Tenemos restos de ictiosaurios con tamaños dispares y pertenecientes a épocas muy lejanas en el tiempo, lo cual supone un reto para intentar desentrañar de qué se alimentaban. Los paleontólogos estudian sus mandíbulas y la forma de sus dientes para lanzar hipótesis al respecto. Lo común era pensar que las especies prehistóricas que presentaban una enorme mandíbula con dientes largos y afilados podían comer otras presas de gran tamaño. Los animales capaces de comer  megafauna, es decir, presas iguales o más grandes que los humanos, son los considerados como megadepredadores. La sorpresa de este fósil de ictiosaurio encontrado en China radica en que su dentadura no cumple estos requisitos y, sin embargo, se comió un talattosaurio, un reptil acuático que parece un lagarto.

La dentadura del ictiosaurio llevaba a pensar a los investigadores en una dieta basada en presas blandas como cefalópodos. De hecho, de entre el registro fósil analizado, contamos con un ictiosaurio bebé cuya última comida fueron calamares. Pero el hallazgo de este fósil puede cambiar esta percepción. «Ahora, podemos considerar seriamente que comían animales grandes, incluso a pesar de tener dientes con fuerza de agarre», añadía Motani en las declaraciones para SciTechDaily. A pesar de tener dientes romos, este delfín prehistórico se sirvió un plato de cuatro metros de lagarto.

Una digestión pesada

El espécimen estableció un nuevo récord en cuanto al tamaño de la presa más grande que sirvió de alimento a reptiles marinos mesozoicos, elevando hasta los 4 metros de largo el anterior récord de 2,5 metros. Puesto que apenas hay un metro de diferencia entre el tamaño del depredador y el de la presa, se generó un debate: ¿cazó el ictiosaurio al talattosaurio, o simplemente se comió un cuerpo ya sin vida?

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A la presa fosilizada en el interior del ictiosaurio le faltan la cabeza y la cola, lo que incrementó las dudas al respecto. Pero el estudio se inclina más por la depredación y no por un acto de carroñeo. Entre otras evidencias, mencionan que los extremos y partes blandas de los animales son las primeras en digerirse, en contraposición a la columna vertebral y las costillas: partes duras de la presa que requieren de una larga digestión. Y, además, si otro depredador que no hubiese sido el ictiosaurio hubiese cazado al talattosaurio, no tendría mucho sentido que hubiese dejado intacto el nutritivo tronco del animal.

En cualquier caso, la digestión no se llevó a cabo por completo. El contenido estomacal no se descompuso por parte de los ácidos que entran en juego durante la digestión, sino que el ictiosaurio debió morir poco después de ingerir a su enorme presa.

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