El número de muertes que dejó la «masacre de Shakahola», nombre de un bosque de Kenia donde se reunía una secta evangélica que practicaba ayuno extremo, llegó este este lunes a 403 tras el descubrimiento de 12 nuevos cuerpos.

«Nuestro equipo médico legal pudo exhumar 12 cuerpos hoy», comunicó a la prensa la prefecta de la región de la costa, Rhoda Onyancha, quien confirmó que el «balance total» es «de 403 muertos».

Las autoridades, explicó la funcionaria, esperan que el número aumente, ya que tres meses después del descubrimiento de las primeras víctimas sigue activa la búsqueda de fosas comunes en una amplia zona de las costas kenianas cercanas al bosque, que será declarado «lugar de memoria».

Ayuno mortal

Según investiga la policía, la mayoría de los cuerpos exhumados son adeptos de la Iglesia internacional de la Buena Nueva (Good News International Church), creada por el autoproclamado pastor Paul Nthenge Mackenzie, quien abogaba por ayunar hasta la muerte para «encontrarse con Jesús».

El pastor, exchofer de taxi, está detenido desde el 14 de abril y será procesado, entre otras cosas, por «terrorismo». Por este caso, también hay otras 16 personas que están siendo investigadas, acusadas de velar para que ningún adepto o adepta cesara el ayuno o escapara del bosque, situado cerca de la ciudad costera de Malindi.

De acuerdo con los resultados de las autopsias practicadas hasta el momento, la mayoría de víctimas –entre ellos niños y niñas– murieron de hambre, luego de escuchar oraciones. En algunos casos, además, fueron estranguladas, golpeadas o asfixiadas.

El mes pasado, la justicia inició procesos por «tentativa de suicidio» contra 65 personas que rechazaban alimentarse tras haber sido sacadas del bosque. La ONG Comisión nacional de derechos humanos de Kenia denunció la decisión por considerarla «inapropiada» ya que «traumatizará a los sobrevivientes cuando estos requieren desesperadamente comprensión».

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Las autoridades de Kenia en la mira

La masacre suscitó conmoción en Kenia y puso a las autoridades en la mira de las críticas por no haber impedido las actuaciones del pastor Mackenzie, quien había sido detenido antes por sus prédicas extremistas.

En marzo, Mackenzie había sido liberado bajo fianza luego de haber sido acusado de la muerte por inanición de dos niñes que estaban bajo custodia de sus padres, relacionados con la secta.

El pasado 11 de julio, el ministro del Interior, Kithure Kindiki, denunció ante el comité senatorial la actitud laxa de la policía local luego de que fueron reportados los primeros casos de hambre en Shakahola. También criticó a las autoridades judiciales que liberaron al pastor luego de las anteriores detenciones.

«La masacre de Shakahola es la peor falla de seguridad de la historia de nuestro país», afirmó Kithure Kindiki, y abogó por hacer reformas legales «para controlar a predicadores delincuentes».

El caso también reanimó el debate sobre el control de los cultos en Kenia, país de mayoría cristiana que, según cifras oficiales, cuenta con 4.000 iglesias.

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