Pong es un videojuego clásico con temática de tenis de mesa, que fue lanzado por primera vez en 1972 y tuvo un gran éxito comercial en su época. Ahora, un equipo de científicos ha enseñado a un grupo de neuronas cultivadas en laboratorio a jugar a este videojuego. Una proeza bastante interesante que exponen los investigadores en su estudio publicado en la revista Neuron.

 

Células que juegan al Pong

Pong fue un juego de arcade en el que dos jugadores usan paletas para golpear una pelota de un lado a otro, haciendo un ruido de «pong» al contacto, de ahí el nombre.

Los investigadores de la startup con sede en Melbourne, Cortical Labs, junto a científicos de universidades como la Universidad de Monash, la Universidad de Melbourne y el University College London, utilizaron células humanas derivadas de células madre y células de ratón derivadas de células embrionarias. han demostrado, por primera vez, que 800.000 células cerebrales pueden realizar tareas dirigidas a objetivos, en este caso, jugar al clásico videojuego Pong. Los hallazgos sugieren que incluso las células cerebrales en una placa de Petri pueden exhibir una inteligencia inherente.

“Esta nueva capacidad de enseñar a los cultivos celulares a realizar una tarea en la que exhiben sensibilidad, al controlar la paleta para devolver la pelota a través de la detección, abre nuevas posibilidades de descubrimiento que tendrán consecuencias de gran alcance para la tecnología, la salud y la sociedad”, comenta Adeel Razi, coautor del estudio. “Sabemos que nuestros cerebros tienen la ventaja evolutiva de estar sintonizados durante cientos de millones de años para sobrevivir. Ahora, parece que tenemos a nuestro alcance dónde podemos aprovechar esta inteligencia biológica increíblemente poderosa y barata”.

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Tras utilizar células humanas derivadas de células madre y células de ratón derivadas de células embrionarias colocadas en lo que bautizaron como “DishBrain”, una matriz de electrodos múltiples que puede tanto detectar actividad celular como estimularla, en apenas cinco minutos las células comenzaron a “aprender” cómo jugar el juego simulado usando un “lenguaje” compartido de actividad eléctrica.

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