La subasta realiada en Sotheby’s fue por u$s 34,8 millones. En la obra, la pintora mexicana refleja su complejo vínculo con el muralista y pareja, Diego Rivera.

«Diego y yo», considerado el último autorretrato de la pintora mexicana Frida Kahlo entre los muchos que pintó en este formato, se convirtió este martes en la obra más cara del arte latinoamericano tras venderse en una subasta esta noche por la firma Sotheby’s en 34.883.000 dólares, una cifra con la que destronó a «Baile en Tehuantepec», un cuadro de su compatriota y compañero de vida Diego Rivera que en 2016 había sido adquirido por el empresario argentino Eduardo Costantini en u$s 15,7 millones.

Según se cuenta, la gestación de «Diego y yo» se produjo cuando los rumores de un vínculo oculto entre Rivera, con quien Kahlo se casó en dos oportunidades, y la actriz María Félix llegaron a oídos de la artista.

La obra inmortaliza el rostro de la artista en plano cerrado, con un gesto sufriente que remata con lágrimas deslizándose sobre la piel y suma precisamente un retrato de Rivera, quien aparece incrustado en su frente con un ojo adicional. Fue pintada cinco años antes de la muerte de Kahlo y por su tamaño reducido se cree que podría ser una de los que realizó o retocó postrada en la cama, durante las largas convalecencias que la mantenían encerrada entre las paredes de la célebre Casa Azul.

Con «Diego y Yo»Kahlo había logrado ser la primera artista plástica latinoamericana en superar el umbral de un millón de dólares cuando se vendió por 1.400.000 dólares en un remate realizado en 1990. Treinta años después, la obra regresó al mercado con un valor casi 25 veces superior al de su última aparición y al mismo tiempo con el envión suficiente para desplazar doblemente a Rivera del ranking de obras mejor valoradas, que perdió el podio consolidado con «Los rivales» -vendida en 9,8 millones de dólares en mayo de 2018 por la casa Christie’s– y «Baile en Tehuantepec», una pieza fechada en 1928 por la que Costantini, fundador del Malba, pagó 15,7 millones de dólares hace cinco años.

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La pintura subastada este martes pertenecía al magnate inmobiliario Harry Macklowe y a su esposa Linda, una experta en arte que trabaja en el consejo de administración de la Fundación Guggenheim. Se separaron en 2016, después de 57 años de matrimonio. Un juez dictaminó que las propiedades de la pareja, con un valor aproximado de 2 mil millones de dólares, deberían dividirse por la mitad. De ahí la decisión de vender el cuadro de la pintora mexicana.

La subasta eclipsó el récord anterior para una obra de la artista, tras la venta en 2016 de «Dos desnudos en el bosque» (1939) por 8.000.000 dólares, que a su vez en 2006 había superado los 5.600.000 obtenidos por «Raíces» (1943), ambos en Nueva York.

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