El oso de las cavernas (Ursus spelaeus) vivió en Eurasia durante el Pleistoceno tardío, desde hace 200 000 años hasta su extinción hace unos 25 000 años.

Se trata de una de las especies más características de la fauna del Cuaternario europeo y el más famoso de entre todos los osos prehistóricos. Tanto su nombre científico como la popular denominación “oso de las cavernas”, se debe a que los primeros restos fósiles se encontraron en cuevas. De hecho, se conocen hallazgos de fósiles de estos animales desde bien antiguo. Muchas cuevas europeas han recibido el nombre de “Cueva del Dragón” y no es de extrañar, pues la imaginación del ser humano volaría fácilmente al alumbrar con velas algún enorme cráneo de esta especie, con su morro acabado en grandes colmillos.

Una bestia del Cuaternario

No sería hasta 1794 cuando Johann Christian Rosenmüller describió a la especie y la nombró Ursus spelaeus. Si bien es cierto que los científicos distinguen hasta cuatro linajes genéticos dentro de lo que solemos llamar “oso de las cavernas”. Algunos investigadores incluso los toman como especies distintas, añadiendo los nombres de Ursus ingressus, Ursus kudarensis y Ursus rossicus. La relación entre las cuevas y los osos se ajusta a la necesidad de hibernación que tiene este animal. De hecho, se han encontrado cuevas en las que se acumularon miles de huesos de osos de las cavernas porque no pudieron sobrevivir al periodo invernal y morían de inanición en el interior de las cuevas.

El oso de las cavernas era uno de los más grandes de la prehistoria. Se podría comparar a los tamaños que alcanzan los actuales osos polares y Kodiak. Con 130 centímetros de altura hasta la cruz, los machos pesaban entre 400 y 500 kilos, mientras que las hembras rondaban los 250 kilos. Este dimorfismo sexual relativamente pronunciado, permite en muchos casos saber si los restos fósiles que se encuentran pertenecieron a hembras o a machos.

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El oso de las cavernas se extendió por toda Europa y parte de Asia, en zonas del Cáucaso y el sur de Siberia, donde se encontró un oso cavernario en perfecto estado de conservación. El fósil, prácticamente una momia, quedó congelado y ha llegado hasta nuestros días manteniendo hasta el pelaje. En cuanto a la península Ibérica, los restos de Ursus spelaeus solo se han hallado en el norte y en el yacimiento de Atapuerca por el momento. El País Vasco destaca como una zona en la que se encuentran acumulaciones de restos fósiles de esta especie en multitud de localidades.

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