Con una propuesta lúdica, poética y festiva que retoma las consignas y tradiciones de la lucha feminista, a través de la puesta en marcha de una kermés pensada como «una explosión desenfrenada de libertad popular», reabrió sus puertas el Museo del Libro y de la Lengua bajo la dirección de la escritora María Moreno.

«La Kermés del día después mezcla la resaca con la asamblea, las destrezas y habilidades (sin rivalidad ni saña) con la regresión a la infancia, evadiendo el control de la psicología y de la etiqueta burguesa», se lee en el texto que da la bienvenida a la recorrida por la institución contigua a la Biblioteca Nacional.

Inmediatamente la evocación a Lohana Berkins invita a disponerse al juego bajo el título «Lohana te adivina el porvenir» y entonces se puede girar la rueda, la ruleta que te asigna un número del uno al diez en el que aparecen las profecías de la militante y activista fallecida en el 2016 en distintos papeles que el visitante se puede llevar con sus definiciones.

El itinerario continúa con juegos como un tumbalata que convoca con la idea «se va a caer, se va a caer, empezá por una lata» a derribar las que dicen «patriarcado», «travestofobia» o «racismo» o una pequeña pileta en la que se pueden pescar peces con las palabras «divorcio», «lifting», «alegría» o «spa» bajo la consigna «Pescate un deseo».

Una de las paredes de la planta baja está tomada por un «diccionario machista» escrito por Adriana Carrasco, Florencia Abatte, Gabriela Cabezón Cámara y Paula Jiménez España, entre otras, que insta a abrir pequeñas ventanas en las que hay definiciones para distintas palabras. Por ejemplo, al abrir «bruja» se lee «mujer», «aborto» se define como «crimen, interrupción de la paternidad» y «abuso» como «efecto de la potencia sexual masculina reprimido por la ley luego del triunfo feminazi».

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A su vez, la caminata por los espacios de la planta baja del Museo, inaugurado durante la gestión de Horacio González al frente de la Biblioteca, incluye la «Cronología en fucsia» que repasa diferentes momentos de la tradición del movimiento feminista como la publicación de una solicitada firmada por mujeres como Pinky, Silvina Ocampo, Leonor Calvera, Sara Facio, María Elena Walsh y Nélida Lobato en el año 1979 para protestar porque en Mendoza se intentó sancionar a una trabajadora del Poder Judicial por haber tenido un hijo soltera. La Cronología también plasma algunas leyes claves como la de Divorcio, la de la Patria Potestad Compartida, la de Trata o la de Matrimonio Igualitario.

La llegada al primer piso es el encuentro con la muestra «Mareadas en la Marea: diario íntimo de una revolución feminista» que, con la curaduría de Fernanda Laguna y Cecilia Palmeiro, deja instaladas fotos, textos y banderas en las que con letra violeta escritas en aerosol se puede leer que «El Estado es responsable. Ni una menos. Hartas del patriarcado» u otras con fondo verde: «Vivas, libres y desendeudadas nos queremos».

Pasadas las 19, con el pañuelo verde característico de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en el cuello y luego de una breve presentación del director de la Biblioteca Juan Sasturain que asegura que «este día era un lujo», Moreno toma el micrófono y lee un texto en el que señala que le «gustaría que el Museo sea la casa de estos debates que nos interpelan a todes», ya que «no se trata de obedecer a la separación edilicia con la Biblioteca Nacional en la casita colorada del género».

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«Hubiéramos querido que hoy, 10 de marzo de 2020, no existiera un nombre para el femicidio, el último en la serie (75) de lo que va del año (Fátima Acevedo) como lo fue el 26 de marzo de 2015 el de Dahiana García para la maratón de poesía, realizada en este mismo espacio», marca la escritora y cronista.

Al mismo tiempo expresa que, en esta coyuntura, un desafío es el «de no quedarnos pegadas a una suerte de fetichismo de la denuncia y del castigo para, a cambio, inventar una justicia otra, crear una constelación de formas de hacer justicia que transformen el sentido de la justicia misma».

Moreno asegura que le preguntaron mucho por los desafíos al asumir esta responsabilidad ante lo que deja establecida cuál es su pregunta: «¿Cómo evitar que el Museo del Libro y de la Lengua se convierta en un muestrario progresista totalizador, una suerte de look, cuando en realidad cada una de sus muestras, de sus debates, debería mantener un compromiso irrenunciable con los reclamos políticos de aquellos a quienes convoca y sus proyectos emancipatorios?».

La siguen las lecturas que congregan a los presentes en los bancos al aire libre que posee el Museo, bajo el título «Canilla libre de poesía», que inaugura la poeta y ensayista argentina Tamara Kamenszain.

Entre los asistentes está la primera directora del Museo, la socióloga, ensayista, investigadora y docente María Pía López, quien dialoga con Télam sobre su vuelta a esas instalaciones después de cuatro años.

«Me parece interesante que el Museo reabra con estas muestras que registran el tipo de resistencias que se le fueron construyendo al macrismo donde el feminismo fue parte central», indica.

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López celebra la iniciativa de la kermés porque «remite siempre a algo muy festivo, popular y que ayuda a pensar que un museo no es un lugar de solemnidad, ni de cosas fijas que se cristalizan sino que es también es un modo de habitar una memoria colectiva, lo que siempre es lúdico, paródico, jocoso».

En ese sentido advierte que «hay que seguir lo que viene pensando María en torno a la lengua donde es claro que está pensando una lengua muy desestructurada» y recuerda que fue allí, en ese Museo, donde antes de 2015 se dieron discusiones como la del lenguaje inclusivo.

Daniel Link, Ezequiel Adamovsky, Mara Brawer, Cristian Alarcón, Marta Dillón, Florencia Abbate, Bárbara Belloc y Renata Schussheim cuentan entre los participantes del comienzo de «La Kermés del día después. Archivo, feria y arte sobre el 8M Paro Internacional de Mujeres» que se podrá visitar hasta el 10 de junio en el Museo oficialmente reinaugurado en la Avenida Las Heras 2555 en la Ciudad de Buenos Aires.

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