“En las arenas bailan los remolinos, el sol juega en el brillo del pedregal y prendido a la magia de los caminos, el arriero va, el arriero va”, dice la letra de «El arriero va» de Atahualpa Yupanqui, inmortalizada luego por Divididos. Quién no la ha cantado o bailado o ha parafraseado su parte más conocida: “las penas y las vaquitas se van par la misma senda, las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”.

Lo que pocas sabemos es que la composición es de Nenette Pepin Fitzpatrick, la compañera de Yupanqui durante gran parte de su vida. El 7, el 8 y el 9 de septiembre se lleva adelante en la Ciudad de Córdoba y en Cerro Colorado el Primer Congreso Internacional Yupanquiano que revalorizará el fundamental aporte de Nenette a la obra de Don Ata. Las ponencias y trabajos así como las inscripciones se gestionan enviando un correo a congreso@atahualpayupanqui.org.ar.

El 7 y el 8 el Congreso será en el Centro Cultural Córdoba (Avenida Poeta Lugones 401, Córdoba Capital) y el 9 de septiembre en el Centro Cultural Casa -Museo “Agua Escondida”, en Cerro Colorado. Si bien la obra de Héctor Roberto Chavero -Atahualpa Yupanqui- es extensa, profunda y está siempre vigente, no puede entenderse sin el aporte y el trabajo de composición de la música y concertista Nennette Pepin Fitzpatrick, que usaba el pseudónimo de Pablo del Cerro (Pablo porque ella se llamaba Antonietta Paule y del Cerro porque fue en ese rincón de la Argentina donde ella encontró su lugar en el mundo).

En palabras de su hijo Roberto Koya Chavero, presidente de la Fundación Yupanqui: “Nenette era puntillosa. Cuando escuchaba una interpretación o una zamba o chacarera sin asidero regional, carentes del rasgo particular que cada paisaje imprime a aquellas obras que lo traducen, reaccionaba con una observación clara y detallada. Valoraba por sobre todo lo auténtico de las obras. Aprendió a bailar folklore con el maestro Crespo, sobrino de Carlos Vega. Y gustaba de ir a las peñas con su familia. Siempre destacaba la cantidad increíble de danzas folklóricas de nuestro país. Sentía una gran admiración por esa cualidad nuestra”.

Nenette y Don Ata se conocieron en 1942. Ella compuso la mayoría de sus temas con un seudónimo masculino. 

Nenette nació en 1908 en la isla Saint Pierre y Miquelon, territorio francés de ultramar ubicado en la costa Atlántica de Canadá. Por ser una colonia francesa, al nacer Nenette obtuvo la ciudadanía francesa. Durante su infancia se mudó junto a su familia a Francia donde comenzó sus estudios de piano y en 1926, cuando terminó la secundaria, vino a Argentina y estudió en el Conservatorio Nacional de Música. Fue en Tucumán, en 1942 cuando en un concierto de música folklórica conoció al cantautor Atahualpa Yupanqui y cuatro años después se fueron a vivir en la misma casa.

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En 1947 nació su único hijo, Roberto Koya Chavero. Desde entonces y hasta el día de su muerte, no dejó de componer. Si bien fue coautora de algunos de los temas más conocidos del Yupanqui, por el machismo de la época, lo hacía bajo el seudónimo Pablo Del Cerro. Así nacieron las melodías de «Luna tucumana», «El alazán», «Indiecito dormido», «Chacarera de las piedras», «Vidalita tucumana», «Zamba del otoño», «Guitarra dímelo tú», entre otras. Nenette murió en 1990 de un paro cardíaco y tal como ella lo pidió sus cenizas fueron echadas al mar en las costas de su tierra natal en el Atlántico Norte.

“Nenette fue una gran compositora, siempre trataba de rescatar toda nuestra tradición gauchesca. Aunque no era argentina se había compenetrado tanto con nuestra forma de vida que se convirtió en una de nuestras grandes compositoras, aunque fue totalmente invisibilizada en esa época. Por eso hoy queremos homenajearla junto a Don Atahualpa con este primer Congreso Internacional Yupanquiano”, explica Cristina González Bordón, historiadora y gestora cultural, miembro de la Fundación Yupanqui.

El 8 de septiembre el Congreso cierra con un recital que contará con la participación de importantes figuras del folklore argentino y se presentarán las obras seleccionadas para el Premio que otorga la Fundación Yupanqui. Mientras que al otro día, el 9 de septiembre, en Cerro Colorado, donde Atahualpa y Nenette vivieron, se inaugurará el Fondo Atahualpa Yupanqui-Nenette Pepin Fitzpatrick digitalizado.

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