«No podemos recibirlos, les pedimos por favor que se queden donde están», dice la cónsul paraguaya. El único albergue que hay en el país para que quienes llegan queden en cuarentena, está repleto. 

«No me siento bien, no puedo dormir, no me hallo aquí. Mis ojos ven mal hace años, en mi casa me puedo manejar pero acá no conozco nada y no veo. Este no es un lugar para mí, por favor si hay lugar para irme avísenme», ruega Cristina Martínez desde el barrio Libertador, en José León Suárez. Cristina es una paraguaya de 72 años con diabetes y cáncer de piel que, a principio de marzo, viajó a la Argentina para hacerse unos estudios médicos y que, ante el cierre de fronteras y la declaración del aislamiento social obligatorio, quedó varada en la Argentinas sin posibilidad de volver a Paraguay. Cristina está casi ciega y, al igual que más de 600 paraguayos que esperan regresar, no pueden hacerlo debido a que el gobierno paraguayo ya no tiene lugar disponible para recibir a sus repatriados, cumpliendo la obligatoria cuarentena. «No podemos recibirlos, les pedimos por favor que se queden donde están», repiten desde el consulado

En Argentina viven más de un millón y medio de paraguayos, es una de las comunidadades migrantes más grandes del país. A su vez, año a año, cientos de paraguayas y paraguayos visitan el país para realizar tratamientos médicos de alta complejidad, probar suerte laboralmente, o visitar a sus familiares que residen aquí hace ya varios años. Hoy hay al menos 600 ciudadanos paraguayos que están pidiendo, infructuosamente, regresar a su país. «La situación está muy difícil, cada día es peor. Extraña su casa y se angustia. Hace dos meses que está acá, pero desde el consulado no nos dicen nada», explica, preocupada, Kiti, la hija de Cristina Martínez.

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«En estos momentos Paraguay no tiene local físico en donde las personas que quieren ingresar puedan hacer la cuarentena. No se los puede dejar libres, no se les puede permitir irse a sus casas porque después terminan yendo a shoppings y peluquerías, como ya pasó en algunos casos. No hay lugar y no hay manera de mantenerlos, porque el Gobierno además tiene que cuidarlos y alimentarlos durante 14 días, y eso es un presupuesto altísimo«, explica la cónsul paraguaya en Buenos Aires, Celia Cañete. De momento, en Paraguay hay un solo albergue que recibe a repatriados y está repleto hace semanas. «Nosotros queremos llevárnoslos, pero de momento tienen que quedarse en donde están», pide Cañete.

«No existe ningún tipo de intencionalidad política para repatriar a estas personas. Y estamos hablando de gente que en su mayoría es de clase trabajadora, gente pobre que se encuentra actualmente en una situación de absoluto abandono. Porque si bien hay muchos que se están quedando en lo de sus familias, hay otros que están a la deriva y dependen simplemente de la solidaridad de compañeros que decidieron acogerlos hasta que abran las fronteras», replica, por su parte, Lila Báez, integrante de la Secretaría de Trabajadorxs Migrantes y Refugiados de la UTEP, quien también asegura que los más de los 600 varados paraguayos están registrados oficialmente en el consulado paraguayo. Desde el consulado, sin embargo, aseguran que el gobierno paraguayo está entregando alimentos, medicamentos y ayuda financiera para aquellos que quedaron varados. Aunque, aclaran, el presupuesto enviado desde la Cancillería paraguaya ya se agotó.

A la situación de abandono de estas personas -en su mayoría adultos mayores o con enfermedades-, se le suma la desesperación de paraguayos y paraguayas que residen en el país hace años y que, debido a la crisis económica y social suscitada por el parate de la actividad, quieren regresar a su país de origen. «Hay muchos compatriotas que perdieron su trabajo y quieren retornar a su pueblo. Son varios los que vinieron a rehacer su vida acá, porque Paraguay expulsa a sus jóvenes, y ahora quieren regresar porque se quedaron sin trabajo», explica José Guerrero, dirigente del Club Atlético Paraguayo. Según Guerrero, el mayor impacto lo sufrieron los hombres, perjudicados directamente por la parálisis en la construcción y el cierre de comercios. Las mujeres, en cambio, trabajan en su mayoría como empleadas domésticas en casas de familia y, a excepción de algunos casos, gran parte continuó con sus actividades durante la cuarentena. «Muchas se quedaron con las familias, no salieron y ahora hacen la cuarentena ahí», comenta.

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Según datos oficiales del consulado paraguayo, hay además un total de 200 paraguayos con residencia y documentos argentinos que hicieron el reclamo para ser repatriados a su país de origen. «Los que perdieron trabajo los entiendo perfectamente, pero hay muchos que quieren irse solo para pasar la cuarentena en Paraguay. Yo lo que les pido a los que tienen condiciones, a los que tienen trabajo y una casa donde quedarse, que se queden donde están y cumplan con lo que dictamina el Estado argentino. Porque al tener el DNI argentino, el compatriota tiene derechos y obligaciones», advierte Celia Cañete. Curiosamente, una semana antes, se habían dado a conocer unos audios suyos en los que les advertía a los paraguayos naturalizados que, en el caso de solicitar la repatriación, podrían perder su documento argentino. «Nosotros sólo les alertamos a las personas que tienen DNI que si salen como repatriados pueden perder su condición de residente. Alertamos porque está lleno de gente que quiere irse y tal vez lo tienen que pensar un poco«, aclaró, cuestionada por esas declaraciones, Cañete. Desde Cancillería, sin embargo, aclararon que aquello era falso. «Creemos que lo dice para desalentar los pedidos», sugirieron fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores.

«Acá hay una cuestión de desidia política de un gobierno que no tiene voluntad de repatriar a estas personas. Lo que no dicen cuando dicen que no hay plata es que están dejando a la buena de Dios a cientos de migrantes paraguayos que no tienen ni qué comer ni dónde quedarse en un territorio que les es ajeno», denuncia Lila Báez. De todas formas, al igual que sucede en los barrios populares durante estos tiempos de pandemia, la respuesta a la crisis sanitaria y social es respondida en gran parte desde la organización territorial. «La solidaridad es muy fuerte. En nuestro predio de González Catán, por ejemplo, la mitad de los habitantes son connacionales y, junto a la Municipalidad de La Matanza, estamos organizando el almuerzo y cena para 150 personas. En otros barrios los compatriotas se organizan solidariamente para conseguir mercadería y, aunque sea, poder juntar lo básico para repartir», finaliza Guerrero.

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