Producir para salir de la crisis

¿Cómo será la era pospandemia? ¿Qué expectativas priman en los sectores más castigados por la crisis derivada de la covid-19? ¿Cuáles serán sus reivindicaciones? “La mejor política social es el trabajo”, dice Gildo Onorato, de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y presidente de la Federación de Cooperativas de Trabajo Evita. El dirigente descuenta un escenario de enormes desigualdades y considera central un ingreso universal vinculado al trabajo, un reconocimiento a las mujeres que sostienen comedores y merenderos, y la agricultura familiar en las tierras ociosas. Imagina a los movimientos sociales en la calle y al mismo tiempo articulando con el Estado para profundizar las políticas sociales del gobierno. El empresario Damián Regalini, que preside la cámara de fabricantes de medias e integra el Consejo Productivo Nacional, prevé el futuro “con cierta tranquilidad pero también con preocupación”, que explica respectivamente por las políticas oficiales y por el daño que viene a agravar la destrucción de pymes durante el macrismo. El gran desafío del sector, destaca, pasa por consolidar un espacio de representación gremial.

Onorato observa “muchísimas desigualdades, altos niveles de pobreza y desocupación” y considera que “el eje de la recuperación es el trabajo”. En el marco del debate sobre el ingreso universal destaca que “tiene que estar vinculado al trabajo” para “terminar con el paradigma de los subsidios”. “Ese debe ser el camino para alcanzar niveles de integración y articulación territorial más sólidos”, añade. Considera central el reconocimiento a las miles de mujeres que trabajan en comedores y merenderos. “Se hace con amor y dedicación pero es trabajo”, recuerda. Otra prioridad pasa por el desarrollo de la agricultura familiar: “hacer uso de las tierras ociosas del Estado y de los quebrantos a nivel nacional, son cientos de miles de hectáreas que se podrían dedicar a producir alimentos para abastecer a los pueblos de origen”. “Tenemos que estar en la calle y articular con la institucionalidad para que el conflicto social se canalice”, explica sobre el futuro de los movimientos sociales. “Estar en la calle para defender al presidente, para pedir la estatización de Vicentin, una buena salida al conflicto de la deuda y para que se profundice la agenda que plantea este gobierno”, enumera.

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Regalini, que reconvirtió su fábrica de medias para producir barbijos, siente «tranquilidad porque la visión del gobierno sobre la economía y la sociedad es virtuosa», también «por la apertura al diálogo del Ministerio de Producción, el modo de gestionar, la voluntad de escuchar y corregir desfasajes», y al mismo tiempo «preocupación por el daño inédito que deja la pandemia, que viene a agravar la situación atroz que dejó el gobierno anterior, que fundió a 25 mil empresas y dejó a más de 200 mil tipos sin trabajo”. «El gran desafío de las pymes es consolidar nuestra agremiación, unirnos para luchar por lo mismo. El espacio está disperso, hay muchas entidades con poca representación, y a la principal, la CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa), el gobierno anterior la usó como partido y aún funciona así», advierte. «Tenemos que lograr un cambio de gestión que nos permita construir y consolidar una gremial empresaria que nos defienda», concluye.

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