La gestión de Alberto Fernández en la prevención y el control del coronavirus sigue teniendo una altísima valoración: siete de cada diez argentinos la califican de muy buena, buena o regular buena, mientras que del otro lado, una minoría, algo más de una de cada diez personas califican como mala o muy mala la gestión respeto de la pandemia. Pese al cansancio, las opiniones están dividas: la mitad de la gente cree que hay que mantener las flexibilizaciones decididas por el gobierno hasta ahora o incluso retroceder a etapas anteriores, mientras que una levísima mayoría opina que hay que flexibilizar más o directamente levantar las restricciones. En esta última postura sólo se ubica una de cada cinco personas, un sector muy minoritario. Globalmente, aún con al desgaste, la gestión de Fernández-Fernández sigue con alta evaluación (59 por ciento positiva), en tanto que los que la consideran muy negativa o algo negativa son el 28 por ciento.

Las conclusiones surgen de una encuesta realizada por Aresco, la consultora que lidera Federico Aurelio. En total se entrevistaron 4.492 por el método conocido como IVR, es decir telefónico-automático, respetando las proporciones por sexo, edad y nivel económico-social. En general, el sistema telefónico se considera un método que suele ser desfavorable para las corrientes como el peronismo cuyos adherentes están en los sectores de menores recursos y con menos acceso al teléfono. Es obvio que en tiempos de pandemia, las encuestas por IVR son las posibles.

Pese a las marchas y al furia mediática, el manejo del gobierno de la crisis por la epidemia tiene amplísimo reconocimiento. Según señala Aurelio, «se tomaron medidas que la gente considera que fueron necesarias y eso explica los números altos que tiene la gestión en materia de salud». La aprobación es muy significativa si se considera que seis de cada diez personas dice que sus ingresos bajaron o que directamente no tiene ingresos. Y también si se evalúa que existe una furiosa ofensiva mediática contra las medidas adoptadas por el gobierno.

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En cuanto a la calificación del presidente Alberto Fernández (59 por ciento) el desgaste de los cinco meses de medidas de aislamiento repercute en sus porcentajes, aunque sigue por arriba de la evaluación que tenía antes de la pandemia y claramente por encima del 48 por ciento que sacó en las elecciones. En el segundo cordón del Gran Buenos Aires el presidente llega casi al 70 por ciento de calificaciones bien y muy bien. También Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof tienen buenos números en sus respectivos distritos, con más de la mitad de los encuestados calificándolos bien o muy bien. El motivo tiene que ver también con el manejo del coronavirus: la mayoría coincide en que los tres mandatarios sigan trabajando manteniendo los acuerdos.

En la postura respecto del aislamiento, sólo el 20 por ciento dice que hay que levantar todas las restricciones. O sea, esa es la franja anticuarentena. Del otro lado están los que creen que hay que volver atrás con las flexibilizaciones (19 por ciento), es decir regresar a la cuarentena de marzo, y también los que creen que está bien lo que hace el gobierno, flexibilizar de a poco (30 por ciento), mientras que los que quieren flexibilizar, pero más rápido también redondean un 30 por ciento. En suma, podría decirse que las opiniones mayoritarias se inclinan por mantener el aislamiento, con flexibilizaciones controladas.

Un dato de la mayor relevancia es que buena parte de los entrevistados perciben que no se cumple con la medida de realizar únicamente las salidas imprescindibles. Nada menos que el 76 por ciento dice que la mayoría sale más de lo permitido y únicamente el 21 por ciento afirma que se cumple con salir sólo a las actividades permitidas. Aurelio también preguntó por el estado de ánimo de los niños: las opiniones están divididas. Casi la mitad (46 por ciento) considera que el estado de ánimo de los chicos es negativo y un poco más (48 por ciento) afirma que es más bien positivo.

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Finalmente, el desgaste de los cinco meses de virus hace que estén instaladas expectativas de que se pase la epidemia y se puedan levantar las restricciones. Hay un 24 por ciento que sostiene lo más lógico: que no sabe cuándo terminará el aislamiento. El resto se reparte en un 30 por ciento muy optimista, que cree que el final llegará en septiembre; un 15 por ciento que apunta a octubre y otro 30 por ciento que cree que se terminarán las medidas en noviembre.

El sector más duro de Cambiemos, los empresarios y la pata mediática de esa coalición vienen utilizando la pandemia para movilizar sectores más bien minoritarios contra el gobierno, utilizando siempre argumentos distintos (y falsos): que se liberaron presos; que el estado se quería apropiar de Vicentin, que la reforma judicial apunta a impunidades en las causas por corrupción o que no hay libertad. En verdad apuntan al gobierno y al peronismo. La encuesta de Aresco evidencia que la oposición comandada por Patricia Bullrich, Miguel Angel Pichetto o el propio Mauricio Macri está acotada porque no encuentra argumentos que contradigan a los científicos y la realidad es que avanzan poco y nada. Pese al cansancio de los cinco meses de epidemia. 

La reforma judicial

El 51 por ciento de los encuestados está de acuerdo con concretar una reforma judicial mientras que los que se oponen redondean el 39 por ciento. La base es que la justicia está muy mal evaluada, sobre todo en lo que respecta a las cuestiones del delito. Entre los que están de acuerdo, hay un 20 por ciento que sostiene que este no es el momento, teniendo en cuenta la situación de la epidemia. El tema parece transitar mucho la cuestión de la grieta, porque más del 60 por ciento de los que votaron a Fernández-Fernández están de acuerdo, mientras que más del 60 por ciento de los que votaron a Juntos por el Cambio están en contra. Esa división también queda clara cuando se pregunta si la justicia va a funcionar mejor después de la reforma. En porcentajes similares las respuestas se dividen por igual entre los que dicen que va a funcionar mejor y los que dicen que va a funcionar peor. Aún así, está claro que la opinión mayoritaria es que algo hay que hacer con la justicia y por eso tienden a estar de acuerdo con reformar.

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