aliada de los espectadores. Aunque pague una entrada aparte, sin dudas se amortiza holgadamente.

En definitiva, si bien la calidad de los espectáculos es cada vez más atractiva y la demanda por ser parte de estas experiencias se sigue renovando, la necesidad de mejorar el trato para con el público también está a la vista.

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