Diez años de retraso y 10.000 millones de dólares después, el telescopio espacial más caro de la historia fue lanzado

Al fin ha ocurrido. No exageramos al decir que acaba de tener lugar el evento científico más esperado del siglo. Puede que parezca un lanzamiento más, como las otras decenas que han ocurrido durante 2021, pero la historia que arrastra marca una diferencia. El Telescopio Espacial James Webb iba a ser lanzado en 2011, o al menos esa fue la primera fecha que sugirieron los expertos. Desde entonces, los sobrecostes, el vertiginoso avance de la tecnología y una pandemia han hecho que su lanzamiento se retrase nada más y nada menos que una década. Diez años esperando que se hiciera realidad el sueño de todos los astrónomos, astrofísicos y cosmólogos. Porque incluso si dejamos a un lado la expectación acumulada, el Telescopio Espacial James Webb sigue brillando con luz propia.

La atmósfera que envuelve a nuestro planeta bloquea parte de la luz que nos llega del cosmos, como si lleváramos unas gafas de sol muy oscuras. Para reducir este apantallamiento y mejorar nuestra visión del universo, tendemos a construir telescopios en lugares elevados, reduciendo así la distancia que la luz debe recorrer a través de la atmósfera para llegar a nosotros. Siguiendo esta estrategia, hemos llegado a construir telescopios que cabalgan aviones en las capas más altas de la atmósfera. Pero el culmen son sus hermanos espaciales, telescopios que orbitan en el espacio, evitando todos los problemas que acarrea nuestra atmósfera. El Hubble es, posiblemente, el ejemplo más conocido, pero desde que se lanzó en 1990 y comenzó a funcionar en 1993. Sin embargo, el Hubble no trabaja con el tipo de luz que nos llega de las partes más lejanas y antiguas del Universo. Su sucesor, que al fin está en marcha, supera con creces su resolución y es capaz de detectar esas escurridizas frecuencias que nos llegan del horizonte espacial. No es un sustituto, pero será tremendamente valioso para complementarlo.

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Telescopio espacial James Webb
Telescopio espacial James Webb FOTO: T. NIETO

El lanzamiento más esperado

Los retrasos han sido los protagonistas de este evento hasta el último momento. La pandemia hizo que el lanzamiento pasara de 2020 a 2021, pero otra serie de problemas menores han ido aplazando el evento a lo largo de los meses e, incluso, durante estos últimos días de 2021Del 18 de diciembre pasó al 22, del 22 al 24 y del 24 al 25. Los aficionados y expertos tenían serias dudas acerca de su habría un último retraso por motivos climatológicos, por lo que la manera en que se ha vivido un hito tan relevante como este ha sido, en cierto modo, algo extraña. Sea como fuere, el telescopio ha despegado este sábado 25 de diciembre a las 13:20 hora peninsular. El James Webb, perfectamente plegado en la cofia de un cohete Airane 5, ha despegado desde una plataforma ubicada en Kourou, en la Guyana Francesa.

Trece minutos después de la ignición, el Airane 5 ya estaba fuera de la Tierra. Las etapas se separaron a medida que el combustible se agotaba y, finalmente, solo quedó la cofia, una cápsula de 5,4 metros de diámetro dentro de la cual viajaba el James Webb, absolutamente contorsionado. Solo el espejo del James Webb ya mide 6,5 metros de diámetro, por lo que diseñarlo para que pudiera encajar en la cofia ha sido todo un reto. Su espejo formado por 18 paneles hexagonales con una cobertura de oro con 700 átomos de espesor se dobla como un tríptico y las capas de su escudo solar, se desplegará hasta alcanzar los 13,2 metros en su diámetro mayor. Sin embargo, hay algo incluso más complejo que encajarlo en la cofia, y es desplegarlo. El proceso de despliegue durará dos semanas y a continuación repasamos cada uno de los pasos principales, porque el peligro tan solo acaba de comenzar.

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Telescopio espacial JAMES WEBB
Telescopio espacial JAMES WEBB FOTO: T. NIETO

Origami inverso

Existen en torno a 300 puntos clave donde la misión podría fracasar. Son 50 los principales despliegues que tendrán que realizarse durante 14 días e implican más de 170 mecanismos que han de funcionar a la perfección y en el momento exacto para que el telescopio no se convierta en el amasijo de chatarra más caro de la historia.

Cuarenta minutos después del despegue se desplegaron los paneles solares que ayudarán a alimentar energéticamente al telescopio y 2 horas después se hizo lo propio con una antena para mejorar la comunicación con Tierra. Pasadas 12 horas del lanzamiento, el James Webb activará sus motores para propulsarse hacia su verdadera meta, que se encuentra a un millón y medio de kilómetros de la Tierra. Ese viaje durará 29 días hasta que alcance una órbita en torno al llamado “punto 2 de Lagrange”, una zona donde la gravedad del Sol y la Tierra se equilibran dando estabilidad al telescopio.

Un día y medio tras el lanzamiento, habrá pasado la Luna y hacia el final del tercer día comenzará a desplegar su escudo solar y lo separará un poco del resto del telescopio, ayudando a proteger su tecnología del calor, como si fuera una sombrilla. El quinto día se abrirán unas pestañas que ayudarán a estabilizar al telescopio en su viaje y no será hasta el sexto que el escudo solar continuará su apertura en lo que será uno de los momentos más delicados de toda la misión.

A los 10 días, se desplegará el espejo secundario, donde se concentrará la imagen rebotada en el enorme espejo primario, con sus 6,5 metros de diámetro. El día siguiente, se desplegará un sistema para disipar el calor del telescopio, ya que debe mantenerse a temperaturas increíblemente bajas para que el calor no interfiera con sus mecanismos arruinando su altísima resolución. Y, finalmente, el día 12 y 13 se abrirán los laterales del espejo primario, pero todavía quedará que se reajusten a la perfección durante los días siguientes para que se comporten como un único espejo. Aunque, por supuesto, a esto tenemos que sumarle la propulsión que le ayudará a viajar el millón y medio de kilómetros que le separan del punto 2 de Lagrange, así como todas las correcciones que necesite para ponerse en órbita.

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Telescopio LST-1
Telescopio LST-1 FOTO: TERESA GALLARDO

Merece la pena

Añadamos el tiempo que necesita para enfriar sus mecanismos y ponerlos a punto. Eso alarga todavía más el tiempo que necesitará el James Webb para estar en activo y, por lo tanto, ha hecho que algunas voces críticas hayan insistido en que no podremos cantar victoria hasta que lleguen las primeras imágenes, y para eso falta mucho más que un mes. No obstante, no podemos negar que esos 29 primeros días son los más sensibles, los que nos tendrán con el corazón en un puño.

Nos esperan semanas de gran tensión entre los aficionados y profesionales del espacio. No solo nos jugamos años de desarrollo y todo el dinero invertido en el proyecto, sino que la revolución que puede traer este telescopio supondría un antes y un después en muchas líneas de investigación. Tendremos que seguir de cerca el despliegue, como si fuera un segundo calendario de adviento, solo que muchísimo más caro y menos calórico.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Aunque las imágenes del telescopio serán espectaculares y nos permitirán observar planetas extrasolares, estrellas en formación, nuevas galaxias e incluso agujeros negros, no debemos confundirlas con los efectos especiales de las películas. La mayoría tendrán un pixelado bastante grosero que no consentiríamos de ninguna cámara fotográfica, pero que para las distancias de las que estamos hablando son una verdadera maravilla sin parangón en la historia de la tecnología.

REFERENCIAS (MLA):

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