El caso de Bernard Preynat destapó en Francia el escándalo de los curas pedófilos y del encubrimiento de las autoridades. François Ozon lo filmó en Por la gracia de Dios

Tras cuatro días de juicio, la fiscalía francesa pidió este viernes al menos ocho años de prisión para el ex sacerdote Bernard Preynat, denunciado por decenas de casos de abuso sexual. En julio de este año dejó su cargo en la Iglesia, pero las denuncias existen desde el 2015. Se espera que a mediados de marzo se conozca el veredicto. “A mi entender no cometía agresiones sexuales sino que eran caricias”, dijo Preynat en pleno juicio.

Si bien los abusos, ocurridos entre 1971 y 1981, se conocían entre las autoridades de la diócesis local, el ex sacerdote no fue retirado de sus cargos hasta hace tan solo unos meses. Por esta razón, en marzo del 2019, fue condenado a seis meses de prisión preventiva el cardenal Philippe Barbain, arzobispo de Lyon, región donde Preynat llevaba a cabo sus funciones, y el 30 de enero está programada la revisión de la sentencia, que el cardenal apeló por no considerarse culpable. “Hay una institución que posibilita el abuso, y todo un sistema de personas que lo encubre”, señala Liliana Rodríguez, integrante de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico en Argentina.

Entre las más de 70 víctimas que se conocen hasta ahora, durante el juicio declararon diez. «Todas las sensaciones siguen presentes”, relató durante el juicio Anthony Gourd, que sufrió amnesia por los traumas acumulados, y comenzó a recordar lo vivido desde hace unos años, siendo ya adulto. Stéphane Hoarau tenía ocho años cuando lo mandaron al campamento boy scout en Sainte Foy Les Lyon, un pueblo cercano a la ciudad, donde Preynat estaba encargado de la Iglesia de Saint Luc y era vicario capellán de los scouts. «Bajó mis pantalones cortos, me tocó, me masturbó, me obligó a masturbarme”, contó Hoarau durante el juicio. En una entrevista con el diario español El País, Pierre-Emmanuel Germain-Thil, otro de los denunciantes, relató que “fue la primera vez que hablé de lo sucedido y, sobre todo, que me di cuenta de que no estaba solo”. Él tenía diez años cuando fue abusado por Preynat. La fiscal a cargo de la investigación, Dominique Sauves, culpó al ex sacerdote por haber destrozado la vida de cientos de personas, y remarcó que es necesaria “una respuesta penal firme” para un caso de tanta envergadura como este.

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“Nunca lo hacen por única vez. Donde hay un comentario sobre un posible abuso, el cura es trasladado, protegido por el sistema eclesiástico, por eso pueden seguir con todo. Este mecanismo es igual en cualquier parte del mundo”, explica Liliana Rodríguez. El caso de Bernard Preynat no está exento de esta forma de operar: el primer antecedente apareció a los 14 años cuando, según relató él mismo, lo cambiaron de seminario por tener comportamientos extraños hacia los menores de edad. En 1967 su comportamiento fue reportado a los superiores dentro de la Iglesia, pero la única solución fue enviarlo a una terapia psicológica que duró hasta el año siguiente. “Debieron haberme ayudado, pero me dejaron ser cura”, expresó en la audiencia. Tres años después se convirtió en sacerdote, cargo en el que permaneció hasta el año pasado. En su declaración durante el juicio, el ex sacerdote dijo haber sufrido abusos durante su infancia y aseguró haberle enviado a Michel Dubost, el cardenal que reemplaza a Barbain en Lyon, una carta donde relata los detalles. Ahora, con 74 años, escucha las denuncias de sus víctimas y admite haber sentido placer al abusar de estos chicos. Durante el juicio, un psicólogo analizó el comportamiento del ex sacerdote.

Fue en diciembre del 2015 cuando las víctimas de los abusos decidieron romper con el silencio de la institución religiosa. Alexandre Dussot-Hezez fue el primero en intentar hablar sobre el tema. Al enterarse de que Preynat seguía en sus funciones de sacerdote en Lyon, quiso hablar con la Iglesia para que lo destituyeran, pero no tuvo respuestas. Entonces se reunió con otros ex boy scouts, que también habían estado bajo la autoridad del ex sacerdote. Entre todos crearon el colectivo La Palabra Liberada, que les sirvió de espacio para organizarse y presentar la denuncia por vía judicial.

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El 20 de febrero del 2019, la historia de Preynat se replicó en cientos de pantallas: la película Gracias a Dos, del cineasta francés François Ozon, recrea la historia de Alexandre, un hombre de familia católica que decide hablar sobre lo que sufrió en su infancia, con la idea de recibir una reparación, una respuesta a cambio. Para hacerlo acude a la institución en la que confía: la misma Iglesia, y entonces se da cuenta del sistema de encubrimiento que opera allí. La película reconstruye los pasos que fue siguiendo el caso del ex sacerdote de Lyon, partiendo de una historia particular para dar cuenta al final del entramado que implica la temática. “La Iglesia católica no tiene fronteras, no importa dónde estén sus integrantes, la impunidad es siempre la misma”, señala la integrante de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico. Y agrega: “espero que este caso sirva también para poner fecha a los juicios pendientes en Argentina”.

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