La protesta convocada por la CGT y el FSMN mostró en todo el país el amplio rechazo al modelo económico oficial. Las centrales sindicales resaltaron la contundencia de la medida y reclamaron cambios. El Gobierno eligió la beligerancia y reprimió a organizaciones sociales que se movilizaron.

La mañana del quinto paro general que decretó la CGT contra la política económica del presidente Mauricio Macri comenzó con represión cuando por orden de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se impidió a fuerza de gases y balas de goma que organizaciones sociales expresen su repudio al Gobierno. Eso no impidió ni disminuyó la adhesión a la medida de fuerza que contó también con la realización de ollas populares que gremios del Frente Sindical para el Modelo Nacional (FSMN) implementaron junto a los movimientos sociales conocidos como los Cayetanos, a modo de adhesión a la medida de fuerza. En ese contexto, tanto la conducción de la central obrera con Héctor Daer y Carlos Acuña a la cabeza como la del Frente Sindical, evaluaron la medida como “contundente” y advirtieron, sobre la posibilidad de realizar nuevas medidas de fuerza en los próximos meses.

Por la CGT, Daer reclamó “la rectificación de las políticas económicas que fueron erosionando la actividad productiva generando consecuencias devastadora en el tejido social argentino”. En tanto que Mario Manrique (Smata) desde el FSMN indicó que “se van a seguir tomando acciones. Es preocupante que el estado se fije en el acatamiento y no pone en la mesa los problemas que llevan a tomar estas decisiones”.

No estaba muy equivocado el secretario adjunto del gremio de los mecánicos. “Estamos hartos de los paros”, dijo Bullrich luego de que los efectivos de la Prefectura distribuyeran golpes y gases lacrimógenos entre los manifestantes del Polo Obrero que querían acceder al puente Pueyrredón. Luego se sumó el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, que cuestionó el costo de la medida. En tanto, el presidente Macri optó por no hacer referencias a la medida de fuerza y sí mostrarse con el fiscal Carlos Stornelli, quien se niega a explicar ante la justicia sus vínculos con la banda de espías y extorsionadores.

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El paro provocó un alto nivel de inactividad. Las ciudades estuvieron prácticamente vacías. Las escuelas cerraron sus puertas, los hospitales solo prestaron servicios de urgencia y el servicio de transporte público no funcionó en ninguna de las provincias. Tampoco hubo servicio de transporte aerocomercial ni marítimo. Mucho menos funcionaron los trenes y en la ciudad de Buenos Aires no partió ninguna formación de subterráneos. Todo se detuvo, salvo la represión ordenada por Bullrich contra las organizaciones sociales que habían anunciado manifestaciones y cortes circunstanciales como una forma de sumarse a la medida de fuerza de alcance nacional.

A diferencia de otros paros, en este hubo dos informes sobre el alcance de la huelga. El primero de ellos lo hicieron los gremios enrolados en el FSMN que se realizó poco antes del mediodía en la sede de Camioneros. La segunda la realizaron los integrantes del consejo directivo de la CGT. En ambos espacio se coincidió en calificar al paro de “contundente”.

Pero hubo algunas diferencias entre estos dos sectores. Por caso, el Frente Sindical organizó otra vez el armado de ollas populares como la que se organizó en la esquina del gremio de Camioneros o la que se hizo en la puerta del Smata que conduce Ricardo Pignanelli, por donde pasaron cientos de personas en busca de una comida caliente. Las ollas populares la realizaron también la Corriente Clasista y Combativa, Barrios de Pie y la Confederación de Trabajadores Desocupados.

La CGT prefirió no hacer nada porque, como justificó Acuña, ya se había realizado una movilización el pasado 4 de abril en defensa de la industria. Por eso la única aparición de su conducción fue a través de una conferencia de prensa que, a diferencia de lo que sucedió con la que hizo el FSMN, apenas fue transmitida por los canales de noticias.

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Durante la evaluación del Frente Sindical, Hugo Moyano aseguró que la medida de fuerza debe ser considerada como “la demostración más importante del rechazo de los trabajadores a las políticas que implementa el gobierno”. Luego Sergio Palazzo de La Bancaria criticó los dichos de Bullrich que los definió como una expresión “autoritaria”. También cuestionó al ministro Sica, que había dicho que el costo del paro asciende a 40 mil millones de pesos: “Si corrigieran la política económica y modificaran la base salarial solo el uno por ciento el crecimiento sería de 80 mil millones. Entonces habría más consumos y más trabajo”, señaló.

A su turno habló Daniel Catalano de ATE Capital, quien habló en representación de la CTA que dirige Hugo Yasky que se encontraba en Córdoba por los actos que recuerdan los 50 años del Cordobazo. Catalano señaló que la unidad de estos sectores sindicales “es lo mejor que puede pasar” y remarcó la necesidad de que el gobierno “escuche la voz de los trabajadores y no de los mercados. Los estatales seguiremos peleando porque el acuerdo del 28 por ciento no es suficiente”.

El discurso de la plana mayor de la CGT no fue muy diferente a lo que dijeron antes sus colegas del Frente Sindical. Daer aseguró que “la sumatoria de los trabajadores más un sector mayoritario del pueblo se sumó a la convocatoria de la CGT para reclamar medidas urgentes contra las medidas económicas que fueron erosionado la actividad económica”. Es más, dijo que el gobierno debe “frenar la caída y la decadencia política, social y económica de la Argentina”. De todas formas, el dirigente de sanidad no mostró expectativas por el tipo de respuestas que pueden llegar desde la Casa Rosada. Acuña, en tanto, se preocupó en responderle a Sica y el costo del paro al sostener, con un dejo de picardía, que esperaba que desde el gobierno “digan cuánto perdió la Argentina con la timba financiera y que nos digan cuánto perdemos los trabajadores con la inflación. Estaría bueno que nos den esa información”.

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Ambos sectores del movimiento obrero, la CGT y el Frente Sindical, intentaron evitar opiniones sobre unos y otros. Moyano se hizo el distraído. Manrique logró contenerse algo al decir que “el paro lo decretó la CGT y acatamos pero el 30 de abril decretamos uno nosotros y ellos no lo acataron y por eso tenemos compañeros procesados. De todas formas no vamos a calificar a otros dirigentes eso lo hará la gente”, concluyó. A su turno Daer sólo hizo referencia a la existencia de matices. Eso fue un dato que sorprendió en el marco del proceso electoral que ya comenzó. De hecho, tanto Daer como Moyano apuestan a la fórmula que integran Alberto Fernández y Cristina Kirchner pero ambos buscaron centrar sus declaraciones a la cuestión sindical. De todas formas, el líder del gremio de la sanidad sólo agregó que “ninguno de los trabajadores en octubre van a votar a Macri”. Por su lado, Moyano avisó creemos que “aquel que no se suma a este esfuerzo (el del PJ) evidentemente está jugando para el enemigo porque tratan de restarle votos para favorecer a los que están gobernando” y avisó: “Ningún trabajador va a volver a equivocarse. En octubre cambia la historia”.

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