Maduro repudió las sanciones calificándolas como “un robo”, unilaterales e ilegales y dijo que las autoridades de Pdvsa recurrirán a los tribunales estadounidenses. Se trata de un bloqueo de 7.000 millones de dólares.

El gobierno de los Estados Unidos decidió hacerse cargo del proceso destituyente o golpe de Estado contra el gobierno del presidente constitucional Nicolás Maduro. Por caso, ayer el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, anunció la aplicación de “sanciones” a la petrolera estatal Pdvsa que se expresan en congelar activos y cuentas de la empresa aunque aclaró que “las refinerías en Estados Unidos podrán seguir operando”. Por si quedaran dudas, Mnuchin aseguró que el gobierno de Donald Trump está utilizando estas herramientas como forma de “apoyar a Juan Guaidó”. El presidente Maduro respondió a estas medidas a través de una cadena nacional donde no dudó en repudiar las sanciones a las que calificó como “un robo”, unilaterales e ilegales. En ese sentido, le advirtió al Trump que será el responsable de cualquier hecho de violencia que se produzca en el país: “La sangre que corra en Venezuela estará en sus manos” pero también sumó a Guaidó porque, según dijo el mandatario, es el promotor de estas maniobras “que le causan daño al pueblo”. Dicho sea de paso, las sanciones llegan al mismo tiempo que Guaidó anunció el retorno de las protestas callejeras.

En su discurso, donde se mostró acompañado por parte de la representación diplomática que regresó de los Estados Unidos tras la ruptura de relaciones, el presidente Maduro indicó que las autoridades de Pdvsa recurrirán a los tribunales estadounidenses e internacionales para reclamar por este avasallamiento contra la petrolera y la empresa Citgo, como se denomina en ese país. Es más, calificó a todo lo que está haciendo el gobierno norteamericano con la petrolera “es un robo y tenemos que defender la propiedad” del Estado venezolano.

La maniobra del gobierno de Trump tiene una fuerte traducción en los económico porque lo que Mnuchin denominó como “sanciones” significan el bloqueo de 7.000 millones de dólares en bienes de Venezuela en territorio norteamericano y la friolera de 11.000 millones de dólares en exportaciones petroleras para este año. Una cifra que crece si se tiene en cuenta que el canciller Jorge Arreaza dijo durante su discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU que el bloqueo financiero contra Venezuela asciende a 23 mil millones de dólares. Una cantidad de dinero que golpea con dureza a la economía y que la oposición aprovecha como una de las razones que tienen para sacar a Maduro del Palacio de Miraflores.

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Durante la conferencia de prensa que dio Mnuchin en la Casa Blanca, la primera de lo que va del año, dijo que “el camino para levantar las sanciones contra Pdvsa es a través de una transferencia expedita de control al presidente interino o a un futuro gobierno electo democráticamente que esté comprometido con la ejecución de medidas concretas y significativas para combatir la corrupción”. Una definición que no necesita de agua para que quede más clara y muestra que la administración Trump ha decidido conducir el proceso que tendría que derivar en un derrocamiento de Maduro.

De todas formas, el presidente venezolano insistió en que su gobierno está dispuesto a dialogar con la oposición “en el lugar y donde sea” pero aclaró que se debe hacer bajo “un respeto mutuo”. En ese sentido llamó a las otras fuerzas de la oposición que se expresen públicamente sobre lo que está ocurriendo pero advirtió que “si se quedan callados son cómplices. Es la hora de decir ‘dialogo ya, democracia, constitución y no al golpe”. En ese contexto, Maduro agradeció el ofrecimiento del presidente Andrés Manuel López Obrador para que sea México el país donde se lleven las negociaciones y dijo que para que eso avance debe expresarse la oposición. Incluso Maduro también reconoció como importante el esfuerzo que están haciendo los países del grupo de Caricom (Comunidad del Caribe), que ayer se reunieron con el titular de Naciones Unidas, António Guterres, en busca de una salida negociada al conflicto que desató la oposición venezolana con la dirección del gobierno estadounidense.

