En el océano Atlántico, a 2 000 km del Cabo de Buena Esperanza, se encuentra una diminuta isla llamada Bouvet, conocida como la isla más remota del mundo. Con una gruesa capa de hielo que termina abruptamente en cortantes acantilados con playas de arenas negras volcánicas, y una temperatura media por debajo del punto de congelación del agua, no es que sea un bonito lugar de vacaciones. Desembarcar no es fácil y la mejor forma de hacerlo es desde un helicóptero.

En 1928 el buque noruego Norvegia recaló en la isla con el objeto de convertirla en refugio y almacén de provisiones para marineros naufragados. Los marineros del Norvegia estuvieron allí un mes. Entre ellos se encontraba el biólogo del barco, Ditlef Rustad, un estudiante de zoología, que capturó un curioso pez: grandes ojos, una gran mandíbula llena de dientes, largas espinas en el pectoral y la cola y lo más sorprendente, daba la impresión al mirarlo de ser transparente. Al examinarlo más cuidadosamente descubrió que ese aspecto de “pez cocodrilo blanco” era debido a que su sangre no tenía color alguno.

El reto de vivir en aguas muy frías

El Champsocephalus gunnari, como otros muchos peces que viven en la frías aguas antárticas, no posee glóbulos rojos, presentes en todos los vertebrados del planeta y cuyo característico color viene dado por la presencia de la hemoglobina, que fija el oxígeno en su interior y lo transporta a las células del cuerpo. El estudio de su ADN ha descubierto que los dos genes que codifican la parte globina de la molécula han desaparecido. Uno es un simple fósil molecular, un recuerdo almacenado en su genoma de “algo” que hace decenas de millones de años cumplió una función y que se ha ido erosionando como un fósil expuesto a la intemperie. El otro, que suele encontrarse justo al lado del anterior, ha desaparecido completamente.

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Los peces que viven en el océano antártico, para reducir el aumento de viscosidad en la sangre debido a las bajísimas temperaturas del agua, deben reducir la densidad de glóbulos rojos en la sangre. De este modo, si nosotros tenemos un hematocrito de un 45%, ellos lo han bajado de un 15 a un 18%. Este pez ha llevado la reducción al extremo, de manera que su sangre solo transporta un 1% de células, y todas ellas glóbulos blancos. Por sus venas corre, literalmente, agua helada.

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