Ferrer presenta "Mala madre en cuarentena".

Ferrer presenta «Mala madre en cuarentena».

Si la romantización de la maternidad está cada vez más en deconstrucción gracias a las estrategias de los feminismos, la cuarentena exacerbó la urgencia de desarticular el modelo de madre abnegada y sobre ese proceso de desobediencia reflexiona la ilustradora Ro Ferrer en «Mala madre en cuarentena», un libro en el que con mucho humor expone situaciones domésticas al límite para reivindicar maternidades sin mandatos y recordar que ser mamá es sólo un rol y no una definición en sí misma.

Que la maternidad está en cuestionamiento frente a un modelo de familia tradicional en picada es un hecho que no pasa desapercibido para quienes maternan. Pero ¿cuándo la presión social, internalizada, cederá para que las madres dejen de sentir culpa por no cumplir con todo lo que se les exige: tareas domésticas y de cuidado no remuneradas que superan a la de los padres, entrega completa a sus hijos, profesión, cuerpos hegemónicos, vida íntima y felicidad?

«Mala madre en cuarentena» (Chirimbote), de la ilustradora y comunicadora Ro Ferrer, también «artivista» como se define, expone esos cuestionamientos con un registro tierno y sarcástico sobre las experiencias en tiempos de pandemia de madres «incorrectas» -la mayoría un alter ego de la autora- para reflejar ese desesperado cúmulo de emociones y contradicciones de distintas etapas de la maternidad, traducido en agotamiento mental, culpa, orgullo y momentos sublimes en compañía de «hijis», como les llama, a veces al borde del estallido de rabia y otros de la risa.

Las viñetas sobre la maternidad en clave de humor.

Las viñetas sobre la maternidad en clave de humor.

«‘Mala madre…’ es ese comentario que surge cuando te corrés un poquito de lo que se espera.. esa maternidad abnegada, de sufrimiento, de doy todo por mi familia y recién al final cuando todes tienen sus necesidades satisfechas me permito algo para mi. Desde el humor, ‘Mala madre’ dice basta a seguir sosteniendo el mundo sobre nuestros hombros, a que además suframos un montón y nos olvidemos de quiénes somos», dice la autora en diálogo con Télam.

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«Porque ser madre es una parte, no nos define. Se ha intentado que sea el único destino y el obligatorio y eso se pudo sostener por la romantización de la maternidad. Tenemos estructuras muy incorporadas desde la niñez y cuando empezás a verlo te das cuenta de todas las violencias y desigualdades», sostiene la ilustradora que empezó a transitar estos dibujos durante los primeros días del aislamiento social «un poco para hacer catarsis» y porque en cada publicación «venían un montón de respuestas de gente identificada».

Es que esa identificación «hay algo de dolor por reconocer el mandato pero también de liberación», advierte la comunicadora que en su cuenta de Instagram, @roferrerilustradora, está siempre para lo urgente, marcando el camino hacia una agenda de derechos, compartiendo imágenes y textos para acompañar las luchas sociales y populares, desde su militancia en los feminismos, su trabajo en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) y su participación en la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.

Entendí que ‘Mala madre…’ puede ser una herramienta muy poderosa de liberación porque a través del humor la consigna entra directo y eso te permite humanizarte de nuevo.

Ro Ferrer

«Siempre dibujé pero el cambio más poderoso es el haberme hecho cargo del ser feminista. Dejó de ser algo individual y me sentí parte de una lucha colectiva. Espero poder llegar a ser para algunas pibas lo que Quino fue para mí, no desde el lugar de ego sino del ‘ojalá quieran dibujar y encontrar su voz’, como también lo hizo Maitena que apareció y rompió con un código súper masculino y empezó a hablar de nosotras».

Télam: En la medida que «hacemos lo que podemos», como se lee en el libro, no hay medida para definir a la mala madre.

Ro Ferrer: Hablamos mucho de que la maternidad será deseada o no será y yo creo que todo lo que pueda ser elegido es un privilegio. Incluso me cuestiono si esos deseos y elecciones, si no estuviéramos inmerses en esta cultura, seguirán existiendo. Y entonces te encontrás con un montón de mamás que después de haber empezado a vivir este rol quizá se arrepienten, que no quiere decir que no quieran a sus hijos, hijas e hijes. Lo que muestra es que se nos siguen jugando esos roles, mandatos y estereotipos de manera muy profunda. ‘Mala madre…’ es eso: quién define y qué define qué es ser mala madre. La maternidad ha sido el rol más cruel y esclavizante de toda la humanidad y se ha normalizado porque desde chicas nos enseñan que es el momento que justifica nuestra existencia.

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T: Comunicás desde la ilustración con el humor y el feminismo como banderas ¿de qué manera se conjugan en este libro?

RF: Entendí que ‘Mala madre…’ puede ser una herramienta muy poderosa de liberación porque a través del humor la consigna entra directo y eso te permite humanizarte de nuevo. Nosotras mismas nos hemos deshumanizado al tratar de seguir con todo lo esperado porque no solamente de afuera viene esa cosificación sino que es funcional a los deseos de los demás. El momento en que te das cuenta que te fuiste olvidando y perdiendo en el camino es durísimo. Ser feminista y estar cuestionando todo el tiempo todo, tener la mirada crítica y estar analizando si lo que nos pasa ocurre porque así lo aprendimos o porque es el modo en el que podemos reaccionar frente a determinada situación, es un juego mental muy incómodo.

Ro Ferrer contra la romatización del rol de madre.

Ro Ferrer contra la romatización del rol de madre.

T: Y ese cuestionamiento se filtra en las contradicciones de estas madres dibujadas que desobedecen.

RF: Ese abrir los ojos implica hacer todo un trabajo interior y análisis de qué es la familia, por qué se instituye de esa manera, por qué es binaria, heterosexual. ‘Mala madre…’ empieza cuestionando el rol de la madre y termina cuestionando el universo. Creo que el libro es un gran disparador de que no hay ideas definitivas y te permitís volver a jugar. La mayoría de las mujeres, lesbianas, trans, ni hablar las identidades no binarias, hemos aprendido a adaptarnos de una manera en que la violencia no nos afecte tanto y eso hace que dejemos de ser quienes queremos ser y que dejemos de soñar y de creer porque primero hay que cumplir con lo práctico, funcional, con la carga mental. ‘Mala madre…’ es un intento por volver a encontrarnos.

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T: En ese sentido, casi todas las generaciones se transforman en relación a las anteriores pero ahora con este gran movimiento feminista podría decirse que es una época bisagra ¿no?

RF: Nuestras generaciones son bisagra de muchas cosas a nivel mundial. Lo bueno de las redes es entender que esto es cultural: no hay un solo lugar donde la maternidad no se viva de esta manera, del mismo modo que la construcción patriarcal capitalista y religiosa. Aprender a vivir con contradicciones es dificilísimo porque si algo vas aprendiendo es que no sabés nada.

Sabemos que la culpa es una construcción pero sin embargo sentimos culpa. Culpa de no cumplir con lo que se espera de nosotras. Esa sensación de imperfección es lo que nos hace estar insatisfechas dudando todo el tiempo de quiénes somos. El síndrome de la impostora viene de ese lugar: se van a dar cuenta que tan buena no soy. Yo hablo desde un lugar de privilegiada porque mi modo de maternar no fue el mismo que alguien oprimida por una cuestión económica, étnico, racial. Hay que mirar a la maternidad de forma interseccional y entender que nos atraviesan distintas violencias y desigualdades pero no a todas de la misma manera. Y entonces también ser menos crueles, brindarnos, maternar comunitariamente, maternar con amigas. Estar, compartir.

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