De las sobras a la dieta gourmet

Alguien podría pensar, por tanto, que alimentarse de sobras es lo mejor para un perro. Si llevan miles de años haciéndolo, y tan mal no les ha ido, no hay motivo para dejar de hacerlo. Sin embargo, las sobras que dejaban los humanos hace diez mil años no son las mismas que las que dejamos ahora.

Durante la mayor parte del tiempo compartido con los perros, el ser humano era cazador y recolector, lo que convirtió a los perros en animales que se alimentaban principalmente de lo que cazaban y recolectaban; carne, pescado, frutos, raíces…

Antes del Neolítico, la agricultura aún no existía, los cereales no formaban parte de la dieta habitual, ni la leche y sus derivados, y los huevos eran un alimento puntual. En los últimos diez milenios, con los cambios en la forma de comer de los humanos, también ha cambiado el modo de alimentar a los perros.

Las sobras tienen un problema importante: no siempre contienen todos los nutrientes que nuestros compañeros necesitan. Los perros, como las personas, tienen determinados requisitos de alimentación, que cambian en función del tamaño, la edad, la raza o por la presencia de ciertas patologías. Conocer las necesidades de nuestro perro es, por supuesto, nuestra responsabilidad. Y eso implica que en muchos casos, las sobras no sean suficientes, y su dieta deba complementarse con productos expresamente destinados para ellos; que pasen de las sobras, a una dieta a su medida.

Dieta BARF

Las dietas a base de carne cruda para alimentar a las mascotas se ha convertido en una tendencia cada vez más popular entre los dueños de mascotas. De hecho, tiene su propio nombre: BARF, acrónimo en inglés de «comida cruda biológicamente adecuada». La mayor parte del producto es de origen animal, casi la mitad, huesos carnosos crudos, como cuello de pollo, y aproximadamente un 10 % de frutas y verduras, aunque la dieta se adapta específicamente a las necesidades de cada animal. Esa comida pasa un tiempo congelada antes de ofrecérsela al animal.

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En origen, la idea es comprar los alimentos y que cada dueño establezca las porciones adecuadas para su perro. Pero esto implica mucho tiempo, y conocimientos de nutrición avanzados que no todo el mundo tiene. Para solucionar ese problema, ya hay empresas que venden paquetes preparados con productos crudos y listos para comer.

Una de las defensas de las dietas BARF es que, al tratarse de alimentos naturales y no procesados, son mejores para la salud del animal, además de que la comida cruda se parecerá más a su dieta natural original. Este segundo argumento ignora el hecho de que los perros llevan con nosotros decenas de miles de años, alimentándose de nuestras sobras cocinadas, por lo que si hay una “dieta natural” para un perro, hace milenios que dejó de estar compuesta enteramente por alimentos crudos.

El otro argumento es aún más peligroso. Que algo sea natural no significa que sea bueno, como tampoco que algo sea artificial implica que sea malo. Hay cosas buenas y malas naturales, y cosas buenas y malas artificiales. Por ejemplo, para los perros —y para las personas—, las bacterias del género Salmonella son malas, a pesar de que son totalmente naturales. 

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