Tras dos días de violencia y 27 muertos, el gobierno israelí y la facción palestina que controla Gaza negociaban un alto el fuego mediado por la ONU, Egipto y Qatar.

Tras dos días de violencia y 27 muertos, Israel y Hamas se acercaban ayer por la noche a un alto al fuego mediado por la ONU, Egipto y Qatar, informaron medios locales. En los ataques israelíes, en respuesta al lanzamiento el sábado de cohetes desde la Franja de Gaza contra territorio israelí, murieron 23 palestinos, entre ellos una mujer embarazada y dos bebés, según el ministerio de Salud palestino. Del lado israelí murieron cuatro personas, todas ellas civiles.

La web de información palestina Sama indicó que mediadores egipcios y una delegación qatarí alcanzaron un acuerdo con Hamas para un cese temporal de hostilidades. En el lado israelí, el diario Haaretz y el canal estatal Kan confirmaron la existencia de negociaciones y de una propuesta concreta, citando fuentes diplomáticas.

Sama informó que el alto al fuego se acordó tras el anuncio por parte de Israel de que aumentaría la violencia de sus ataques aéreos y de que no descartaba continuar con los asesinatos selectivos de líderes de Hamas y otras facciones palestinas. La organización palestina habría exigido que para esta nueva tregua se implementen los términos establecidos en el pacto similar acordado tras la última ola de violencia a fines de marzo, incluyendo la mejora de las condiciones en la franja, la expansión del área de pesca en las costas del enclave y la autorización por parte de Israel de la entrada mensual de dinero enviado por Qatar y de distintos bienes y ayuda humanitaria.

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Desde la mañana del sábado las milicias palestinas en Gaza lanzaron más de 600 cohetes contra Israel. Los proyectiles palestinos tuvieron como blanco localidades del sur y del centro de Israel. Varias decenas de ellos fueron, sin embargo, interceptados por la defensa antimisiles, afirmaron las Fuerzas Armadas israelíes, y una gran parte impactaron en zonas deshabitadas, sostuvo la policía.

Israel respondió con más de 320 ataques a posiciones militares. Entre estos objetivos, se encontraban cinco residencias de comandantes de las milicias palestinas en las que las autoridades israelíes aseguraron que se guardaban armas y un bombardeo selectivo dirigido a matar “a un responsable de la transferencia de efectivo a gran escala de Irán a organizaciones terroristas de Gaza”. Esta nueva escalada de violencia se convirtió en la más importante desde la guerra de 2014.

Ayer por la tarde, el portavoz del ejército israelí, el teniente coronel Jonathan Conricus, había anunciado el despliegue de dos unidades de infantería en la frontera con Gaza. El vocero había afirmado, además, que tenían instrucciones de prepararse para un conflicto de varios días y que, aunque la intención no fuera necesariamente ir a la guerra, están preparados para una ofensiva terrestre.

Del otro lado de la frontera, en el enclave palestino, varios edificios fueron destruidos ayer, las calles estuvieron vacías de tráfico y peatones, y la mayoría de la población se quedó en casa, mientras colegios, universidades y bancos ya habían cerrado justo un día antes de que comience el mes sagrado de Ramadán.

A fines de marzo, bajo el auspicio de Egipto y la ONU, se había negociado un alto el fuego, anunciado por Hamas pero nunca confirmado por Israel. Esto permitió mantener una relativa tranquilidad durante las elecciones legislativas israelíes del 9 de abril. Pero la situación se degradó durante esta semana y, aunque los medios locales afirman que se llegará a un alto al fuego, la evolución de la situación es todavía incierta.

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