El anuncio del secretario del Tesoro norteamericano no fue la única movida del gobierno de Trump. En la tarde de ayer, la cadena colombiana Caracol anunció la llegada a ese país del general Mark Stammer, comandante del Ejército Sur de los Estados Unidos. El militar, según informó la cadena colombiana, llega con el encargo formal de “afianzar la cooperación con los países aliados y de desarrollar estrategias en la región para enfrentar amenazas y revisar los temas fronterizos”. Ahora bien, Stammer trabajará también “revisará” temas fronterizos y eso no representa un dato menor ya que Colombia mantiene una relación con Venezuela cada vez más tensa, desde la asunción del presidente uribista Iván Duque, y una frontera caliente por donde suelen escabullirse grupos paramilitares.

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Esquizofrenia

Antes de que se dieran a conocer los anuncios del gobierno norteamericano, el canciller venezolano, Arreaza, había calificado la diplomacia del gobierno de Trump como “esquizofrénica” porque por un lado el sábado pasado emitió una nota diplomática donde solicita el inicio de negociaciones para el establecimiento de oficinas de intereses como tuvieron durante décadas los Estados Unidos y Cuba. Sin embargo, por otro lado, hasta ese momento el que anunciaba medidas cada vez más duras contra Venezuela era el senador republicano Marco Rubio pero a través de las redes sociales. Arreaza calificó a Rubio como “un verdadero jefe golpista” que lleva adelante “el plan subversivo” contra Venezuela y que “bombardea” las negociaciones que se están llevando adelante a pesar de la ruptura de relaciones entre ambos países.

Durante una conferencia de prensa que dio al mediodía, Arreaza evitó explayarse sobre la actitud de los gobiernos que integran el Grupo de Lima porque, dijo, lo prioritario es concentrarse en dialogar con los verdaderos “jefes” de esta asonada que “se encuentran en Washington” . Arreaza, como canciller, cuidó las formas pero anoche Maduro no tuvo esos pruritos cuando calificó a la administración Trump como “un grupo de extremistas que tomaron la Casa Blanca y que no tienen límites ni escrúpulos. Son el Ku Klux Klan”, aseguró.

Por otra parte, las sanciones anunciadas llegaron pocas horas antes de que Guaidó anunciara la realización de protestas callejeras prevista para este miércoles y otra para el sábado. La de mañana tiene un formato similar a un cacerolazo en los lugares de trabajo y en las casas donde el autoproclamado pidió que hagan el mayor ruido posible entre el mediodía y las 14. Sin embargo, la organización que soporta a Guaidó envió mensajes a través de Whatsapp donde recomiendan el uso de calzado deportivo y ropa liviana más la provisión de agua con bicarbonato. A la sazón, la mezcla que se usa para diluir los efectos de los gases lacrimógenos dando cuenta de que puede haber expresiones violentas. Algo similar se prevé para la marcha del próximo sábado que incluirá a varias ciudades venezolanas y de otros países. Aunque Gaudió habla de movilizaciones pacíficas para el sábado hay más certezas de que pueda haber problemas porque se cumple el plazo que la Unión Europea le impuso al gobierno de Maduro para que convoque a nuevas elecciones. Un ultimátum que Maduro rechazó nuevamente durante su cadena nacional y aseguró que Venezuela es “más independiente de lo que pensamos porque no dependemos de los europeos ni de los gringos. No dependemos de nadie y lo que viene en los próximos años es más independencia y por eso no quieren que sigamos forjando nuestro camino, nuestro destino y nuestro futuro”.

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La virulencia de las medidas norteamericanas elevan la tensión con Venezuela tanto a nivel internacional como hacia el interior del país por lo que hace pensar que la calma de estos últimos días no fueron otra cosa que la quietud que anticipa la tormenta.

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