El poeta, compositor y cantante Enrique Campos publicó «Todo menos él mismo», su séptimo libro de poemas, en el que vuelca la necesidad de buscar compañía en la emoción a partir de un lenguaje más directo y minimalista que en sus textos anteriores.

Para Campos, este material -editado por Mansalva- es especial por varios motivos: marcó su vuelta a la poesía luego de una larga pausa y de su incursión como compositor de canciones en 2018.

«Mi actitud en este libro es menos pasiva, ya no me interesa tanto liberarme de cosas y exorcizarlas en lo que escribo… ahora busco compañía en la emoción», apunta Campos en entrevista con Télam.

El escritor ya lleva publicados «Las edades de un monstruo» (2009), «Uno y todos los posibles (2011), El momento en su boca (2012), «Eterno solo para él» (2016), «Hoy es lejano» (2016) y «La oscuridad se los permite» (2018).

Mi intención es compartir. Siempre. En lo que escribo, en lo que canto; en la vida misma. Pero en este libro hay una interpelación al lector que está menos lavada. Hay un llamado a la acción Y creo que a veces eso sirve tanto para acercar como para alejar.

Enrique Campos

«Como cualquier artesano medio instintivo, fui mejorando el trabajo que hago para intentar desenmarañar la intimidad de mi propia naturaleza, a través del compartir algo tan universal como el sentimiento», indica Campos, que como músico registró su primer disco, «Roto», nominado a los Premios Gardel y a los Latin Grammy Awards, ambos en 2019.

Télam: ¿Qué representa «Todo menos él mismo»?

Enrique Campos: Por un lado, es el primer libro que escribo después de un largo tiempo en el que estuve con el corazón un poco roto, por lo que tiene un tinte de esperanza, que no es algo que suelo sentir muy a menudo.. Por otro lado, es el primero que escribo luego de empezar a componer canciones, por lo que se vio afectada la manera libre de escribir que tenía en mis obras anteriores. Se me impuso una suerte de métrica inconsciente que me llevó a ser más conciso, menos barroco, y a estar más conectado con las palabras. También es una continuidad en el sentido poético. Mis sentimientos, colores y hasta mis refugios emocionales siguen siendo un poco los mismos.

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T: ¿De algún modo considerás que en estos poemas encontraste una forma más directa de expresarte, tal vez más a flor de piel?

EC: Sí, creo que sí. Me peleo un poco con la idea de pensarlo como más a flor de piel, pero definitivamente es más directo. Algo de mi relación emocional con las palabras se volvió más consciente, y no sólo por el hecho de volverme menos engolado, o más concreto, sino porque esa idea de libertad que tenía en mis otros libros, donde la emoción podía estar desparramada en todo un texto. Estoy siendo más claro que antes, pero no sé si eso necesariamente me muestra más en carne viva. De todas formas hay una fuerza que me empuja a esconderme un poco todavía detrás del texto, lo que no me molesta, pero sí creo que es algo que empiezo a verle un techo. Mientras más conectado emocionalmente esté con las palabras y más simple se vuelva mi relación con lo que se me juega emocionalmente en ellas, más a flor de piel estaré. Pero todavía es un proyecto en desarrollo.

T: ¿Cuál es la diferencia principal de este registro de poemas con relación a tus libros anteriores?

EC: Pasa por esta búsqueda minimalista, por este sentido no sólo expresivo, sino también rítmico y musical. En mis libros anteriores la sensación era más la de desangrarme sobre la hoja como si fuera un diario íntimo, o una botella al mar escrita para nadie. En este libro hay un búsqueda deliberada por llegar a un lector específico, más disponible desde lo emocional y desde lo intelectual. Este es un libro que le exige al lector como partícipe necesario para completar los textos con su propia intimidad. Y esa fue una búsqueda consciente. En cambio, mis libros anteriores eran más declamativos que compartibles.

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T: En «Cómo buitres desde lejos», hay un verso que dice «Años de haber intentado expresar mis emociones sin lograr más que acrecentar la lejanía». ¿El hecho de expresarte, en este caso, a través de la poesía, te acerca a los lectores y a vos mismo, o genera distancia?

EC: Creo que pueden pasar las dos cosas. Mi intención es compartir. Siempre. En lo que escribo, en lo que canto; en la vida misma. Pero en este libro hay una interpelación al lector que está menos lavada. Hay un llamado a la acción Y creo que a veces eso sirve tanto para acercar como para alejar. Valoro a quien se acerque, y en algún sentido juzgo un poco a quien se aleje, o le sea indiferente. Creo que en el mundo que vivimos la indiferencia puede matar, y yo solo intento salvarme.

T: ¿Qué lugar ocupa la poesía en tu vida? ¿Es un modo de expresión más íntimo? En una entrevista decías que es un refugio para vos…

EC: Totalmente, la poesía ha sido siempre un escape, o un refugio. Ocupa el lugar de una herramienta, como un bastón. Me ha ayudado mucho a superar situaciones, a entender otras, y a aceptar casi todas. No me siento un escritor o un poeta desde el interés literario, o por el placer que me puede generar la escritura, sino que soy un pibe más frágil de lo que aparenta, que encontró en las palabras su armadura.

T;¿Cómo conviven el cantante, el compositor y el poeta? ¿Se retroalimentan?

EC: Conviven bastante bien. La poesía me resulta cómoda, al igual que el cantar. No le tengo miedo a la exposición ni a la crueldad de los ojos ajenos, que la hay a montones. Además creo que el subirse a un escenario a cantar, o a actuar, tiene bastante de poético. Son actividades con un cierto tinte efímero, lo cual me encanta.

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T: ¿Cómo estás viviendo la cuarentena?

EC: Mal. Estoy muy triste en lo personal porque se me cayeron miles de proyectos y porque todo lo que hago tiene que ver con gente. Y a la vez estoy súper angustiado por el desastre económico que genera todo esto. Tengo un poco de ilusión por el mundo que se pueda rearmar más a mediano plazo, que pierda valor la ambición individual y podemos encontrar un sistema económico y político un poco más justo y más empático.

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