Trabajo hay. La tasa de desempleo tanto en el país como en el Gran Córdoba viene bajando trimestre a trimestre desde la salida de la pandemia hasta situarse en niveles previos a la crisis. Hay menos desocupados, más ocupados y cayó la gente con dificultades muy graves de empleo.

En Córdoba, el desempleo retrocedió casi cuatro puntos en un año: 8,7% en el segundo trimestre, según publicó el miércoles el Indec.

Pero los fríos números de los últimos informes del mercado de trabajo esconden dos problemas graves. El primero, la informalidad laboral, que crece sin freno en la pospandemia como principal motor de la recuperación de puestos (trepó hasta 28,8% los ocupados buscando trabajo). El segundo, consecuencia del anterior, el poder adquisitivo de los salarios se cae a pedazos.

En relación con la informalidad, un informe publicado la semana pasada por La Voz expuso datos alarmantes: en el Gran Córdoba, desde mediados de 2021, el número de trabajadores no registrados que se desempeñan como asalariados en el sector privado inició el camino de superar al de los formales, algo que ya ocurría hace tiempo en la mayoría de las provincias del Norte, pero es inédito en el distrito que gobierna Juan Schiaretti.

El otro problema, la fuerte caída del salario real por la inflación (arriba del 5% desde hace seis meses), que afecta tanto a informales como formales, está generando, en este último caso, un rebrote de la conflictividad gremial.

No alcanza

Con un breve descanso en el trimestre noviembre-enero, en el que el salario total creció interanualmente más que los precios, la derrota de los ingresos de los asalariados se viene produciendo desde abril de 2018, dos años antes de la llegada de la pandemia.

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De los últimos siete meses (hasta junio, último dato publicado), los sueldos perdieron en cinco y todo indica que el escenario será peor en julio y agosto, con tasas de inflación del 7,4% y 7%, respectivamente.

Analizando sólo el sector privado formal, en el promedio de todos los sectores, la realidad mejora, pero el escenario está muy lejos de mostrar la recuperación de la brutalidad resignada entre 2018 y 2021.

Carrera perdida

Pero lo que encendió de nuevo las alarmas en las negociaciones entre gremios y empresas fueron los datos inflacionarios de julio y agosto, y los pronósticos sombríos para el cuarto trimestre del año.

Aunque la mayor parte de las paritarias ya cerraron, los sindicatos pugnan por acercar en el tiempo las cláusulas de revisión pautadas. “Me están hablando de 100% de inflación a fin de año, y no lo dice cualquiera, no lo dice la oposición, lo están diciendo desde el propio Gobierno”, reconoció el secretario general de un gremio vinculado al transporte.

Gastronómicos en alerta

En este contexto, la punta en el sector privado parece haberla hecho uno de los gremios más golpeados históricamente por la informalidad, ahora potenciada en la pospandemia: los gastronómicos.

Luis Barrionuevo, el polémico referente nacional de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA), disparó en el último encuentro gremial en Mar del Plata: “Es hora de que los empresarios paguen”.

Lo dijo en referencia a un paro de cuatro días que el gremio planea materializar entre el viernes 7 y el lunes 10 de octubre, un fin de semana turístico que en Córdoba es uno de los más redituables.

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Los gastronómicos reclaman por un aumento del básico que, en el escenario de máxima, equilibre las remuneraciones que pagan en las localidades turísticas (como las de los valles cordobeses) con las que se abonan en la Ciudad de Buenos Aires.

Sector público

La efervescencia gremial se hace más evidente en el sector público. Para muestra, basta el ejemplo de las poco frecuentes complicaciones que la Provincia tuvo para cerrar la paritaria para la segunda parte del año.

Aunque el SEP firmó sin mayor oposición una de las primeras ofertas, los docentes, con el IPC del Indec en la mano, se negaron aduciendo una fuerte caída del poder de compra de sus salarios.

La negativa terminó en un paro de la UEPC con una alta adhesión y en una propuesta mejorada que, por mayoría, encontró la aprobación luego de una fuerte resistencia en el interior del gremio que conduce Juan Monserrat.

Casi en paralelo, se encendieron las protestas en el gremio de los municipales de la Capital, el Suoem. El sindicato bajo el liderazgo de Rubén Daniele se declaró en estado de alerta y, desde entonces, lleva adelante un plan de lucha en busca de la reapertura de las negociaciones con el Ejecutivo que incluye asambleas de dos horas por turno y manifestaciones en distintas partes de la ciudad.

En la Secretaría de Trabajo de la Provincia, por ahora, no perciben que la conflictividad gremial haya aumentado más allá de lo que suele ocurrir en épocas de crisis.

“La inflación genera incertidumbre, la puja existe porque los gremios sienten que negociaron sobre la base de números que ya cambiaron; los precios los desbordan e intentan anticipar o acelerar los acuerdos”, reflexionan desde la cartera, aclarando que la realidad es muy diferente según el sector.

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“Hay actividades que tienen problemas de demanda y otras, como la industria automotriz, donde las dificultades están del lado de la oferta, pero los mecanismos están funcionando”, apuntan.

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