Arquitectura biomimética

El arquitecto Michael Pawlyn es uno de los que más abogan por aprender de la naturaleza para asegurarnos un futuro sostenible: “la biomimesis tiene muchas de las soluciones que vamos a necesitar en un futuro. Si empezamos a hacer las cosas como hace la naturaleza, podremos ahorrar en energía y recursos un factor 10, 100 e incluso 1 000”. Un ejemplo lo tenemos en ciertos escarabajos desérticos del género Stenocara, que viven en el desierto del Namib, en la costa de Namibia. Así, la estructura de sus élitros (alas anteriores) les permite condensar sobre ellos las gotas de agua que transporta la brisa que llega del Atlántico a las dunas en que viven. Para ello, al amanecer, se colocan en posición sobre las más altas. El truco está en que cuando el viento transporta gotas de agua en la bruma y éstas se depositan una superficie hidrófila (que tiene afinidad por el agua) como un vidrio limpio o una piedra, la gota de agua se aplana sobre ella debido a las fuerzas electrostáticas que aparecen entre las moléculas de agua y las de la superficie en cuestión. La consecuencia de este aplanamiento es que la sección transversal de la gota se hace tan pequeña que el propio viento no puede arrastrarla y se queda en la superficie. Y no solo eso, sino que debido a la afinidad que las moléculas de agua tiene entre sí, esta superficie acuosa también atrae a otras gotas de la bruma. De este modo, tal y como descubrieron en 2004 Andrew R. Parker, un zoólogo de la Universidad de Oxford, y Chris R. Lawrence, un científico de QinetiQ, una multinacional dedicada a la investigación para la defensa con sede en en Farnborough, Inglaterra, los escarabajos Stenocara captan el agua con sus élitros hasta formar una gota que terminará por resbalar hasta su boca, ya que el insecto los coloca para que tengan una pendiente de 45º.

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Esta forma tan elegante de captación de agua tiene grandes aplicaciones, como colectores de niebla en aeropuertos especialmente expuestos como, sobre todo, recolectar agua del ambiente en lugares especialmente desérticos. De hecho, distintas tecnologías inspiradas en este escarabajo ya funcionan en 22 países africanos.

Realmente resulta difícil competir con la finura tecnológica de la naturaleza marcada por millones de años de evolución. Un ejemplo lo tenemos en uno de nuestros huéspedes más molestos, el mosquito. No hay aguja hipodérmica mejor que el aparato chupador de la hembra de estos dípteros tan molestos: incorpora elementos cortantes, taladradores inoculadores de anestesia y anticoagulantes y por supuesto la bomba de succión. Y todo reunido en un único artilugio.

No hay duda que gran parte de la tecnología del futuro pasa por la biomimesis: se estima que para 2025 su volumen de negocio podría suponer 300 mil millones de dólares solo en EEUU.

Referencias:

Benyus, J. M. (2002) Biomimicry, William Morrow & Co

Vogel, S. (2000) Ancas y palancas, Tusquets

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