Córdoba es territorio de fuego. Entre 2001 y 2020 se quemaron 1,6 millones de hectáreas, lo que equivale al 10% del territorio provincial.

Un relevamiento reciente, realizado por investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), indica que en ese período ocurrieron 1.418 eventos de incendios de más de 14 hectáreas. El 2020 fue el año con más superficie afectada con cerca de 300 mil hectáreas. Muchos lugares fueron víctimas de las llamas varias veces durante esos 20 años.

El trabajo encontró una relación significativa entre la situación de sequía y la posibilidad de incendios. Sofía Sánchez, una de las autoras del trabajo y estudiante del doctorado en Ciencias Agronómicas de la UNC, advierte: “La sequía ayuda a que los incendios se propaguen, pero no es la variable determinante para la ocurrencia y, menos aún, la extensión de los incendios”.

Los otros autores del trabajo son Mariano Grilli, Marcos Karlin, Romina Fachinetti y Andrés Ravelo.

El estudio dividió a la provincia en cinco regiones. En las sierras se registraron un mayor número de incendios y de área quemada, cuando la condición de sequía actual y a corto plazo fueron mayores. Fueron más de 900 mil hectáreas de la zona serrana incendiadas en dos décadas, esto es, más de un tercio de esa región. Fue el sector más afectado.

Según Sánchez, en la zona de las sierras la alta frecuencia de incendios de las últimas dos décadas no estaría tan vinculada a la sequía, sino a otros factores como negligencias, aumento poblacional en áreas de interfase urbano-rural, basurales a cielo abierto y otros conflictos en el territorio.

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“Todas estas variables, sumadas a las condiciones ambientales de finales de invierno y principios de primavera, hacen que la frecuencia de incendios sea alta”, asegura.

En los Bañados del Río Dulce, mas focos

Los Bañados del Río Dulce, en el noreste provincial, fue el sector como mayor cantidad de incendios: 516. Se quemaron 309 mil hectáreas, el 72% de la región. En general, cada evento no superó las mil hectáreas con varias repeticiones a lo largo de los 20 años. Algunos sitios se quemaron hasta 11 veces.

En esta zona, al norte de la laguna Mar Chiquita, los productores utilizan el fuego para provocar el rebrote de pastura con el que alimentan el ganado. Por ello, las condiciones de sequía no son un factor de fuerte incidencia.

Ahora este sector forma parte de la Reserva Nacional Ansenuza. Para la Administración de Parques Nacionales (APN) será un desafío trabajar con estas comunidades campesinas que viven hace décadas en esa región y que utilizan el fuego como una práctica de subsistencia.

La APN utiliza el fuego en varias áreas protegidas para bajar la biomasa y prevenir incendios más graves. Son los casos de Quebrada del Condorito (en Córdoba), Mburucuyá y Pilcomayo (en otras provincias). Las quemas controladas se practican en sitios donde hay escasez de grandes herbívoros que ayudan a mantener el equilibro ecológico.

Parques Nacionales está realizando un relevamiento socioambiental en la comunidad de los Bañados del Río Dulce para conocer las inquietudes y prácticas de los campesinos que viven desde hace décadas en el lugar.

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Extinción. La Provincia cuenta con varios aviones hidrantes para sofocar los incendios de vegetación. (La Voz / Archivo)
Extinción. La Provincia cuenta con varios aviones hidrantes para sofocar los incendios de vegetación. (La Voz / Archivo)

Fuego en otras regiones de Córdoba

Otra región muy castigada por el fuego en esta provincia es la llanura chaqueña, la franja central del norte cordobés. Fueron 162 incendios y 67 mil hectáreas afectadas entre 2001 y 2020.

El extremo noroeste (definido en el trabajo como bolsón serrano) recibió solo 25 incendios y 16 mil hectáreas quemadas en dos décadas. Fue el menos afectado.

La extensa región pampeana (10 millones de hectáreas) fue foco de 391 fuegos y 260 mil hectáreas afectadas (2,5% de ese sector). En este lugar lo que se quema son restos secos de cultivos y pastizales, ya que queda muy poco bosque nativo.

Evitar la fuente de ignición

Sánchez explica que las personas no podemos modificar las condiciones climáticas pero sí podemos prevenir el fuego si controlamos la fuente de ignición.

“Debemos eliminar los focos de ignición de origen antrópico como quemas intencionales y accidentes domésticos, entre otros. Hay que generar conciencia en la sociedad y hacer uso de las herramientas de ordenamiento territorial, como la ley provincial de Manejo del Fuego (8751) y la de Ordenamiento Territorial del Bosque Nativo (9814) que prohíben encender fuego”, detalla.

Previsiones para este año

Sobre las previsiones para esta temporada, Sánchez recuerda que estamos atravesando un ciclo de la Niña marcado por bajas precipitaciones y sequía. “El riesgo de incendios seguirá alto y más aún cuando aumenten la temperatura y la velocidad del viento”, apunta.

Si bien la sequía es un factor que puede aumentar el riesgo de incendio, la especialista explica que la humedad (un exceso de precipitaciones, una variable ausente desde hace casi tres años en Córdoba) contribuye a producir más biomasa combustible y por lo tanto incendios más poderosos.

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“Es de esperar que la mayor biomasa acumulada durante ciclos húmedos (uno o dos años con precipitaciones por encima de lo normal) seguido de periodos secos conlleven a escenarios más favorables para los incendios”, detalla.

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