Lágrimas de felicidad, de emoción y abrazos, desahogo y euforia gigante. Es que tras 36 años, Argentina, en todo su ancho y largo, volvió a ser un mismo grito y puño apretado: ¡SOMOS CAMPEONES DEL MUNDO! Y el festejo es y será enorme también por el increíble sufrimiento inmerecido porque la Selección Argentina mereció ganar en los 90, primero, en el alargue después, pero Francia, con la jerarquía de Mbappé, lo llevó a los penales, donde se volvió a imponer como contra Países Bajos en cuartos. ¡Leo levantó la Copa del Mundo en Qatar!, como Passarella en el 78 en Argentina y Maradona en el 86 en México. Una foto que deseó durante estos años él como el 99% del mundo que lo ama y que será histórica, como ya lo era su carrera sin este título.

Argentina había borrado de la cancha a Francia en los primeros 80 minutos y demostrado que en las finales también se puede jugar bien al fútbol. El equipo de Lionel Scaloni respetó su identidad de juego que lo llevó a ser campeón de la Copa América contra Brasil en el Maracaná y a esta final. Con su presión asfixiante, con su buen juego por dentro y por fuera, con su fortaleza en los duelos, con su protagonismo, la Albiceleste se estaba imponiendo y parecía que sería campeón sin sufrir con goles de Messi (de penal) y Di María, pero apareció Mbappé y en dos minutos marcó dos tantos para ir al alargue.

Y en ese alargue, también mereció más Argentina que Francia, se volvió a imponer adelante con un nuevo tanto de Messi, a los 108, pero otra vez Mbappé, de penal, igualó a los 118 el encuentro. Insólito. Como si la Copa del Mundo otra vez estuviera destinada a escaparse. Y casi ocurre en el minuto final cuando el arquero argentino salvó con su pierna un mano a mano.

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Pero, en los penales tenemos al Dibu Martínez, un fenómeno que volvió a atajar un remate en una tanda. Fue triunfo por 4 a 2 porque el 1 le atajó su tiro a Coman, luego erró Tchouameni y marcaron todos los argentinos: Messi, Dybala, Paredes y Montiel el decisivo para desatar la locura de todo un país.

Messi se merecía este Mundial. Después de tanto sufrimiento, de tantas finales perdidas, y jugar este Mundial de manera extraordinaria donde claramente fue el mejor jugador. Mismo en la final, convirtió el penal a los 23 minutos para abrir el marcador (lo definió con una tranquilidad increíble, como si fuera en un amistoso), dio un toque clave en la jugada del segundo gol, de Fideo, a los 36 minutos de la primera parte, que fue un ¡GOLAZO!, y anotó el tercero en el alargue y también su remate de penal.

Di María, otro histórico, también. Después de tantas pálidas y en la final estar brillante, atrevido, generar el penal del 1-0 y anotar el 2-0 para seguir con su racha de goles en finales: ya había mojado ante Nigeria en la final de los Juegos Olímpicos Beijing 2008, frente a Brasil en el Maracaná y contra Italia en la goleada por 3-0 en la Finalísima. Scaloni acertó en cuidarlo en ciertos momentos (no jugó ante Australia en octavos y Croacia en semifinales) por su contractura para que llegue al 100% físicamente al partido decisivo.

Gran partido y Mundialazo también de Julián Álvarez, Enzo Fernández, Rodrigo De Paul y Mac Allister. Otamendi también fue un caudillo. Con este título mundial, Scaloni entró en la historia grande de los entrenadores de la Selección Argentina, ya se siente en la mesa grande junto a César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo. Ya había conseguido que Messi saliera campeón con el país y en un torneo también histórico (ante Brasil en el Maracaná) rompiendo una racha de 28 años sin títulos. Ahora, tras 36 años de México 86, Argentina es de nuevo campeón del mundo. Un país donde se vive un día a día estresante, ahora, en este momento, es el más feliz del planeta por estos jugadores y cuerpo técnico que ya son eternos.

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