Desde hace menos de una semana, el mejor parrillero del fútbol argentino inauguró su tenedor libre en la esquina en la que trabaja hace muchos años, en Melchor Romero. Jorgito es reconocido no solo por los hinchas de Gimnasia y Estudiantes como el primero en su rubro, sino por los visitantes, periodistas, efectivos policiales y hasta curiosos con experiencia en los puestos de choris y bondiolas de los alrededores de las canchas. «Soy un agradecido de la vida y estoy muy contento por poder dar este paso», le dijo a 0221.com.ar el fin de semana de la inauguración.

La parrilla de Jorgito funciona en avenida 520 y 155, punto en el que convoca día a día a decenas de hombres y mujeres que ahora cuentan con una nueva opción para almuerzos y cenas durante los fines de semana.

A las tradicionales y consagradas bondiolas y patas de jamón, al vacío, al asado, al matambrito a la pizza, a los chorizos, a los pollos y a los chinchulines, ahora Jorgito y su pareja Mariana le dieron forma en el salón de al lado a un original tenedor libre que es pionero en esta zona de las afueras de La Plata.

El servicio funciona de viernes a domingo entre las 20 y las 23, de noche, y los sábados y los domingos también al mediodía, entre las 12 y las 15. «Miren lo que es esto», muestra Jorgito con su característico ritmo frenético, orgulloso de una presentación prolija y colorida en la que sobresalen las distintas variedades de ensaladas, los fiambres y los platos fríos y calientes que se renuevan todo el tiempo: papas fritas, milanesas a la napolitana, filetes de merluza, canelones con salsa, mondongo y albóndigas, entre otros. A estos, por supuesto, se suma la parrilla: «Pueden servirse la cantidad de veces que quieran, y pueden ir a la parrilla también todas las veces que tengan ganas», les aclara Jorgito a los clientes, con alegría.

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Las reservas se pueden hacer vía WhatsApp al 2213179014 y según contó su dueño, el local también está disponible para organizar eventos privados, siempre con la parrilla como punto de atracción.

Jorgito comenzó trabajando como panadero y ayudante de cocina en La Pampa, cuando era muy chico, hasta que se volvió a La Plata definitivamente en su adolescencia y tras rebuscársela de muchas maneras, se estableció en los alrededores de las canchas de Gimnasia y Estudiantes y se convirtió en un clásico que hoy, 25 años años después, es reconocido por todo el mundo del fútbol argentino. Después de mucho trabajo pudo sobrellevar la etapa más dura de la pandemia y ahora celebra su esfuerzo con la apertura de este tenedor libre que ya convoca a toda la gente de la zona: «Estoy muy contento de ver a la gente del barrio y poder servirles un servicio de calidad; la mejor publicidad que yo puedo tener es el boca en boca y estoy muy agradecido», dice a las corridas mientras va a la parrilla para controlar que todo funcione bien, como desde hace tantos años.

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