Si te alejas de las luces de la ciudad una noche despejada y sin luna llena, podrás ver miles de puntos que forman decenas de constelaciones. Todas esas estrellas son bolas de gas y plasma similares a nuestro propio Sol y sin embargo están tan lejos que a simple vista no son más que débiles puntos de luz. Algunos de esos puntos brillan con mayor intensidad que otros, pero todos son similares. Tanto que perfectamente podríamos pensar que están todos ellos situados a la misma distancia y que la única diferencia está en su tamaño. Esto pensaban civilizaciones antiguas, como la griega. Según sus filósofos y pensadores, las estrellas estaban todas contenidas en una esfera que rodeaba a nuestro planeta y que rotaba cada día.

En la actualidad sabemos que además de tener tamaños muy diferentes entre sí, cada estrella está situada a una distancia diferente. Y lo sabemos porque hemos sido capaces de medir la distancia a millones y millones de estrellas, galaxias y otros objetos astronómicos. Esta medida puede hacerse por diferentes métodos, que aprovechan las leyes de la física.

Paralaje

La primera vez que se consiguió usar el paralaje de una estrella para medir su distancia fue en 1838, por parte del astrónomo alemán Friedrich Bessel. Este método aprovecha un efecto muy simple y conocido y lo lleva a escalas atómicas. Podemos entenderlo con una experiencia cotidiana. Sitúa el dedo índice de cualquiera de tus manos delante de tus ojos, con el brazo completamente extendido. Sitúalo delante de un cuadro, la televisión o un paisaje, de forma que los tape parcialmente. Si ahora cierras sólo uno de los ojos, con el otro verás que tu dedo tapa una porción de la imagen que tienes delante. Sin mover el dedo, abre el ojo cerrado y cierra el abierto. Verás que la porción tapada por tu dedo de la imagen lejana ha cambiado. Tu dedo parece haberse movido, aunque lo único que has hecho ha sido cambiar de ojo.

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Pues bien, este movimiento aparente de tu dedo es lo que se conoce como paralaje. Si intercambiamos el dedo extendido por una estrella y los ojos alternamente abiertos por dos observaciones telescópicas hechas en puntos opuestos de la órbita terrestre obtendremos un método para obtener con precisión la distancia a estrellas cercanas. Con este método sin embargo solo podemos medir la distancia a las estrellas más cercanas, hasta distancias de pocos miles de años luz.

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