Ya van semanas desde el triunfo electoral de Lula pero fanáticos bolsonaristas siguen resistiendo desde sus burbujas emocionales y virtuales, patrocinados por Dios. Protestas, acampes con cortes de ruta, llamados urgidos a una intervención militar. Bolsonaro hijo pide justicia desde Quatar. Alguien dice que existen unos 800 mil tiradores en Brasil. Los convocan para impedir la asunción presidencial.

La señora se arrodilla, levanta las manos al cielo y agradece, siente que toca a Dios con la punta de los dedos. Alguien cae a su lado y la abraza. Lloran juntos de emoción. Otros se suman, otras señoras y señores, patriotas con la bandera de Brasil como capa. El verde amarelho titila alrededor en parafernalia y lentejuelas, dándole vida a la ruta por la que no dejan pasar a nadie que no sea tan patriota como ellos. El humo, los camiones, las nubes enormes, los policías cuidándolos, la escena da cuenta de la lucha del pueblo por despertar del engaño de las últimas elecciones. Y el milagro finalmente se produjo, las elecciones han sido anuladas, el ejército se dispone a tomar el control. Bailan, cantan, hacen un churrasco, toman cerveza. Pero resulta que la cosa no fue tan así ¿Realmente no fue tan así? ¿Quién lo dice? ¿Qué nuevos artilugios han encontrado para mantener al país en la Matrix? Ellos van a resistir, porque están ahí por el bien de la nación, esperando mensajes, guiños, señales, un llamado del destino, otro meme.

Ha pasado un mes desde las elecciones en las que triunfó Lula y las protestas siguen en diferentes puntos de Brasil. Disminuyeron los cortes de rutas, pero siguen los acampes frente a los cuarteles pidiendo una intervención militar. En esas protestas la señora y los otros son arrebatados por una energía vital que desconocían. Están vivos gracias a esa lucha que han aprendido a abrazar como política, como militancia, en la que ven nada más y nada menos que el futuro del alma de Brasil. Llorar, reírse, cantar hasta quedarse roncos no está demás entonces.

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¡Wahtsapp! ¡Wahtsapp!

Ahora vale recordar el momento en el que Bolsonaro tomó posesión del gobierno y muchos de sus simpatizantes increpaban a los periodistas gritando ¡Facebook!¡Facebook! ¡Wahtsapp! ¡Wahtsapp! Era el triunfo del pueblo construido por grupos dentro de la red social. El pueblo dentro de la famosa burbuja que el especialista Cesar de Castro Rocha nombra como una suerte de biósfera bolsonarista que se completa con youtubers y tiktokers militantes. Una burbuja reconfortante, con sus propias noticias, con los pelos de punta y ganas de organizarse, excitada, viva, a la espera de la próxima batalla. Dentro de ese mundo se sabe que la elección fue un fraude y las urnas electrónicas hackeadas por la conspiración globalista/socialista que quiere poner a Lula en el poder con el objetivo de destruir Brasil. La señora pasa gran parte del día en un caldo de ansiedad que no puede dejar. Entonces, de repente, en un medio más masivo pero de orientación bolsonarista y con un pie fuera de la burbuja, algún aliado de Bolsonaro plantea dudas sobre las urnas. La señora corrobora que está en lo cierto si la agenda de la burbuja ya no puede ocultarse en el “otro mundo”, apenas con la denuncia sin fundamentos ella completa su verdad.

En el acampe

El canal de YouTube “Daniel Noticias Brasil” transmite en vivo desde el campamento bolsonarista en Brasilia. Hay toda una infraestructura con pantallas y equipo de sonido que da para pensar que la movida está bancada por alguien. Se dice que parte del rico agronegocio sojero y dueños de flotas de camiones están atrás. Por la mañana un hombre habló desde el escenario, contó que era tirador, que tenía permiso para portar armas, que hay entre 700 y 900.000 tiradores en Brasil. Los convocó, sin pudor, a que vayan a Brasilia a defender la libertad. La gente ahí aguanta porque está convencida de que en algún momento las fuerzas armadas van a meter presos a los responsables del fraude, para luego tomar el control del país y devolvérselo a Bolsonaro que sigue en silencio, ofendido, sin cumplir con sus obligaciones como presidente.

