Han descubierto en Israel, en el valle del Jordán, uno de los primeros ejemplos de cultivo de árboles frutales del planeta, lo que demuestra que la horticultura del olivo (Olea europaea) y el higo común (Ficus carica) se practicaba desde hace muchos miles de años.

El análisis de un conjunto de madera carbonizada de un yacimiento arqueológico en Tel Tsaf en el Valle del Jordán (Tel Tsaf se encuentra en el valle central del Jordán, 32,5 km al sur del mar de Galilea, en el borde de la orilla occidental del río Jordán), ha revelado la presencia de madera quemada de 16 especies diferentes de árboles, incluidos olivos e higueras. Los investigadores han propuesto que, dado que el olivo no crecía de forma natural en el valle del Jordán, los habitantes debieron plantar los árboles de forma intencionada hace unos 7 000 años. Esto representaría el ejemplo más antiguo de domesticación del olivo en el Mediterráneo y en el mundo.

«Tel Tsaf era un gran pueblo prehistórico en el medio del valle del Jordán al sur de Beit She’an, habitado hace entre 7 200 y 6 700 años«, dijo el profesor Garfinkel.

 

La evidencia más temprana de la domesticación de un árbol frutal

Los restos de carbón fueron encontrados en la excavación arqueológica dirigida por el Prof. Yosef Garfinkel del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea. Los restos de los asentamientos de piedra incluyen patios, viviendas y grandes silos que habrían podido almacenar de 20 a 30 toneladas de productos. La gran capacidad de estos silos habría excedido las necesidades de los habitantes, e indicaría una agricultura exitosa y un complejo sistema económico de acumulación de excedentes y riquezas. Dado que el olivo no creció naturalmente en el Valle del Jordán, esto significa que los habitantes plantaron el árbol intencionalmente. Los hallazgos del estudio han sido publicados en la revista Scientific Reports.

“Soy la jefa del Laboratorio de Arqueobotánica y Ambientes Antiguos, que se especializa en la identificación microscópica de restos de plantas. Los árboles, incluso cuando se queman hasta convertirlos en carbón, pueden identificarse por su estructura anatómica. La madera era el “plástico” del mundo antiguo”, explica Dafna Langgut del Departamento de Arqueología y Culturas del Antiguo Cercano Oriente Jacob M. Alkow y el Museo Steinhardt de Historia Natural de la Universidad de Tel Aviv y coautora del trabajo. “Se utilizó para la construcción, para fabricar herramientas y muebles, y como fuente de energía. Es por eso que identificar los restos de árboles encontrados en sitios arqueológicos, como el carbón de los hogares, es clave para comprender qué tipos de árboles crecían en el entorno natural en ese momento y cuándo los humanos comenzaron a cultivar árboles frutales”.

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