Es uno de los líderes de la hinchada de Quilmes. Estaba cumpliendo la condena en su casa por robos y secuestro extorsivo. 

Es uno de los líderes de Los Indios de Kilmes, la barra que alienta al equipo del sur, y aunque tiene un extenso historial judicial por robos y hasta por secuestro extorsivo, esta vez Ramiro Bustamante fue imputado por lesiones a su pareja mientras cumplía con el arresto domiciliario por el coronavirus.Gracias a una autorización judicial, el barra había vuelto al su casa el 2 de julio, pero fue detenido nuevamente el viernes por la noche. Ahora la Justicia quilmeña es la que debe decidir si el agresor que fue denunciado por Camila Contreras sigue con prisión domiciliaria o vuelve a una unidad del Servicio Penitenciario Bonaerense a seguir con el curso de su pena.

Durante el fin de semana personal de la Comisaría 6ª de Ezpeleta detuvo a Bustamante luego de que fuese denunciado por agresiones hacia la joven que había aceptado que el detenido viviese con ella y su hija de 4 años. Ahora el juez Federico Merlini tiene en sus manos la suerte procesal del reconocido hincha del Cervecero.

Según el acta de procedimiento, un móvil policial que realizaba la recorrida de la Cuadrícula 31 el viernes a las 23 se hizo presente en una vivienda de Ezpeleta, luego de una alerta del 911. Frente a los oficiales de la policía, una joven contó detalladamente que Bustamante la agredió verbal y físicamente.

El líder de la hinchada del QAC había accedido al beneficio de prisión domiciliaria luego de diversas presentaciones de su abogado particular, Pablo Bonanatta. En su testimonio la mujer indicó que llamó al 911 por miedo a la respuesta de Bustamante a partir de una discusión por un tema menor; como resultado, este le propinó varios golpes en la cara, además de insultarla.

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En el acta los oficiales relataron que, a simple vista, la víctima presentaba marcas de golpes en los pómulos y manchas hemáticas. Bustamante se encuentra purgando pena por delitos de robo y en mayo del año pasado fue declarado «no culpable» bajo una acusación de «secuestro extorsivo» en un juicio por jurados celebrado en la sede de Penales de Quilmes.

En 2013, desde un vehículo en movimiento, Bustamante baleó el lavadero de autos de Osvaldo «Dedo» Becerra, líder de otra fracción de la hinchada del QAC. Dos años después el detenido recibió dos balazos, uno en cada pierna: un violento mensaje por poner el cuerpo en una interna dentro de la barra de Quilmes que mezclaba problemas de mujeres, drogas y códigos del paravalancha.

Ese año, unos meses después, cayó en medio de un robo en el que ingresó junto con un cómplice a una importante joyería ubicada en Almirante Brown al 400, en pleno centro del Quilmes, le pegaron a uno de los empleados y huyeron con un importante botín en una moto. Por este hecho el barra cumplía una condena en prisión.

Ahora el juez Merlini deberá decidir qué decide con relación a Bustamante, si le revoca la prisión domiciliaria o si le permite seguir gozando del beneficio, lo cual no podría ser en la misma casa en la que convive con la denunciante y su hija.

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