A cinco años de la desaparición del policía de la Ciudad de Buenos Aires Arshak Karhanyan y ante los nulos resultados en la investigación judicial, su mamá, Vardush, presentó una solicitud de Acción Urgente ante el Comité contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas para que intime al Estado argentino a que tome las medidas esenciales para la búsqueda del joven e investigue lo sucedido. Hasta octubre del año pasado la causa estuvo a cargo del exjuez Alberto Baños, actual secretario de Derechos Humanos: jamás imputó ni indagó a nadie y se perdieron pruebas claves como imágenes de cámaras que hubieran permitido reconstruir el recorrido de Arshak el 24 de febrero de 2019, último día que fue visto, y se arruinó el contenido de su teléfono celular mientras lo peritaba la policía porteña. Pese a las sospechas sobre esa fuerza, siguió participando del expediente.

La querella de la madre de Arshak está representada por la Red Federal de Derechos Humanos, que explicó la relevancia de lograr la intervención del Comité no sólo para impulsar una investigación que hasta ahora solo tuvo irregularidades y pedidos sin éxito de la familia y del fiscal Santiago Vismara. También le requirieron que le exija al Estado argentino que proporcione información sobre las medidas adoptadas. Si este organismo empieza a actuar, a partir de ahí el monitoreo es constante y «se mantiene abierta la acción hasta que la persona desaparecida haya sido localizada». Ese comité dispuso medidas urgentes, por ejemplo, en casos como el de Santiago Maldonado en Chubut, y el de Franco Casco, de 22 años, que estuvo detenido en una comisaría de Rosario en 2014 y su cadáver fue encontrado tres semanas después en el Río Paraná. Arshak sigue sin aparecer.

Algunos cambios

Algunas cosas empezaron a cambiar desde que interviene un nuevo juez, Martín Yadarola. Por empezar, recibió a Vardush -Rosita, en castellano-, a quien Baños jamás atendió y demoró ocho meses en aceptarla como querellante, tras haberle rechazado antesese rol. En los últimos días, además, fue admitida la participación del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para trabajar en el cotejo de muestras genéticas de personas enterradas como NN con las de Arshak, desde la fecha de su desaparición. Ya fueron emitidos oficios a todos los juzgados y fiscalías de CABA y la provincia de Buenos Aires para que remitan información. Se trata de establecer si el joven fue enterrado como NN en algún otro expediente judicial.

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«Después de estos cinco años siento un gran vacío, no sabemos nada de lo qué pasó. Arshak trabajaba para la Policía de la Ciudad que no lo cuidó, tampoco me vinieron a ver ni me dijeron nada después que desapareció. Estoy enojada», dijo Vardush. «El nuevo juez me recibió bien pero tengo la sensación de que no lo voy a ver a Arshak antes de morir. Una madre que pierde su hijo siempre sentirá que le falta algo. Estamos muy tristes, tengo otro hijo que también está mal. Buscamos ayuda internacional, necesitamos saber qué pasó y por qué. Aunque no lo encontremos con vida, quiero saber qué pasó», explicó con la voz quebrada.

El abogado a cargo de la querella, Mariano Przybylski, trabajó en el área de violencia institucional durante la gestión anterior. De hecho, desde esa dependencia se ocupaba del caso. Había recusado a Baños -justo cuando decidió dejar su cargo de juez- por el entorpecimiento de la investigación y por la pérdida de pruebas. Ahora, como secretario de Derechos Humanos, debería ocuparse, entre otros temas, de la violencia institucional, un problema creciente desde el retorno de Patricia Bullrich al Ministerio de Seguridad, dada su política represiva y de habilitar el uso de armas de fuego a los agentes acorde a la doctrina Chocobar. En la secretaría a cargo de Baños dijeron esta semana que no querellarán más en casos de violencia institucional.

Estos cinco años

La última persona que vio a Arshak fue Leonel Herba, quien había sido compañero  suyo en la División Exposiciones de la Policía de la Ciudad, un área que se ocupa  de allanamientos, incautación de droga y procedimientos vinculados al crimen organizado. Pero a Kharanyan lo habían mandado a la Comisaría 7B. Una filmación de la calle muestra a Herba y Arshak hablando en la puerta del edificio donde vivía este último en Caballito. Mantuvieron una conversación desde las 12.46 hasta las 13.23. Al joven desaparecido se lo veía nervioso. En un momento escuchan un audio juntos. Después de ese encuentro subió a su departamento, se cambió de ropa, tomó el arma reglamentaria y sus documentos y volvió a bajar para irse a las 14.24 . Lo curioso es que dejó sus dos celulares, y su moto sin cadena en la puerta del edificio. El detalle de los celulares es llamativo: no llevarlo impedía rastrear dónde estaba.

