En pandemia el Gobierno porteño impulsa la vuelta a las escuelas de niñas y niños que no tienen wifi

Frente al Ministerio de Educación de la Ciudad un cartel con una extensa lista nombra a 200 chicos y chicas que, a más de cinco meses de la interrupción de clases presenciales producto del aislamiento obligatorio por la pandemia del coronavirus, aún esperan una computadora para poder estudiar. “La brecha educativa ya existía en la Ciudad, el tema es no seguir agrandándola”, señaló Agustina Eroles, maestra de primaria y coordinadora del área de educación de la Universidad Popular del Movimiento Barrios de Pie. La lista cita a los y las anotadas en el Registro Judicial de Estudiantes con Necesidades Informáticas no Satisfechas, creado por el Juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario Nº 2 de la Ciudad.

En junio, Barrios de Pie realizó un relevamiento en diferentes barrios vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires, sobre el acceso a la tecnología y a los materiales necesarios para estudiar. Del informe surgió que un 70 por ciento no tiene computadora en la casa y el 82,5 por ciento no tiene acceso a Internet. “Primero desconectaron a estos pibes, los privaron de una continuidad pedagógica, y ahora, en lugar de cuidarlos y resolver el problema como corresponde, los castigan mandándolos a la escuela”, advirtió Eroles.

Al pie del flamante edificio ministerial que lindera con el Barrio Padre Mugica – ex villa 31- varias redes de wi-fi aparecen como opción en la pantalla del celular, “sin embargo en la casa de enfrente, a unos poquísimos metros, no hay Internet ni computadoras”, señaló Walter Larrea, delegado de UTE y docente del Polo Educativo Mugica. Este miércoles, vecinos y vecinas del barrio, junto a integrantes de la agrupación Barrios de Pie se acercaron a la puerta del Ministerio para reclamar una solución a la falta de conectividad y de elementos que garanticen la posibilidad de seguir estudiando. “Mientras hay pibes que tienen clases por video llamada y actividades todos los días, un 80% de los pibes y pibas en los barrios no están pudiendo acceder a este proceso educativo”, explicó Eroles.

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Una mujer se acercó con su hijo, que daba vueltas por el lugar subido a una bicicleta con rueditas. “Ahora tenemos la computadora rota, pero cuando estaba funcionando era un caos. Si la usa uno, la quiere usar el otro al mismo tiempo”, relató Vanesa, vecina del barrio y madre de tres hijos: uno de 3 años, otro de 8 y el más grande, de 10, que recibió la computadora en la escuela hace unos cuatro años. “El Zoom lo bajé una vez pero lo tuve que desinstalar por la memoria del celular. Si borro un archivo y después lo necesitan, ya está, lo perdí. Es muy difícil almacenar y ordenar en mi celular todo lo que necesitan los chicos”, señaló Vanesa y agregó que “aunque tienen algunas fotocopias ellos solos no hacen las tareas y yo dejé la secundaria hace muchísimos años, no me acuerdo de las cosas como para ayudarlos”.

La situación de Vanesa es la de cientos de familias, en especial madres y abuelas que se hacen cargo de la educación de sus hijos y nietos. “Las tareas de acompañamiento y de cuidado que recaen centralmente en las mujeres de la familia, madres pero también abuelas y tías, se hace más difícil sin los materiales”, señaló Eroles.

Según un relevamiento realizado por el Gobierno de la Ciudad, al menos 3.525 estudiantes de nivel secundario y más de 1.600 de nivel primario que dejaron de tener contacto con sus escuelas desde la suspensión de las clases presenciales. Si bien la posibilidad de una vuelta paulatina a las aulas a partir del 7 de septiembre, que las autoridades porteñas estaban evaluando, no tiene la aprobación de la cartera nacional de Educación, este miércoles el Ministerio de Educación de la Ciudad presentó ante el Gobierno nacional el protocolo para el funcionamiento de “Conectate en la escuela” que propone la apertura de espacios digitales en las escuelas primarias y secundarias de gestión estatal de la Ciudad.

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A partir del 31 de agosto y en turnos de 2 horas que deberán sacar con anticipación, los estudiantes podrán utilizar las instalaciones de las escuelas para la carga y descarga de archivos, para buscar información en Internet, o para hacer actividades y tareas online. “La propuesta es estigmatizante, no pueden seleccionar quién se pone en riesgo y quién no”, advirtió la referente de Barrios de Pie, y remarcó que “hay que resolver el problema sin descuidar la salud”. En este sentido, desde la agrupación reclaman que el Gobierno porteño brinde soluciones a los problemas de conectividad –con la instalación de antenas para mejor recepción de Internet, o bien con la entrega de chips con datos móviles- y a la falta de materiales –computadora, fotocopias o celular. Esta medida fue solicitada también por el juez porteño Andrés Gallardo quien, mediante una medida cautelar, ordenó a Horacio Rodríguez Larreta garantizar computadoras e Internet a todos los estudiantes en condición de vulnerabilidad social para que pudieran continuar con la educación a distancia. Este fallo, de principios de junio, fue recusado por el Gobierno de la Ciudad.

“No pueden arriesgarse al contagio o a traer el virus a casa por ir a la escuela”, opinó Patricia, vecina del Barrio Mugica y madre de dos hijas, de 6 y 17 años, y de un hijo de 9, que hace dos semanas se mudó con el padre. “Al principio de la cuarentena teníamos que sacar turno para ir a imprimir porque las fotocopiadoras estaban colapsadas. Cuando tenías la tarea de una semana ya habían llegado las actividades de la semana siguiente. Siempre estábamos atrasados”, relató. Después de las vacaciones de invierno le entregaron una computadora y tuvo que contratar un servicio de internet que “sale lo mismo que un mes de alimentación”. Sin embargo, la demanda es alta: un solo dispositivo para cuatro personas. Aunque ella también está cursando, para terminar la secundaria, con las tareas de los tres hijos sus propios estudios quedan para el final del día. “A veces es la una de la mañana y todavía estamos estudiando”, relató Patricia y admitió que “así no se puede seguir”.

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