Ante la nutrida concurrencia que desde muy temprano fue cubriendo con sus reposeras y lonas el área frente al imponente escenario que tuvo como telón de fondo una caída del sol de ensueño sobre la laguna, la Filarmónica abrió el programa con las Estaciones Porteñas.

Esta agrupación, nacida en el 2017 durante la primera gestión de Javier Gastón con el fin de dar una salida laboral a aquellos jóvenes que eligieran la música como modo de vida y salida laboral, integra en sus filas a cuatro generaciones de músicos formados en la Orquesta-Escuela de Chascomús. Desde ese momento, la Municipalidad tiene entre su personal, a estos artistas jóvenes que aportan saber y belleza a nuestra vida local.

La formación local exhibió una notable solvencia para responder a las demandas de una obra con variados climas y matices, tuvo en el maestro Gintoli no sólo un violín solista de primerísimo nivel sino también un conductor de lujo, destacado además por su aporte en la tarea docente y de formación de artistas en el marco de las actividades de la Fundación.

Enseguida, Oblivion y Decarísimo fueron la plataforma para presentar en el rol de solistas a la fueguina Priscilla Benítez Gaona, de 16 años, becaria de los programas Academias Argentinas de Instrumentos y Banco de Instrumentos, en la primera de las piezas, y luego al local Vicente Rodríguez Alfonsín, de 17 años, también becario de la Fundación SOIJAr y también de la asociación Mozarteum.

El cierre de la primera parte del concierto llegó con una fantástica versión de Muerte del Ángel, tras lo cual se reconoció la tarea de los maestros y talleristas que sumaron su aporte a lo largo de las dos décadas del Festival SOIJAr.

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La voz de María Graciela Calderón, presentadora oficial de la noche junto a “Pato” Galván, dio marco al paso a la segunda parte del concierto, en el bloque dedicado al “Piazzolla electrónico” con Nico Sorín al frente, desde su teclado. Junto a él, el bandoneonista Federico Santisteban como invitado y la Filarmónica con un set de bajo eléctrico, teclado, batería y percusión.

Con ese respaldo instrumental, los clásicos Adiós Nonino y Libertango en versiones extendidas que coquetearon con el reggae y también la cumbia encontraron en la orquesta a inmejorables intérpretes que desplegaron sobre el Parque de los Libres del Sur una energía que contagió al público, que coronó la presentación con una prolongada ovación.

 

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