Todos aguardaban ansiosos. Había mucha expectativa sobre una reunión que se estaba realizando a pocos kilómetros de allí, en una noche de otoño de 2019. La espera fue en el quincho de la casa de Sergio Massa, en Tigre, con el anfitrión como principal interesado de la negociación entre Juan Schiaretti y Roberto Lavagna.

Cuando el asado ya estaba listo, llegó el gobernador cordobés. Todos esperaban la primera frase para saber cómo le había ido en la reunión con Lavagna, en la cual se definía gran parte del futuro del flamante Peronismo Federal.

“Se cree que es un emperador”, habría dicho el mandatario con su inalterable tonada cordobesa, según uno de los testigos de aquella cumbre del peronismo opositor.

Esa primera definición marcaba que no le había ido bien. El objetivo de los peronistas federales era sumar a Lavagna al espacio.

La propuesta de Schiaretti era simple: que Lavagna participara y que compitiera en la Paso con los otros precandidatos presidenciales, entre los que Massa estaba anotado.

Lanzado. El gobernador Juan Schiaretti, acompañado por el ministro Paulo Cassinerio, el jueves pasado, al ingresar a la facultad de Economía de la UBA. Admitió que buscará proyección nacional. (Federico López Claro)
Lanzado. El gobernador Juan Schiaretti, acompañado por el ministro Paulo Cassinerio, el jueves pasado, al ingresar a la facultad de Economía de la UBA. Admitió que buscará proyección nacional. (Federico López Claro)

Fue el último intento de Schiaretti de convencer a Lavagna para participar de lo que sería una avenida del medio entre Cambiemos y el PJ nacional, que aún no había alumbrado al Frente de Todos.

n no había alumbrado al Frente de Todos.

La dispersión del Peronismo Federal alimentó a los demás espacios. El salteño Juan Manuel Urtubey fue el candidato a vice de Lavagna, mientras que Miguel Ángel Pichetto fue el compañero de fórmula de Mauricio Macri y Sergio Massa se convirtió en un socio preponderante del Frente de Todos, que fundó Cristina Kirchner.

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Schiaretti volvió a Córdoba para concentrarse en buscar su reelección, desentendiéndose del escenario nacional.

En aquel momento, la relación entre Schiaretti y Lavagna no quedó bien, más allá de que ambos son mesurados y no hablaron en público de sus diferencias.

En privado, el gobernador creyó que al primer ministro de Economía de Néstor Kirchner le “faltó humildad” para sumarse al Peronismo Federal y pelear desde adentro su candidatura presidencial.

En los últimos meses recompusieron la relación con varias conversaciones telefónicas. Los diputados Carlos Gutiérrez (schiarettista) y el lavagnista Alejandro “Topo” Rodríguez trabajaron para volver a acercarlos.

El jueves por la tarde, un par de horas antes del austero desembarco de Schiaretti en el escenario nacional con una conferencia en la Universidad de Buenos Aires (UBA), ambos estuvieron nuevamente frente a frente, compartiendo un “largo café”, según dos testigos.

“Tuvieron muchas coincidencias sobre el escenario político nacional”, aseguró una fuente schiarettista.

Sin aspiraciones

Pasaron tres años de aquella negociación frustrada. Hoy el escenario y las aspiraciones personales de ambos son distintos: Schiaretti mantiene su objetivo de armar un nuevo espacio nacional, lejos del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio.

Mientras que Lavagna sigue activo con sus análisis económicos. Es un hombre de consulta –especialmente para el ministro Sergio Massa– pero está retirado de la disputa por candidaturas.

Esta situación marca la gran diferencia entre la actualidad y aquella cumbre fallida de 2019.

Schiaretti y Lavagna coincidieron en que el bloque Federal debe seguir trabajando unido en el Congreso, sobre todo en la Cámara de Diputados. Pero lo más importante fueron las coincidencias políticas. Lavagna alentó a Schiaretti para que siga trabajando en armar un nuevo espacio político.

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“Mi decisión es ir hasta donde me llegue el impulso. Es difícil construir una opción por fuera de la grieta, pero lo voy a intentar”, le ratificó el gobernador.

Schiaretti regresó de Capital Federal con dos sensaciones: está convencido de que buscará su proyección nacional pero, a la vez, sabe que su objetivo es tan complicado como el intento del Peronismo Federal tres años atrás.

En medio de la política, siempre se cuelan los problemas de gestión. Los legisladores schiarettistas volvieron de Buenos Aires con el compromiso de Massa de que aparecerán los subsidios nacionales para impedir el paro de 72 horas de la UTA, de la semana próxima.

“Confíen, no soy un gil. Será imposible aprobar el Presupuesto en medio de un paro de transporte en todo el interior. La plata aparecerá”, les dijo el ministro de Economía a un grupo reducido de legisladores opositores.

El intendente Martín Llaryora ya recibió esa novedad. El oficializado candidato a gobernador peronista sería el principal beneficiario si se levanta el paro, como prometió el influyente Massa.

Aunque habrá que esperar hasta el martes.

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