Tanto Andalucía como Cataluña se enfrentan una amenaza existencial que podría transformarlas en desiertos, impulsada por una combinación de cambio climático, prácticas agrícolas insostenibles y mala gestión del agua. De hecho, las lluvias acaecidas en las últimas semanas no han bastado para cubrir los embalses. Si bien en Andalucía, las últimas lluvias han logrado que embalses como el de La Concepción (en Málaga), rocen el 70% de capacidad gracias a su buena capacidad de recogida, el promedio andaluz de los embalses ni siquiera alcanza el 30%. En peor situación se encuentran los de Cataluña que, en todo su territorio, sus cuencas internas no han logrado superar el 17,6% de su capacidad, a pesar de que están en mejor situación que en otros meses, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica.

Andalucía y Cataluña se convertirán en un desierto a causa de la sequíaMidjourney/Sarah Romero

Si bien es una relativa buena noticia que los embalses superen ya la media de los últimos diez años y que la sequía se alivie sobre todo en estas dos comunidades, tan castigadas por el periodo de sequía. Las causantes de los buenos resultados tienen un responsable, las precipitaciones. Pero, ¿es suficiente?

No. Sufrimos una grave sequía que lleva persiguiendo ciertas zonas de España desde hace años. Y, aunque las noticias del aumento de agua en los embalses a causa de las lluvias son, por supuesto, buenas noticias, mirando del cara al futuro las perspectivas no son tan halagüeñas en un planeta en constante calentamiento.

La amenaza inminente de la desertificación

La desertificación es la degradación de la tierra en zonas áridas, semiáridas y secas subhúmedas, debido principalmente a las actividades humanas y las variaciones climáticas. Esto resulta en una disminución persistente de la calidad del suelo, los recursos hídricos y la biodiversidad. Cuando hablamos de una posible desertificación en Andalucía y Cataluña, se contempla un proceso gradual, extendido en el tiempo, que podría hacer que estas tierras sean cada vez más inhóspitas para usos tradicionales como la agricultura y la vivienda.

El clima mediterráneo, caracterizado por veranos calurosos y secos e inviernos suaves y húmedos, se está transformando en algo más extremo, donde el calor aterriza incluso en el mes de enero y los períodos secos se extienden cada año.

Prácticas agrícolas sosteniblesMidjourney/Sarah Romero

El aumento de las temperaturas, los cambios en los patrones de precipitación y la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor y sequías, son factores que contribuyen a la disminución de la superficie de la tierra.

En esta ecuación, el agua sigue siendo un elemento vital, sobre todo en estas regiones, con un panorama espectacular de viñedos, olivares o huertos de frutas. Pero la escasez de agua está dejando la tierra reseca e incapaz de recuperarse. Y esto no pasa solo en Cataluña y Andalucía, sino que los efectos colaterales de esta sequía también se han visto en Canarias, por ejemplo, donde han tenido que recurrir a dar de beber a las abejas ante la ausencia de plantas. Este delicado ecosistema está amenazado por el cambio climático, y la sequía se está convirtiendo en un problema cada vez más grave.

La sequía afecta la disponibilidad de néctar y polen, ya que las plantas sometidas a estrés hídrico producen menos flores, lo que afecta directamente la nutrición de las abejas. El incendio que azotó Tenerife durante el verano pasado tampoco ha ayudado a esta situación, ya que muchos apicultores vieron cómo sus colmenas se perdían bajo la manta del fuego y muchas abejas murieron asfixiadas por el calor o quemadas por el incendio. De ahí que muchos apicultores hayan decidido incluir sustitutos para reemplazar el néctar de las plantas que no hay un bebedero artificial en el que pueden beber agua.

Clima mediterráneoMidjourney/Sarah Romero

El futuro

La situación es bastante desoladora y, los científicos sugieren que sin cambios radicales en los patrones de consumo, la gestión de la tierra y los esfuerzos globales para mitigar el cambio climático, la desertificación de estas regiones puede ser casi imposible de evitar. Habría que implementar técnicas avanzadas de riego que conserven el agua y rediseñar las áreas urbanas para reducir el consumo de agua y promover espacios verdes como medidas para adaptarse a un territorio bajo el yugo de la desertificación. También llevar a cabo prácticas agrícolas sostenibles como la agrosilvicultura (que es la integración de árboles con cultivos y pastos, mejorar la fertilidad del suelo y proporcionar sombra a los cultivos), o los cultivos de cobertura (caracterizados por plantar cultivos fuera de temporada para proteger el suelo de la erosión, lo que también conllevaría suprimir la maleza y mejorar la materia orgánica del suelo), ayudará a navegar en esta dirección de combatir ese aciago fenómeno que cambiará el paisaje mediterráneo de por vida.

La innovación en políticas y tecnología será fundamental para gestionar la transición a condiciones más áridas y al mismo tiempo mantener los medios de vida de las poblaciones locales, según los expertos.

Cataluña y Andalucía se van a convertir en el próximo desiertoMidjourney/Sarah Romero

Referencias: 

  • Casas‐Castillo, M., Rodríguez-Solà, R., Llabrés-Brustenga, A., García-Marín, A., Estévez, J., & Navarro, X. (2022). A Simple Scaling Analysis of Rainfall in Andalusia (Spain) under Different Precipitation Regimes. Water. https://doi.org/10.3390/w14081303.
  • Martínez-Valderrama, J., Guirado, E., & Maestre, F. (2020). Desertifying deserts. Nature Sustainability. https://doi.org/10.1038/s41893-020-0561-2.
  • Huang, J., Zhang, G., Zhang, Y., Guan, X., Wei, Y., & Guo, R. (2020). Global desertification vulnerability to climate change and human activities. Land Degradation & Development, 31, 1380 – 1391. https://doi.org/10.1002/ldr.3556.
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