Las denuncias «mostraron un mismo modus operandi. Un patrón para seleccionar a sus víctimas entre los chicos más vulnerables para establecer relaciones abusivas y sostenidas en el tiempo», aseguró el abogado de las víctimas.

Nuevas denuncias de abuso sexual complican a Eduardo Lorenzo, el excapellán del Servicio Penitenciario Bonaerense, confesor del padre Julio César Grassi, y actual párroco de la iglesia Inmaculada Madre de Dios, en Gonnet. En la causa, que fue desarchivada este año, diez años después de la primera denuncia contra el cura, se presentaron nuevos testimonios que, según explicó el abogado querellante Juan Pablo Gallego son «contundentes» y «mostraron un mismo modus operandi. Un patrón para seleccionar a sus víctimas entre los chicos más vulnerables para establecer relaciones abusivas y sostenidas en el tiempo». El letrado exigió que la Iglesia aparte al cura y que la justicia intervenga coactivamente sobre el cura porque, según denunció, el eclesiástico «apretó a los denunciantes llamándolos por teléfono antes de que declaren», hecho que podría repetirse ante próximas denuncias.

Tras casi once años, la causa contra el cura adquirió un ritmo vertiginoso en los últimos días. La primera denuncia había sido realizada en 2008, por un adolescente que declaró bajo el nombre de León, y archivada al año siguiente. Según consideró la fiscalía en aquel entonces no existían pruebas suficientes. Pero este año, Gallego, quien patrocina a los padrinos de León, logró en mayo que se desarchive la causa e incorporó nuevas pruebas y denuncias, que tramitan en la UFI 1 de La Plata, a cargo de la fiscal Ana Medina.

Gallego, querellante en la causa por la que se condenó a Julio Cesar Grassi a 15 años de prisión por abuso, explicó que cuando se presentó la denuncia estaba «Héctor Aguer a cargo de la iglesia platense. Y había un expediente canónico que comprobó la culpabilidad de Lorenzo, aunque de forma light, sin indicar la comisión del delito. Pero que lo sanciona por conductas inapropiadas. Un expediente que queda en secreto».

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«Ahora presentamos dos víctimas inequívocas, con relatos estremecedores y similares, aunque no se conocen entre ellos. Eran chicos de camadas distintas, uno testimonió el 4 de julio y el otro este miércoles». Uno lo hizo bajo el nombre de Jorge, y reflejó hechos acontecidos entre 1993 y 1995, cuando Lorenzo era párroco de la iglesia San Benito de Olmos. El otro, con el nombre de Ricardo, describió «los abusos entre 2000 y 2003», mientras el cura se desempeñaba en la Iglesia Nuestra Señora de Lourdes, ubicada en calle 38 esquina 20.

«Los jóvenes explicaron los ataques sexuales reiterados y permanente sobre ellos. En el caso de Ricardo, contó que integraba los grupos misioneros que armaba el cura, cómo se daban los abusos e indicó otras víctimas. En ambos casos, los relatos son similares y detallan cómo Lorenzo apuntaba a chicos de entre 13 y 16 años, muchos de ellos monaguillos. Eran juegos sexuales que se daban en varios escenarios. En la vivienda que tenía en la parroquia, hacía fiestas en el departamento que tenía en el centro de La Plata, en el verano alquilaba una quinta importante donde llevaba a los chicos, y un cuarto lugar eran los campamentos que organizaba, siempre con varones. Los invitaba a fiestas donde les daba bebidas alcohólicas, hablaba contra las mujeres y les decía ‘que nadie pierda el tiempo con ellas’, los incitaba que mostraran el tamaño de sus penes, y se iba aproximando a los más vulnerables, de los que elegía a tres o cuatro. Chicos a los que les costaba salir de esas encerronas porque, además de ser un adulto con una relación de autoridad, y tener características carismáticas, apelaba a su poder. Hacía gala de ese poder con los chicos, especialmente cuando alguno se le retobaba», explicó el letrado.

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Según el abogado, hay muchos detalles en la causa: desde cómo era la cama donde se perpetraban los abusos, cómo ofrecía «mejorar la situación» de los chicos «a cambio de sexo», hasta los lugares y las formas de captar a los menores que integraban los grupos Scouts y parroquiales que armaba Lorenzo.

En los próximos días podría sumarse un nuevo testimonio contra el cura, dijo el abogado. Pero advirtió que «lo que ha pasado hasta ahora es que se ha filtrado el nombre de las víctimas antes de que declaren, y el propio Lorenzo los llamó por teléfono. Tenemos pruebas de audio y las llamadas entrantes y salientes. Por eso es necesario que haya una acción coactiva contra Lorenzo por parte de la fiscalía para evitar estos aprietes. Porque si bien no han tenido suerte, son jóvenes aterrados porque los llaman diciéndoles que se meten con el arzobispado y con los abogados de Lorenzo. Es un claro intento de entorpecer la investigación en su contra».

Y agregó que «intentar encubrir es alargar el sufrimiento de las víctimas, y aunque va a ser estéril, porque las pruebas son abrumadoras, produce un daño múltiple a las víctimas y a la institución iglesia. Entiendo que la fiscalía esta redondeando los elementos acumulados para llamarlo a indagatoria, en una causa que, de la denuncia de abuso, se transformó en abuso sexual agravado reiterado con multiplicidad de víctimas en concurso real con corrupción de menores y amenazas coactivas. Y una expectativa de pena de 20 años».

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