El secretario de Estado, Mike Pompeo, confirmó que el nuevo mandatario de Brasil invitó a Estados Unidos a operar militarmente en su suelo. Un sector de las Fuerzas Armadas y la oposición rechaza esa pérdida de territorio.

El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, confirmó ayer que el flamante presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, le ofreció a Estados Unidos instalar una base militar en territorio brasileño. “Estamos satisfechos con la oferta del presidente Bolsonaro. Confío en que vamos a continuar dialogando de muchos temas con Brasil mientras el nuevo gobierno asume el país. Esto es algo que deseamos muchísimo”, dijo Pompeo en una entrevista publicada ayer por el diario brasileño O Estado de Sao Paulo.

El jefe de la diplomacia de la Casa Blanca fue el representante del presidente Donald Trump en la asunción del Bolsonaro el pasado martes. El ultraderechista ya había adelantado en una entrevista al canal SBT que está abierto a que Estados Unidos instale una base militar en Brasil, como contracara al apoyo militar ruso que recibe la vecina Venezuela.

Cuando Pompeo fue consultado sobre esta posibilidad, respondió: “Esto es algo que estamos siempre evaluando en Estados Unidos, cuál es la mejor forma de tener buenos aliados en la región, en el mundo, dónde y cuándo instalar nuestras bases militares”.

El anuncio de Bolsonaro y de su canciller, Ernesto Araújo, sobre la posibilidad de abrir una base militar estadounidense en Brasil generó controversias entre dirigentes del Palacio de Itamaraty, sede de la Cancillería, y un sector de las Fuerzas Armadas, un elemento clave de este gobierno. El ministro de Defensa, el general Fernando Azevedo e Silva, aclaró mediante su oficina de prensa que no trató el asunto de la base militar con Bolsonaro.

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Por otra parte, generales menos liberales que los que integran el gobierno se negaron a aceptar la idea, según la prensa local. Uno de los militares de alta jerarquía, que también habló con O Estado de Sao Paulo y que prefirió mantenerse en anonimato, afirmó que acuerdos de este estilo sólo se justifican cuando hay riesgo de agresión externa fuera de la capacidad de reacción y que puede poner en peligro la integridad de la nación. “Es el caso del niño débil que espera que lo salve un amigo fuerte. Estamos lejos de eso”, ejemplificó.

Las críticas también llegaron del lado de la oposición al capitán retirado del Ejército. El ex candidato a presidente por el Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, escribió en la red social Twitter: “La oferta, hecha por Bolsonaro, de ceder parte de nuestro territorio para la instalación de una base militar estadounidense, aún si no se concreta, es de las medidas más dramáticas y simbólicas del nuevo gobierno”.

Estados Unidos ya tuvo una base militar en Brasil en 1943, en virtud de un pacto entre los presidentes Getulio Vargas y Franklin Roosevelt para la cooperación con la aviación estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. La base estaba en el estado de Río Grande do Norte, un distrito conocido como la Esquina de América porque es el punto continental más cercano de Africa y la península ibérica, y la región de donde partían aviones de guerra estadounidenses.

En la entrevista otorgada al matutino paulista, el secretario de Estado también confirmó que existe una negociación para llegar a un acuerdo bilateral para que Estados Unidos pueda usar la base espacial brasileña de Alcántara, en el estado de Maranhao, en el noreste del país. “Estamos muy interesados y se está negociando un acuerdo de salvaguardas tecnológicas con Brasil, que liberará una licencia para lanzamientos de vehículos espaciales y satélites de Estados Unidos”, dijo Pompeo.

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No bien asumió el nuevo gobierno, el canciller Araújo delineó la nueva política exterior y describió a Trump como un “salvador de Occidente” frente al “globalismo” y al principio del multilateralismo por encima de las soberanías nacionales. Sin embargo, mientras Araújo prometió un alineamiento con Washington, el principal socio comercial de Brasil desde 2009 es China, un país que, según Pompeo, tiene una actitud predatoria para hacer negocios en América latina.

Pese a este posible conflicto de intereses, Estados Unidos es el segundo socio comercial de Brasil y, por eso, el funcionario estadounidense ya anunció que invitó a Bolsonaro a visitar a Trump en Washington, posiblemente a partir de marzo próximo. “Hay muchas cosas para trabajar juntos, para hacer del mundo un lugar más seguro y próspero”, dijo. Al ser consultado sobre una posible reunión de Trump con Bolsonaro, el presidente de Colombia, Iván Duque, y de Chile, Sebastián Piñera, el funcionario respondió que como todos estos países se encaminan hacia la misma dirección y predican con los mismos principios, eso facilita que trabajen bien junto con Estados Unidos en una serie de temas. El periodista de Estado le preguntó, entonces, si Brasil lideraba un giro a la derecha en la región y un acercamiento a Washington, en consecuencia. “Exactamente. Estamos entusiasmados ante esta perspectiva y vislumbramos grandes oportunidades”, destacó.

El encargado de la diplomacia estadounidense contó, además, que con el canciller brasileño repasaron la situación venezolana la semana pasada en Brasilia. “El régimen de Maduro reivindica ocupar a Venezuela por un mandato más, pero nosotros no consideramos que las elecciones hayan sido justas, creemos que fueron una farsa. Por lo tanto, queremos tener la certeza de que no solo Estados Unidos y Brasil, sino también los demás países de la región dejen muy, muy en claro que eso es inaceptable y que la democracia tiene que ser restaurada”, estimó Pompeo. “Hay varias cosas que pueden ser hechas y espero poder trabajar en cada una de ellas con nuestro nuevo socio ahí en Brasil”, continuó.

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El funcionario estadounidense admitió, asimismo, que el tema de Venezuela había sido la principal cuestión discutida con Duque, con quien se reunió después de salir de Brasil, ya que la situación en el país caribeño, dijo, repercute en los países vecinos.

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