Lamentablemente, con el paso del tiempo las relaciones entre el Museo Americano de Historia Natural, o mejor dicho el propio Andrews, y el Gobierno de Mongolia fueron volviéndose tensas. Esto ocurrió en parte debido a la subasta -no autorizada, obviamente- de un huevo con la que se intentó conseguir financiación para una nueva expedición. Debido a esto, la expedición de 1925 fue la última en la que pisaron el Gobi de Mongolia en aquella primera etapa, ya que fueron expulsados, e incluso acusados de espionaje. Hubo expediciones posteriores hasta 1930, pero se limitaron a explorar territorio Chino sin entrar en Mongolia.

A partir de 1927 empezaron a tener lugar nuevas expediciones, pero en esta ocasión los paleontólogos implicados fueron suecos y chinos. Luego, polacos y mongoles. Incluso coreanos. Y en años recientes, y tras restablecer las buenas relaciones, el propio Museo Americano ha vuelto satisfactoriamente al Gobi.

Todavía nos llegan novedades de estos yacimientos, ya que es un desierto con una enorme extensión, y donde abundan tanto los afloramientos cretácicos como cenozoicos. Así que, con seguridad, volveremos a hablar de este mágico lugar.

Referencias:

Osborn, H.F. 1924a. Three new Theropoda, Protoceratops zone, central Mongolia. American Museum Novitates, 144: 1-12.

Clark, J.M. et al. 2001. Two new oviraptorids (Theropoda:Oviraptorosauria), upper Cretaceous Djadokhta Formation, Ukhaa Tolgod, Mongolia. Journal of Vertebrate Paleontology, 21(2): 209-213.

Sanz, J.L. 2007. Cazadores de dragones: Historia de los paleontólogos que descubrieron y estudiaron los dinosaurios. Ed. Ariel.

Gascó, F. 2021. Eso no estaba en mi libro de historia de los dinosaurios. Guadalmazan.

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