Los apuntes de Charles Darwin comienzan con su primer hijo, William, durante sus primeros seis años de vida, y continúan, solapándose, con su siguiente hija Anne, quien era el ojo derecho de su padre. En todo el proceso, Darwin mostraba una gran capacidad de disociarse de sus propias emociones; tenía un gran cariño por sus hijos, pero cuando escribía sus anotaciones, lo hacía con el tono de sobriedad que un científico tiene por un espécimen de estudio. Darwin continuó, aunque con menor intensidad, anotando expresiones y reacciones de los críos, hasta que, en un momento alrededor de 1844, abandonó el diario. 

En su octavo día de vida frunció mucho el ceño, y creo que lo hizo antes. Ahora sus cejas son muy poco prominentes y con un ligero vestigio de vello. Por lo tanto, si fruncir el ceño tiene alguna relación con la visión, ahora debe ser bastante instintivo: además, la visión a esta edad es extremadamente imperfecta. Al noveno día, sin embargo, pareció seguir una vela con los ojos.

Charles Darwin, manuscrito de observación sobre sus hijos. 1839.

Fue Emma, su esposa, la que retoma el manuscrito desde 1852; aunque ella tiende a anotar más las interacciones sociales que sus hijos —que en ese momento son muchos más— tienen con otras personas, muchas de ellas en forma de anécdotas. La aportación de Emma representó un paréntesis de dos años que enriqueció el texto con un nuevo prisma, cambiando el énfasis hacia la asociación de ideas, el desarrollo del pensamiento lógico y el lenguaje

Lenny siguió molestándome preguntándome una y otra vez “dónde estaba su foto”, y al final le regañe y le dije que se callara, cuando él inmediatamente me preguntó “pero dónde crees que está”. Y cuando le dije “Lenny, por qué me has vuelto a preguntar”— él respondió en un tono muy herido “no, no lo he hecho, porque solo he preguntado dónde creías que estaba.—

Emma Darwin, manuscrito de observación sobre sus hijos. 1855.

Mirá También:  Cuáles son los dos nuevos parámetros que deberán mirar las provincias para tomar las medidas

Charles retomó el cuaderno en 1854, con algunas anotaciones más de Emma, hasta 1856, donde el diario de observaciones se cierra. El manuscrito concluye con varias páginas, escritas por ambos, Darwin y Emma, con conclusiones sobre la lógica de los niños, el desarrollo de su autopercepción y de su autoconciencia.

 

Deja un comentario

You May Also Like

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *