El ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, adelantó que en enero reabrirá Tecnópolis.

El ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, adelantó que en enero reabrirá Tecnópolis.

El ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, adelantó que en enero volverá a abrir sus puertas el predio de Tecnópolis con una programación cultural y científica tras haber funcionado en estos meses como unidad sanitaria para pacientes con diagnóstico leve de Covid-19 y aseguró en relación a los sectores de la industria del libro que reclaman seguir alcanzados por el Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) que «hoy se piensa en acompañar al sector desde un lugar distinto y por eso se lanzaron créditos blandos que están en línea con esta nueva etapa de reconstrucción».

La desaceleración de la curva de contagios ha posibilitado en las últimas semanas recuperar algo de la normalidad perdida, una instancia que en el orden cultural se traduce en la reapertura de museos y espacios afines para volver a reencontrarse con la materialidad del arte. Esta nueva fase ilusiona a algunas áreas, entre ellas el Ministerio de Cultura, que en línea con un plan de retorno de algunos de sus espacios más emblemáticos -como el Centro Cultural Kirchner, que volvió a abrir sus puertas el sábado pasado- planea por estos días la readecuación de Tecnópolis para volver a funcionar como polo científico y cultural.

«Tenemos decidido mantener Tecnópolis abierto como centro sanitario durante diciembre y a partir del mes de enero empezar a abrir el espacio con su función original, sobre todo con actividades al aire libre que irán desde espectáculos de música hasta proyecciones de cine y la habilitación del sector dedicado a los dinosaurios», señala Bauer a Télam en una entrevista que iba a tener lugar en su oficina del Centro Cultural Kirchner pero a último momento mutó al formato virtual porque el ministro de Cultura debe permanecer aislado por haber estado en contacto con el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, que dio positivo de Covid-19

Durante los últimos seis meses, la cartera que dirige Bauer otorgó ayuda económica a más de 58.000 trabajadoras y trabajadores así como a 5.300 empresas culturales que pudieron acceder a créditos flexibles y ser beneficiarios de los ATP para afrontar el pago de salarios en tiempos de cierre masivo de comercios e instituciones por el avance del coronavirus. Varios de estos subsidios, que tuvieron lugar a partir de las Becas Sostener o el Fondo Desarrollar, llegarían a su fin el mes que viene por decisión del Gobierno, que revaluó en las últimas semanas cuáles son los sectores que continúan en estado crítico y decidió marginar de esa categoría a la industria editorial.

El sector librero, que fue uno de las más castigados durante la crisis generada durante el gobierno de Mauricio Macri y profundizó su caída tras decretarse el cierre de las librerías en el comienzo de la pandemia, visibilizó recientemente su reclamo para que se revise esa decisión. Bauer, por su parte, sostiene que la cartera a su cargo ha encarado un rediseño de sus políticas de asistencia durante la pandemia y que en esta etapa ya no se contempla el mantenimiento de los ATP: «Frente a la posibilidad de abrir actividades y al horizonte de la vacuna salvadora, si las palabras que llevamos adelante hasta ahora eran asistencia, ayuda, colaboración,  a partir de ahora las nuevas palabras clave son producción y trabajo, fundamentales hoy para recuperar las industrias culturales», explica.

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– Télam: Asumió en un contexto crítico y a los pocos meses con la pandemia asomó un horizonte más alarmante todavía ¿Cómo se reorientaron los objetivos de gestión en función de este panorama que sigue dictado por la problemática sanitaria?

– Tristán Bauer: En los primeros meses de gestión llegamos a reinaugurar Tecnópolis, el Centro Cultural Kirchner y pusimos en funcionamiento distintos programas, hasta que llegó la pandemia. Me acuerdo que en esos días de marzo estábamos haciendo el concierto inaugural de la Sinfónica Nacional. Ese mismo día lo llamé al ministro Ginés (García) y le pregunté por la situación, para ver si suspendía o no el concierto porque estaba con la sala llena. Me dijo: «Hacé el concierto pero quiero que sepas que durante mucho tiempo no vas a poder volver a hacer actividades». Curiosamente, esa noche sonó la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Antonin Dvořák. A partir de ahí tuvimos que redireccionar los programas y los presupuestos y centrar la gestión en la asistencia a los distintos sectores.
De repente, Tecnópolis se transformó en un centro de atención sanitaria y en muchos museos se empezaron a fabricar máscaras de protección o tapabocas. Y al mismo tiempo se lanzaron acciones destinadas tanto a trabajadores y trabajadoras de la cultura como a organizaciones. Todo esto requirió de una ampliación presupuestaria muy importante de más de 3.000 millones de pesos por encima del presupuesto que teníamos asignado. Eso permitió afrontar distintos planes de asistencia como el programa Fortalecer Cultura o el Desarrollar. En estos meses asistimos a más de 37000 artistas y trabajadores de la cultura. Otro sector que detectamos que estaba muy golpeado era el de los centros culturales y los teatros: en ese campo, asistimos a más de 5000 espacios.

– T: Por estos días, muchos de los espacios culturales están en proceso de reapertura por a partir de la flexibilización de las medidas sanitarias ¿Qué va a pasar con Tecnópolis que durante estos meses ha venido funcionando como un centro de recuperación de contagios con síntomas leves?

– T.B.: Vamos a ver cómo se da la curva de la evolución epidemiológica pero lo que tenemos decidido hasta ahora es mantener Tecnópolis abierto como centro sanitario durante diciembre y a partir del mes de enero empezar a abrir el espacio con su función original, sobre todo con actividades al aire libre que irán desde espectáculos de músicas hasta proyecciones de cine y la habilitación del sector dedicado a los dinosaurios. La idea es reabrir en la primera quincena de enero, al principio los espacios exteriores y luego de acuerdo a la situación ir habilitando el funcionamiento de los interiores.

– T: ¿Hicieron un relevamiento para saber qué sectores del área cultural fueron los más castigados por la pandemia?

– T.B.: Los programas de ayuda que pusimos en marcha nos han dado algo que no teníamos que es una inmensa base de datos para saber en qué situación está la cultura en términos generales. De los 37000 beneficiados por becas y subsidios hoy estamos en condiciones de precisar cuánto representan de cada una de las áreas y qué distribución territorial tienen. Hemos trabajado mucho en el federalismo porque este ministerio tiene una hiperconcentración en Buenos Aires así que hicimos lo posible para no concentrar el 90 por ciento del presupuesto en el área de CABA como se hacía habitualmente. De hecho, por los números que manejábamos creíamos que íbamos a recibir una determinada cantidad de solicitudes para subsidios pero la realidad nos demostró que las necesidades del sector eran muchísimo más amplias de las que suponíamos. Este relevamiento nos permitió también redireccionar algunas medidas. O conocer, por ejemplo, cuántos artesanos pertenecen a pueblos originarios, cuántos trabajan la piedra o la madera y cuántos se dedican a lo textil. Es todo un caudal de información que nos permite planificar y organizar mucho mejor.

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– T.: Durante estos meses varias industrias culturales tuvieron acceso al Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) que permitió afrontar el pago de sueldos durante el aislamiento social. En el caso del sector vinculado al libro, el mes que viene dejarían de estar alcanzados por este beneficio y sostienen que de ocurrir eso, podrían cierres y despido de personal. ¿Cuál es su posición?

– T.B.: Por un lado, estamos en comunicación directa con todas las cámaras y todos los actores. Es un diálogo que iniciamos el primer día y que llevamos adelante hasta ahora. Los ATP no dependen directamente del Ministerio de Cultura pero por supuesto que estamos en diálogo con el gobierno nacional al respecto y lo que se está proponiendo ahora es una línea de créditos muy favorables, monitoreando la situación en el día a día.

– T: Pero las cámaras ligadas al sector editorial argumentan que la situación para ellos sigue siendo crítica y que en este momento no están en condiciones de tomar créditos…

– T.B.: El gobierno de Macri con las políticas que implementó golpeó a todas las industrias culturales y una de los más golpeadas fue la del libro. Obviamente, la pandemia agravó esa situación. La idea de esta etapa es seguir ayudando a las industrias culturales pero bajo otras formas. Pero insisto en que el diálogo no está cortado. La batería de créditos blandos que se puso a disposición del sector está en línea con esta nueva etapa de reconstrucción. Hoy se piensa en acompañar al sector desde otro lugar distinto al que dio lugar al otorgamiento de los ATP. El monitoreo lo hacemos día a día en diálogo permanente con las organizaciones.
Por eso, hasta diciembre se van a mantener las becas que se han otorgado y luego iremos viendo. Frente a la posibilidad de abrir actividades y al horizonte de la vacuna salvadora, si las palabras que llevamos adelante hasta ahora eran asistencia, ayuda, colaboración,  a partir de ahora las nuevas palabras clave son producción y trabajo, fundamentales hoy para recuperar las industrias culturales.

– T: ¿En que situación están el Museo Nacional de Bellas Artes, el Palais de Glace y el Museo del Cabildo, los tres espacios que estaban en proyecto de remodelación o expansión para organizar su acervo?

– T.B.: En este tiempo retomamos las conversaciones con el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Andrés Duprat, sobre qué alternativas podemos contemplar para albergar parte del extraordinario patrimonio del Bellas Artes. La pandemia no nos ha permitido avanzar en obras pero sí aprovechamos para evaluar distintos diseños.
Respecto al Palais de Glace, lo tenía que haber entregado el gobierno anterior y no lo hizo. Hoy la obra está trabada y hay conflictos con quienes las llevan adelante por un descuerdo con los pliegos. Estamos trabajando con el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, para solucionar el tema. La remodelación está parada en este momento porque hay una negociación con la empresa. Junto a los directivos de la constructora hicimos una visita al Palais y en los próximos días nos vamos a volver a reunir para ver cómo se redirecciona la obra.
Con respecto al Museo del Cabildo,  tenía varios y serios problemas, sobre todo con sus techos. Aprovechamos también este tiempo para hacer el diagnóstico y solucionar los temas estructurales que tiene. Seguimos adelante con la idea de mudar la Comisión Nacional de Patrimonio al edificio de la avenida Alvear para que el museo disponga de más espacio dedicado a la exhibición de material vinculado a la gesta del 25 de mayo. La idea es a su vez que la Comisión tenga más superficie para desarrollar sus tareas, entre ellas la digitalización de los archivos. Hubo algunos debates iniciales pero ahora se está desarrollando en armonía esta idea del desdoblamiento porque en definitiva ganan las dos instituciones.

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– T.: En todos estos meses, la vida social y cultural tuvo lugar desde la virtualidad. Algunas instituciones culturales anticiparon que esta experiencia dará lugar a estructuras mixtas que a partir de ahora vincularán lo presencial y lo virtual ¿Desde el Ministerio se piensa también en seguir explorando los formatos virtuales más allá de la pandemia?

– T.B.: Absolutamente. La virtualidad explotó en tiempos de pandemia a partir de las redes y de las plataformas. La humanidad entera debió aprender a habitar ese nuevo espacio: comprenderlo, aprovecharlo… Creo que algo de lo que instaló ese territorio virtual llegó para quedarse. Desde el área cultural hace meses que venimos haciendo conciertos con esta modalidad y hemos abierto varias plataformas. Es un mundo en el que hay que ser protagonista y no ver desde afuera cómo sucede. Por eso, uno de los proyectos más importantes que tenemos entre manos es el MICA digital, uno de los programas más importantes para dinamizar el mercado y las industrias culturales.
En estos tiempos nos pusimos a trabajar en una nueva plataforma a partir de un convenio con Arsat porque creo que ahí tenemos una gran oportunidad para crear este mercado de las industrias culturales: sin abandonar lo presencial utilizar estas inmensas posibilidades que nos brindan  estas herramientas para la formación, la producción y la exportación. La virtualidad tiene gran potencial, más allá de que para algunos cuestiones la presencialidad es irremplazable: ver a una actriz o un actor en una sala oscura desarrollando la trama es irremplazable. Un concierto, una obra de teatro, un espectáculo de danza, son experiencias que pierden mucho en la virtualidad.

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