Con el triunfo de Alfredo Cornejo en Mendoza, el radicalismo se anotó una seguidilla de tres domingos consecutivos de festejos a nivel provincial y se aseguró a partir de diciembre un bloque de cinco gobernadores. Un escenario impensado hace unos años, que posiciona a la UCR en condiciones de despintarse de amarillo y disputarle al PRO –y por elevación a Mauricio Macri– la conducción de los destinos de la alianza de la que forma parte, como furgón de cola, desde la histórica convención de Gualeychú de 2015. Los primeros coletazos de ese reseteo de las relaciones de poder al interior de Juntos por el Cambio ya se vieron durante la sesión por Ganancias en la Cámara baja, cuando cuatro diputados del bloque UCR-Evolución negociaron por su cuenta con el oficialismo sentarse en el recinto a cambio de que se incluya en el debate el proyecto de creación de universidades nacionales. El interés partía de una de ellas en particular, la de Río Tercero, por la que pujaba la cordobesa Gabriela Brouwer. Esa postura chocó con la idea de Patricia Bullrich y del propio Macri de que el interbloque opositor se mostrase abroquelado y sin fisuras. De allí que el expresidente haya dejado otro de sus estallidos de furia recientes y los catalogara de “populistas”. Una idea que ya había estrenado hace un año, cuando utilizó la misma palabra para refererirse a Hipólito Yrigoyen, el primer presidente radical, y que luego retomó Javier Milei.

La respuesta no se hizo esperar y desde Evolución le devolvieron gentilezas: le recordaron a Macri que él también desplegó un menú de medidas “populistas” luego de su estrepitosa derrota ante el Frente de Todos en las PASO de 2019. «Hace rato le viene faltando el respeto al radicalismo»respondió a la chicana en declaraciones a Futurock el referente de Evolución, Emiliano Yacobitti.

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Fuera de los micrófonos, el contraataque radical fue menos elegante. «Hace tiempo que no le pedimos permiso, ahora menos le vamos a pedir perdón», se despachó un dirigente protagonista de las negociaciones parlamentarias de esta semana, envalentonado por la situación en la que quedó su partido luego de las elecciones provinciales en Chaco y Santa Fe. “Macri está acostumbrado a dar órdenes porque cree que todos formamos parte de su empresa, no entiende que somos un partido político. Además, ¿Con qué puede amenazarnos ahora? No le debemos nada, más bien diría que ahora es al revés”, agregó.

El señalamiento hace referencia al aire que recuperó Patricia Bullrich en medio de su alicaída campaña tras subirse a los escenarios ganadores de Maximiliano Pullaro en Santa Fe, hace 15 días, y de Leandro Zadero en Chaco, hace una semana. Se trata de dos gobernadores electos que a diferencia de los mendocinos del grupo Malbec encabezados por Cornejo se referencian con terminales radicales que hasta las PASO jugaron al otro lado de la interna cambiemita, detrás de Horacio Rodríguez Larreta. Pullaro lo hizo de la mano de Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti (incluso derrotó a la bullrichista Carolina Losada en su propia interna local) y Zdero fue promocionado por el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés. Todos ellos apuestan a que Bullrich pueda ingresar al ballottage, sobre todo espantados ante la posibilidad de que Milei llegue a la Rosada, con la incertidumbre que eso supone para la gobernabilidad en las provincias. Pero también saben que ponen a jugar hasta octubre un caudal que estiman en 4 millones de votos (contando Jujuy, Córdoba y CABA) que le facturarán como deuda a la exministra a partir del año que viene si, a contramano de todas las encuestas, logra llegar a la Rosada.

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El escenario sería muy distinto si tal cosa no sucede. Una muestra fue el acto que compartieron este domingo el propio Valdés y Gerardo Morales con Sergio Massa. “Hasta octubre, Patricia es nuestra candidata, y por lo tanto, por ahora es la que conduce la campaña. Nosotros jugamos con ella, pero después se verá. Si pierde se viene una reconfiguración a fondo del espacio. Nosotros no vamos a hacer un pacto con Milei ni a permitir que la alianza se acerque a sus posiciones”, arriesgaba al respecto otro dirigente con peso electoral en la provincia de Buenos Aires y en la propia estructura partidaria de la UCR.

Desde el entorno de uno de los gobernadores electos que está de festejo y  construyendo la transición en su provincia describen, a su manera, la misma situación: “No hay dudas de que Juntos por el Cambio no es lo mismo que hace meses atrás. Antes el PRO imponía condiciones. Ahora preguntan todo antes. La relación cambió”, aseguraron.

Provincialización vs. candidato nacional

Los triunfos de Pullaro y Zdero también representaron una renovación dirigencial al interior de la UCR. En la conducción radical celebran que ambos comparten una característica: “son hombres de partido”, dicen. Los dos tuvieron una militancia desde muy temprano en la estructura partidaria, y derrotaron respectivamente al aparato tradicional, que venía cosechando derrota tras derrota luego de la debacle del 2001. “Para ganar hay que saber perder. Durante años pasamos por derrotas políticas sin renovación interna. Recuperamos la capacidad de empatizar con un sector de la sociedad”, agregan.

La recuperación provincial, sin embargo, todavía está lejos de expresar una realidad nacional. “Son realidades locales. No es una recuperación nacional, es muy comarcal”, matizaban cerca de uno de los gobernadores recientemente electos.

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En esa lógica, para disputar la conducción de la oposición, al radicalismo le falta un candidato presidencial. Ante el nuevo panorama, afloran apellidos como el propio Pullaro y otros como Facundo Manes, que viene de resguardarse este turno con la idea de apostar a 2027.

“El problema con el salto nacional de muchos gobernadores puede llegar a ser un hipotético gobierno de Milei, que viene con incertidumbre y retracción económica. Ante ese panorama, nosotros vemos que al menos los dos primeros años nadie va a asomar la nariz de su propio terreno, va a haber una provincialización muy marcada”, advirtieron.

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