Aunque la Luna se aleja cada año de nosotros aproximadamente a un ritmo de 3,78 centímetros y, cuando se formó, estaba casi 16 veces más cerca de la Tierra de lo que está hoy, estamos acostumbrados a verla cada noche en el cielo (en todas sus fases a lo largo del mes), como ese astro maravilloso que hemos visitado alguna que otra vez en el pasado y que planeamos volver a pisar en un futuro no muy lejano.

 

Pero, ¿y si desapareciera?

El campo de la ciencia ficción se ha ocupado de probar cuáles serían las consecuencias de múltiples escenarios relativos a nuestro satélite natural: que se trate de una megaestructura alienígena (como en Moonfall de 2022), que está habitada (como en Viaje a la Luna de 1902), incluso por un extraño anciano (como en La Gran Sorpresa de 1964) y muchos otros argumentos más.

Pero en realidad, pasarían muchas más cosas. Para empezar, recuerda que la luna llena es, en promedio, unas 14 000 veces más brillante que Venus. Imagina cómo serían las noches sin luna llena. Serían noches tremendamente oscuras. Quizá si no tuviéramos tanta contaminación lumínica en el mundo podríamos decir que sería un planteamiento idóneo para contemplar las estrellas todas las noches gracias a los cielos tan oscuros. Sería como si hubiera luna nueva cada día. Más oscuro aún, porque, si bien siempre está oscuro por la noche, es la luz reflejada de la Luna la que nos proporciona una apariencia de iluminación: no podrías ver la mano justo en frente de tu cara.

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Probablemente sería un paraíso para los astrónomos. Sin luna, podríamos ver objetos mucho más tenues y distantes en el espacio durante todo el año, sin tener que esperar la fase correcta para su observación.

 

Mareas

Sin embargo… este es el lado más simplista de esa realidad sin luna. Recordemos la luna tiene una gran influencia en las mareas de la Tierra. La luna tira de la Tierra y ralentiza la rotación de la Tierra. La atracción de la luna crea una protuberancia cerca del ecuador de la Tierra, lo que significa que hay un nivel más bajo de agua en los polos. Sin nuestro satélite, las mareas altas y bajas se reducirían aproximadamente un 75 %, algo que pondría en peligro la vida de muchos tipos de especies como mejillones, cangrejos y caracoles de mar que viven en las zonas de marea y también alteraría las dietas de los animales más grandes que dependen de ellos para alimentarse. Muchos ecosistemas estarían en jaque. Y nuestras mareas serían diminutas, casi inexistentes. El único tirón que sentirían sería debido al Sol, que es intrascendente.

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