El Estado bonaerense lanzó el programa Cuidar a Quienes Cuidan, una política impulsada por el Ministerio de Salud de la Provincia y destinada a la supervisión y el abordaje emocional de los trabajadores que componen el sistema sanitario. Pese a ser oficializado el pasado viernes 15, Cuidar a Quienes Cuidan surgió durante la pandemia, cuando los trabajadores de la salud se encontraban en el frente de batalla, expuestos a un virus letal y con el peso de anunciar cientos de muertes a diario.

La subsecretaria de abordaje de Salud Mental, Consumos Problemáticos, y Violencias en el Ámbito de la Salud está a cargo de Julieta Calmels y cuenta con dos direcciones provinciales, una abocada a la salud mental y al consumo problemático, y otra a los Abordajes de la violencias. Esta última, a cargo de Pilar Tuculet, es la encargada de disminuir el sufrimiento de los trabajadores y cuidar su salud emocional. Con el incremento de situaciones límites, notorio durante la pandemia, la dirección contrató personal de la Salud Mental para que trabajen junto a los equipos que se encontraban en los hospitales, que abarcaban desde la enfermería hasta los encargados de la limpieza, y cualquiera que atravesara grados de exposición física y emocional en pos cuidado de los otros.

El sistema sanitario bonaerense cuenta con 82 hospitales y 172 centros de salud mental. Allí, psicólogos y trabajadores sociales con elevados niveles de formación intervinieron acompañados por equipos de supervisión y coordinación central para poner paños fríos y enderezar aquellas situaciones que desbordaban a los trabajadores.

Al igual que diversas medidas que el Estado desarrolló durante la pandemia, las líneas de acción en términos de salud mental se proyectaron en el tiempo y fueron encuadradas en el programa Cuidar a Quienes Cuidan, una política que interviene en dos niveles. Cuando se producen situaciones de conflictos internos en los equipos y servicios de salud, la subsecretaría genera dispositivos de trabajo para enfocar y desmontar la cuestión. Sumado a ello, esta rama sanitaria creó comités de abordaje de las violencias en los hospitales. A día de hoy, ya son 49 los comités divididos en todas las regiones sanitarias y que abarcan la mitad de los hospitales provinciales.

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En total, el programa realizó 5.088 encuentros, cuyas modalidades se definen según la institución y la situación a intervenir. Calmels explica: «Cada caso se aborda distinto, generalmente a través de espacios de encuentro e intercambio verbal, y quizás con alguna actividad que se proponga de interacción, como situaciones para discutir o pensar nuevas formas de realizar un servicio». La subsecretaria señala que, en aquellas situaciones donde la solución parece alejarse, se aplican sanciones a aquellos trabajadores que ejercen la violencia, «algo que antes parecía imposible».

Con el correr del tiempo, la cartera sanitaria se propuso trabajar en la cultura del trabajo y los modos en los cuales los profesionales de la salud desarrollan sus tareas, «algo tan importante como invisibilizado», según Calmels, que explica que «los espacios de trabajo son importantes porque allí desarrollamos nuestra vida». «Notamos que los sufrimientos que se producen allí, impactan mucho en los trabajadores y en las maneras de atender a las personas porque las situaciones internas no resueltas, repercuten negativamente en su atención al personal», detalla, a la vez que señala que «hay situaciones de agresión en los hospitales que se deben a cosas que se deben repensar desde el sistema de salud». En ese sentido, la Provincia incrementó el número de cuidadores y acompañantes hospitalarios, conocidos en el ámbito sanitario como «facilitadores», que guían a las personas para resolver las cosas pequeñas y que no recaiga todo en el profesional de turno.

Calmels le dice a BuenosAires/12 que «la tradición de formación y el sistema de salud nunca previno estas cosas», ya que «todos se alarmaban cuando golpeaban a un médico en la guardia», pero nunca se pensó profundamente que «cuando alguien golpea a un médico, atrás de esa piña están pasando cosas», como el tiempo de espera, la poca recepción, la falta de orientación y la nula comprensión de los sufrimientos de la persona que acude al efector de la salud por un dolor físico.

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Un origen pandémico

Cuando el COVID-19 se instaló como una pandemia global, los funcionarios de la salud de la Provincia de Buenos Aires notaron, con preocupación, una afección emocional muy grande entre los trabajadores del sistema sanitario. Los casos aumentaban, las medidas se reforzaban y se incorporaban nuevos equipos al personal de salud, pero la angustia, la preocupación y el riesgo constante causaban un desbarajuste en términos psíquicos que influía en la capacidad para brindar respuestas.

Julieta Calmels recuerda que los trabajadores y trabajadoras debían atender a las personas cuando no había vacunas y define a esa situación como «estar en la guerra». «Atender personas contagiadas era el peor lugar donde una persona podía estar, muchos trabajadores terminaron viviendo en otro lugar para no contagiar a su familia, lo que generó un desgaste muy grande y situaciones límites que comprometían la salud de los trabajadores y su desempeño como profesionales«, rememora.

«Los niveles de angustia y ansiedad hicieron que los funcionarios pensemos en un trabajo con quienes componen el sistema, no solo era dar camas y barbijos, porque debíamos acompañarlos para laburar en los niveles de sufrimiento que producía eso», señala.

Según recuerdan en el Ministerio de Salud, la segunda ola de contagios fue la piña de knock-out. Además de sus tareas, los trabajadores de la salud dejaban de lado sus propios padecimientos, ya que contenían emocionalmente a los pacientes y a sus respectivas familias, que incluía la tarea de informar fallecimientos en una proporción nunca antes vista. La subsecretaria de Salud Mental, recuerda que se sentó con un jefe de servicio de terapia intensiva, y que este le mostró la lista de muertes que había comunicado en solo 24 horas: «Es imposible que alguien no quede emocionalmente impactado ante una situación de esas características», le explica Calmels a este diario.

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Recordando aquel escenario límite, Calmels destaca que Cuidar a Quienes Cuidan está ligado a la reforma sanitaria que llevan adelante en la provincia de Buenos Aires, donde buscan que «ser atendido sea una oportunidad para sentirse bien», para «construir una salud más humana, más inclusiva, solidaria y amable». Y amplía: «La salud es una dimensión humana y requiere que pensemos humanamente un sistema de cuidados y de atención, que haga que la salud forme parte de una construcción colectiva. Hay una idea de la salud que considera que la atención es brindar servicios a través de profesionales y tecnologías, pero para nosotros, la salud es una organización social de los cuidados de la atención que involucra profesionales, equipos de salud donde hay no profesionales, y tecnologías; pero también relaciones humanas».

«Buscamos la construcción de un sistema de salud más humano para los trabajadores y las personas que se atienden», dice y destaca la gestión de Axel Kicillof y el ministro Nicolás Kreplak. «Tienen una idea colectiva de la construcción social y de la centralidad de las instituciones del Estado, que permite que esto se despliegue», explica y sentencia: «Imaginate un gobierno de Javier Milei o Patricia Bullrich: ¿Pagarían un programa de estas características? Si no pagaban medicamentos, tecnología y profesionales… menos esto».

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