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En un video grabado en Sao Paulo la cámara muestra una bandera horizontal que mira hacia el cuartel militar del comando sudeste: S.O.S FUERZAS ARMADAS. Por delante pasa un hombre canoso de pelo largo y barba “¡Fuerzas Armadas!”, grita. ¡S.O.S!, le responden cerrando el tono de arenga militar. Un chico, cabizbajo, envuelto en la bandera de Brasil y con los ojos cerrados es poseído por la emoción. Levanta la palma de las manos, levanta la cabeza también, y grita ¡S.O.S! La mala calidad de la imagen le da a la escena un fluir onírico. El estado de éxtasis de la misa, del culto, por momentos es una intriga, es hilarante, o perturbador. En otra bandera horizontal está escrito: “Our flag will never be Red”.

Varios de esos acampes fueron azotados por temporales, y la gente los enfrentó “Porque la libertad es más importante que la propia vida”. Bolsonaristas dispuestos al sacrificio por la causa, dispuestos a olvidarse del mundial para que los colores de la bandera se vuelvan de uso exclusivo de los patriotas. “Esto no es por la copa”, repiten.

Pen-drive y ET going home

En una realidad paralela las cámaras de la FIFA muestran a Eduardo Bolsonaro, hijo de Jair y emblema de esa lucha, en las tribunas de Qatar. El hijo del presidente, de verde amarelho, está sacándose fotos mientras su pueblo sostiene los gazebos del acampe para que el viento y la lluvia no los arrastre. Frente a las imágenes la biósfera bolsonarista queda confundida. La señora del corte duda y la vez busca una explicación desesperada: debe ser todo un montaje, otra mentira del establishment comunista.

Finalmente, Eduardo graba un video desde Qatar. Pero al contrario de lo que todos piensan no está ahí por el Mundial. Muestra un montón de pen-drives y dice que contienen información importante en inglés. Su misión era ir a Qatar, donde están los principales líderes del mundo, y aprovechar la oportunidad para repartirlos llevando la verdad sobre lo que ocurre en Brasil. Advierte a sus seguidores que no se dejen engañar “¿No saben ustedes lo importante que es la política internacional?”. “La FIFA tiene más funcionarios que la ONU”. Deja en claro que quien duda de él, está jugando a favor del enemigo.

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Ahora la señora entiende todo, cierra los ojos y levanta la cara al cielo con una sonrisa. La estrategia del hijo de Bolsonaro le parece genial. Ha dejado el corte y fue hacia los cuarteles. Junto a otros enciende la linterna del celular y se lo coloca en la cabeza. Tapan y destapan la luz enviando señales al firmamento, un S.O.S hacia los extraterrestres. Cualquier ayuda es bienvenida para librar al país del comunismo. Tapa y destapa feliz junto los otros convencida de que no hay nada mejor que ser parte del movimiento, que la verdad y la libertad le pertenecen, que hay un dios que bajará a hacer justicia.

Podemos reírnos de la señora, pero a la vez empezamos a ver como se desenvuelve el show. Están los ET, los campamentos y Eduardo en misión secreta. Pero también aparece un miembro del Gabinete de Seguridad Institucional grabando un video junto a los patriotas, donde dice que no van a dejar a Lula subir la rampa para tomar posesión del gobierno y que está dispuesto a dispararle a cualquier simpatizante del PT que se acerque a Brasilia. Pide que no se queden en sus casas, que lo acompañen, ¿o es que quieren perder su libertad y ver a sus hijos volverse gays? Un show por momentos hilarante, por momentos perturbador.

*Documentalista y guionista. Dirigió entre otras una película sobre el escritor Alberto Laiseca.

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