El ajuste fiscal solo ha tenido dos consecuencias «positivas» desde el punto de vista macroeconómico: 1) evitar una espiralización de la inflación tras la devaluación de diciembre de 2023, cuando el tipo de cambio oficial nominal (TCN) subió un 118%, ya que la contracción de la demanda agregada ha funcionado como un ancla que ha contenido los aumentos de precios; y 2) generar un superávit en la balanza comercial de USD 10.708 millones en el primer semestre de 2024. Este superávit comercial se logró en gran parte porque las importaciones cayeron alrededor de un 35,4% anual en junio de 2024 debido a la recesión económica y la contracción de la demanda agregada.
Sin embargo, no se ha logrado bajar la inflación mensual a niveles razonables, a pesar de llevar más de seis meses con superávit fiscal. La inflación mensual actual sigue siendo muy alta: en junio fue del 4,6%. Además, la desaceleración de la inflación mensual desde el pico del 25,5% en diciembre de 2023 y del 20,6% en enero de 2024 se ha detenido desde mayo, cuando fue del 4,2%.
Para comenzar a hablar de éxito en la estrategia de combate a la inflación, es necesario reducir la inflación mensual al 1,5%, como era previo a la crisis cambiaria de mediados de 2018 durante la presidencia de Macri, o al menos al 3% mensual, como durante la segunda mitad de la presidencia de Macri y la de Fernández, cuando la gestión económica estaba en manos de Guzmán y Kulfas.
Hacia adelante, hay muchas dudas sobre la capacidad de reducir la inflación mensual sosteniblemente por debajo del 3-4% (nivel alcanzado tras la crisis cambiaria de la presidencia de Macri). Estas dudas surgen en parte por el efecto de la inflación inercial, un proceso en el que los aumentos de precios se retroalimentan, obligando a las empresas a aumentar sus precios debido al alza de sus costos, generando una inflación persistente. Con un crawling peg del 2% mensual, es muy difícil que la inflación inercial baje de ese nivel, especialmente si simultáneamente hay aumentos desmedidos de naftas, tarifas, etc.
Además, existe el riesgo de que la inflación cambiaria vuelva a aumentar. Para mantener el control del TCN, es crucial no perder el superávit comercial, lo cual será difícil con el creciente atraso cambiario, el aumento de la brecha cambiaria y si el gobierno pretende implementar políticas para reactivar la economía.
Por supuesto, si el gobierno continúa implementando y profundizando el ajuste fiscal, es posible que la inflación mensual continúe a la baja. Sin embargo, en ese caso, la pregunta es: ¿Qué es peor, la cura (recesión, desempleo, pobreza) o la enfermedad (inflación)? La idea de un plan antiinflacionario exitoso no es reducir la inflación sin miramientos, sino hacerlo sosteniblemente sin generar excesivos costos sociales y económicos de corto y largo plazo.