Las duras críticas que descerrajó el gobernador Juan Schiaretti en contra de la administración nacional en el discurso de apertura del período ordinario en la Unicameral refuerzan la visión totalmente contrapuesta que tiene el titular del Panal respecto del rumbo general del país. Al mismo tiempo, esos cuestionamientos a la gestión kirchnerista evidencian una propuesta política propia, que en el Centro Cívico pretenden que comience a permear fronteras afuera de Córdoba.

Como buena parte del sistema político argentino, Schiaretti desconoce hoy qué país habrá dentro de un año. Imposible saberlo. Para esa época, y con un Mundial de fútbol en el medio –lo que obligará a adelantar los tiempos–, las cartas electorales ya deberán estar echadas de cara al decisivo 2023.

Schiaretti decidió que esa incertidumbre generalizada, alimentada por enormes interrogantes económicos y políticos, no debe ser un escollo para quien transita la parte final de su último mandato provincial.

Relación cortada. El vínculo político entre el Gobierno nacional y el Panal, en el peor momento. (Pedro Castillo)
Relación cortada. El vínculo político entre el Gobierno nacional y el Panal, en el peor momento. (Pedro Castillo)

El gobernador cordobés llegó al punto en su carrera política en que necesita generarse las condiciones para aspirar a más. Logre o no instalarse como una figura nacional con proyección, su objetivo de base es construir una expectativa hacia adelante. El mensaje pronunciado el martes por el líder de Hacemos por Córdoba apunta en esa dirección.

Límites y problemas

Pero Schiaretti tiene varios puntos débiles en este intento de posicionamiento. Por el momento, su crítica ácida y destemplada en contra de Alberto Fernández y el kirchnerismo en general retumba únicamente en las paredes de Córdoba.

En el concierto de los gobernadores peronistas, no existen voces al margen de la de Schiaretti que apunten hoy en contra del Gobierno nacional. Todo lo contrario: el alineamiento del resto de los mandatarios enrolados en el PJ es total.

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Asediado por el descontrol que supone el agravamiento de la violencia narco, el santafesino Omar Perotti no tiene opción de despegarse de la Nación. Su dependencia de la ayuda nacional –con el envío de fuerzas federales– es desesperada. En el Panal, dejaron de contar a Perotti como posible aliado político para el futuro.

Tampoco hay referentes dentro del peronismo nacional que estén explorando alternativas al margen de la polarización que constituyen el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. En ese contexto, la soledad política que hoy exhibe Schiaretti es otro límite de peso.

El cordobés se ha posicionado en contra de la Casa Rosada incluso por encima de lo planteado por gobernadores radicales como Gerardo Morales (Jujuy) o el correntino Gustavo Valdés.

Fue tan descarnada la descripción que trazó Schiaretti del momento que vive la gestión del Frente de Todos que los opositores que lo oyeron en la Unicameral lo sintieron casi como un par dentro de Juntos por el Cambio.

Esa relación nunca abortada del todo entre el gobernador y líderes nacionales del PRO –en especial con Mauricio Macri– es seguida con extrema desconfianza por dirigentes locales como Luis Juez y Rodrigo de Loredo. En su reciente paso por Córdoba, Horacio Rodríguez Larreta buscó aventar los fantasmas que causan zozobra en la versión local de Juntos por el Cambio por un eventual acuerdo para 2023. Nada está descartado.

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