A partir de una convocatoria abierta y plural desde la Comisión de Innovación, Ciencia y Tecnología del Instituto Antonio Cafiero, estamos trabajando en el diseño de políticas de ciencia y tecnología para el desarrollo del país.

Fruto de este intercambio colectivo, y con vistas a las elecciones nacionales, hemos elaborado un documento con 16 propuestas para el próximo gobierno. Participaron de este trabajo interdisciplinario equipos de 18 universidades nacionales y representantes de los organismos de ciencia y tecnología.

Recuperación del rango de ministerio para el área, retomando el plan de formación de jóvenes investigadores, fortalecimiento de las herramientas de articulación; presupuesto plurianual al 2030 tomando como base el año 2017; creación de empresas público privadas de tecnología para economía regionales; y consolidación de una extensa red de vinculadores, son algunas de las medidas que proponemos realizar desde el próximo 11 de diciembre.

A partir del lugar que le cabe al conocimiento científico en el mundo de hoy como palanca para el desarrollo, se plantea un principio rector: No se trata de “apoyar a” la ciencia, consiste en “apoyarse en” la ciencia y la tecnología.

Sin dudas el punto de partida es el crítico escenario que nos deja el gobierno de Cambiemos, que en cuatro años mostró un rumbo económico con una dirección opuesta al desarrollo, guiado por soberbia y un profundo desprecio por lo propio. Mientras desalienta las capacidades nacionales, insiste en una promesa de modernización y progreso que llegarán de la mano de actores y recursos extranjeros. A partir de este pobre y errado enfoque, el gobierno implementó una drástica adecuación del Estado.

Sostiene que a las tecnologías es mejor importarlas, dado que están libremente disponibles y son un bien de mercado más. Más allá del modelo de dependencia que implica, es ingenuo pensar que se comparten tecnologías sensibles para el desarrollo, como la nuclear, satelital o aeroespacial. Tampoco las tecnologías de punta. Ninguna empresa comparte información cuando su aplicación le permite posicionarse. Por lo tanto, o hay un plan de desarrollo científico o no habrá acceso a tecnologías estratégicas.

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La suma de decisiones de estos años conforma una transformación con consecuencias serias sobre el presente y, en especial, sobre el futuro del país. El sistema nacional de ciencia y tecnología no ha sido la excepción. Junto al sistema universitario fue sometido a una triple crisis: presupuestaria, institucional y de sentido.

Mientras la discursividad del gobierno está cada día más alejada de la realidad y sus evidencias, la perspectiva en la actualidad es muy preocupante. Es público el reclamo de los investigadores del Conicet, el freno a los proyectos de Conae, la incertidumbre del sector nuclear, la reducción de personal del INTI, la falta de definiciones en una industria del software que está en jaque, y la falta de presupuesto de las universidades. Este es el modelo de Cambiemos.

Nosotros proponemos otra mirada. En nuestro modelo de país ese conocimiento es estratégico.

Para ello debemos articular y coordinar los recursos y capacidades con una agenda de prioridades, en la que confluyen las tendencias a nivel mundial, como el calentamiento global y las energías sustentables, el impacto de la inteligencia artificial y la robótica, pero siempre respetando el “saber hacer” propio, como es el caso de la biotecnología, la energía nuclear o la tecnología espacial, áreas en las que el país es referencia internacional. El sistema científico también debe orientarse a la solución de los problemas estructurales de la vivienda, la contaminación y el transporte; y la mejora sustancial de servicios públicos básicos de agua, gas y electricidad.

Entendemos que toda política pública es virtuosa cuando produce empleo, riqueza y bienestar para la población. Y el conocimiento aplicado es un gran acelerador de los procesos de innovación, agregado de valor y mejora de la competitividad, por ello sostenemos que la ciencia y tecnología no es un gasto, sino una inversión. Porque sin conocimiento no hay desarrollo.

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