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Catorce minutos más tarde retiró plata de un cajero y luego entró a un supermercado Easy sobre avenida Rivadavia. Una de las pocas filmaciones rescatadas muestra que salió de ahí con una pala de pico en la mochila. Caminó hacia Paysandú y se le perdió el rastro. No se sabe nada más. Estaba de franco ese 24 de febrero y quedado en verse con una amiga y a la noche cenar con su mamá. No fue a ninguna de esas citas ni avisó que faltaría.

El fiscal Vismara quiso recuperar las filmaciones de cámaras de seguridad que estuvieran en un radio de 500 metros del Easy. En esa zona estaba comprendida la casa de Herba. El exjuez Baños le encomendó a la propia policía porteña que consiguiera las imágenes. Pero resguardaron las del día anterior, 23 de febrero, y solo tres de la fecha indicada. Había 49 cámaras en la zona. Así como no se sabe adónde fue Arshak, tampoco se sabe hacia dónde se dirigió Herba. La policía porteña tuvo que reconocer que no había resguardado las cámaras correctas. Era obvio que esa fuerza tenía interés en la causa, pero Baños insistió en sostenerla como auxiliar pese al pedido de apartamiento de la querella.

Ni siquiera provocó ese apartamiento la pérdida de prueba en Cibercrimen de la policía de la Ciudad, donde -además- había trabajado Arshak. Un primer informe decía que no habían podido extraer la información del Iphone que el policía había dejado en su casa. En rigor, había quedado reseteado de fábrica, como si no tuviera nada. Luego sacaron la tarjeta SIM y la pusieron en otro dispositivo. Un segundo informe decía que había algunos «datos» de Whatsapp pero que a los peritos no les parecían importantes y los descartaron. Ni siquiera especificaron si eran conversaciones o qué. Peor aún: indicaron que había información pero solo hasta el mes anterior a la desaparición. Un informe destinado a evaluar qué había pasado, finalizado en mayo de 2020, decía que los peritos no habían «respetado las buenas prácticas forenses». También se descubrió que la policía había hecho dos informes uno para la causa, que escondía datos, y otro para la fuerza.

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Muchos asuntos pendientes

La querella había pedido hace tiempo la indagatoria de Herba, al menos por «encubrimiento». Cuando declaró como testigo sobre la conversación de casi media hora que había mantenido con Arshak, dijo algo inverosímil: que hablaban de un plan de ahorro para comprar un auto. Los gestos de Arshak no revelaban un diálogo tranquilo.

Pero hay otro elemento en la causa que fue subestimado: cuando se analizó el celular de Herba se halló una conversación que tuvo con Jazmín Soto, que era su pareja y con quien tiene un hijo. Ella decía: «Vos seguí con el teléfono, seguí hueveando, seguí eh, haciendo no sé, desaparecer gente (…) El que está en orsai porque desapareció una persona y sos el principal sospechoso, sos vos. A mí la Justicia no me tiene del forro del culo, yo no estoy a punto de perder el trabajo, yo no le cagué la vida a nadie como vos hiciste y no le cago la vida a nadie (…) Hasta te cubrí con la fiscalía y omití un montón de cosas que sabía para no seguir ensuciándote ni embarrándote. Herba no está ni siquiera imputado.

«Nunca nadie del gobierno porteño, ni del Ministerio de Seguridad, ni de la Policía de la Ciudad dieron ninguna explicación de nada», dijo Przybylski a la AM750. «Sospechamos que la policía encubre pero no pudimos avanzar», agregó. El abogado repasó las anomalías, cómo Baños desplazó de la investigación al fiscal y burló sus medidas: cuando Vismara pidió allanamientos simultáneos en dependencias policiales el 28 de agosto de 2019, le pidió al exjuez que los firmara. Quería investigar en la Sección Análisis de Investigaciones Especiales, División Delitos Informáticos Complejos, Departamento Cibercrimen, de la Dirección de Prevención e Investigación de Delitos Tecnológicos, dependiente de la Superintendencia de Investigaciones de la Policía de la Ciudad; la Comisaría Comunal 7B; la División Exposiciones de la misma fuerza; y el domicilio particular de Herba. Pero «casualmente» aparecieron efectivos ofreciéndole «prueba» y Baños suspendió los procedimientos.

El entonces juez rechazó también el pedido de la familia para que el caso fuera considerado una «desaparición forzada». La Cámara del Crimen coincidió pero el fiscal de cámara no y el asunto está ahora en la Corte Suprema.

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